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Juan Villoro

&#34En esta sociedad no nos queda más remedio que ser renacentistas.
mar 20 septiembre 2011 02:55 PM

Tras el éxito de su novela El testigo, ganadora del premio Herralde, -Juan Villoro regresa al periodismo con su nuevo libro de crónicas, Safari -accidental. A través de él nos lleva a lugares tan disímbolos como -Berlín o Disneylandia y a recorrer los mundos internos de personajes del nivel -de Mick Jagger y Salman Rushdie.

- El año pasado publicaste El testigo y ahora presentas Safari -accidental. ¿Cómo es esta relación entre el periodismo y la literatura?
-
Ambos me interesan mucho; a veces me dedico al periodismo y otras a la -literatura, pero creo que se alimentan mutuamente. Safari accidental es -una oportunidad de reconciliarme un poco con las dos tareas. Para mi novela El -testigo creo que fue muy importante ejercer las capacidades propias del -periodismo: ser cronista, entrar en circunstancias muy distintas a las tuyas, -averiguar, reportear un poco.

- En una novela anterior, El disparo de Argón –que sucede en una -clínica de ojos–, yo había ido a entrevistar a muchos médicos, incluso -había entrado a muchas operaciones, conviví con la gente del Hospital de la -Ceguera y esto me ayudó mucho para digamos, mentir con conocimiento de causa, -decir las cosas imaginarias a partir de una realidad bien concreta que más o -menos dominaba.

- En el caso del Safari accidental se trata de un ejercicio de crónicas -con temas que me apasionan desde hace tiempo: el rock, del que soy un gran -aficionado, especialmente el de mi generación –que en términos de la -arqueología maya sería como el rock del periodo clásico tardío, ¿no?–. Y -hay otras pasiones, por ejemplo el movimiento en Chiapas, los viajes a lugares -tan emblemáticos como Tijuana, La Habana, Berlín... o seguir a los escritores -en los momentos en que no están escribiendo.

- También cuentas cómo el incendio del edificio Aristos te llevó a -escribir tu primera crónica...
-
Me cautivó el fuego. Yo iba a clases de guitarra en el edificio Aristos y -de pronto, ese lugar normal, aburrido, se convirtió en un espectáculo. Pero en -realidad yo había empezado un poco antes. Tenía 14 años y hacía con unos -amigos un periódico en la secundaria que se llamaba La tropa loca. Ahí -escribía la sección de chismes; en realidad, yo era un periodista rosa que -escribía sobre quién estaba enamorado de quién y los romances que podían -cristalizar (risas). Era una cosa lamentable, pero así empecé: por el morbo y -el poder que eso me daba... al menos en el salón de clases.

- ¿Nunca dejas de ser periodista, incluso cuando estás haciendo -literatura?
-
Ambos oficios tienen que ver con la curiosidad. El escritor de ficción se -puede abandonar a una curiosidad más conjetural que tiene que ver con lecturas -o cosas que está imaginando, pero los dos se relacionan con la necesidad de -saber cómo son los demás, cómo piensan, de suplantarlos en el destino y -ponerse en su lugar. En el caso del periodista esta curiosidad tiene que ver con -las zonas de la realidad, y en ese sentido, un buen cronista es alguien que -tiene una curiosidad múltiple; debe ser un gran entrometido y un gran curioso.

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- En ese sentido, ¿crees que la crónica es la posibilidad de escribir la -Historia?
-
Yo creo que, en sus mejores momentos, la crónica es literatura bajo -presión y perdura como literatura. Cuando Gabriel García Márquez escribió Relatos -de un náufrago no firmó los reportajes; los escribía el náufrago en -primera persona. Pero esas crónicas nunca se vieron como una pieza literaria -hasta que García Márquez se convirtió en un escritor famoso. En ocasiones se -necesita que el escritor tenga un nombre excepcional para que perdure.

- En México tenemos la suerte de que Martín Luis Guzmán escribiera -grandísimas novelas y también crónicas extraordinarias de la Revolución que -podemos leer hoy como un relato vívido que nos lleva a recuperar ese momento -sin pérdida alguna.

- Y la ventaja de la inmediatez...
-
Por supuesto, la crónica se juega sus cartas en el instante. En la novela -uno puede ser tan experimental y complicado como quiera, esperando que luego -cambien los lectores y que eso pueda ser comprendido después o que el lector -tenga paciencia de releer, pero la crónica debe estar en el presente y tiene un -compromiso “escritural” con la claridad. Ortega y Gasset decía que la -claridad es la cortesía del filósofo; en el caso del cronista no se trata de -una cortesía, sino de una obligación.

- Leer tu crónica de los 100 primeros días del gobierno de Vicente Fox -impresiona mucho porque pareciera ya muy lejano. Incluso él parece una persona -diferente.
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Bueno, es que no es la misma persona. Desgraciadamente Vicente Fox ha -envejecido mucho y se ha apartado de la realidad de una manera terrible. Acabo -de ver una fotografía que le fue tomada durante su campaña, donde él está en -un templete y patea con sus botas un ataúd que dice PRI. Es la imagen de un -hombre fuerte, valiente, desafiante. A ese hombre carismático, excepcional, que -tuvo un triunfo histórico, no lo hemos visto como estadista. No lo hemos visto -en Los Pinos.

- ¿Te gustaría entrevistar a Vicente Fox o a su esposa, tienes algún tipo -de curiosidad por ese lado?
-
No, tengo curiosidades que van por otro lado. Preferiría entrevistar a -Nicole Kidman.

- En estos momentos que parecieran de gran incertidumbre, ¿tú sigues -creyendo en algo?
-
Podemos creer muchísimo en la cultura mexicana en todos los niveles: la -comida, el arte, el lenguaje popular, el cine, la literatura, la música… -Somos un país convulso pero muy rico. A mí me gusta mucho una frase de la -película El tercer hombre que dice Orson Welles: “Hay que recordar que -la paz y la estabilidad de Suiza lo único que provocaron fue el reloj cucú; en -cambio las guerras, la corrupción y las mazmorras en Italia produjeron el -Renacimiento.” Yo creo que con la sociedad turbulenta que tenemos no nos queda -más remedio que ser renacentistas.

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