El primer trabajo en el que este emprendedor ganó dinero lo realizó a los 14 años, cuando vendió a todos sus tíos botellas de champán, que resultó sidra. Formalmente, se inició en el área financiera, en Factor Dinámico, empresa de factoraje; luego fue director de Ventas en Videovisa y, más adelante, vendió yates en la Marina de Puerto Vallarta, junto con su actual socio; de ahí surgió la idea de crear el Zini, un pequeño auto que puede verse como una aventura. Pero Reynaud dice que “si no te la juegas de joven no te la vas a jugar nunca”.
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Desde que vendía botellas de vino a sus familiares en Navidad lo que más le gusta es hacer negocios. Trajo de Italia el concepto del restaurante Il Fornaio y de Francia la tienda de ropa para niños Tartin et Chocolat. Después lanzó el Zini, vehículo que ya se puede ver en las calles de la ciudad de México y de Acapulco, que busca ser una opción de transporte barata y segura para las grandes ciudades.
En los próximos cinco años, Andrés Reynaud se ve al frente de una empresa “muy fuerte, sólida, novedosa; con un concepto que incluso puede ser una obra social relevante, porque darle un coche a gente de escasos recursos nadie lo ha logrado en nuestro país. Creemos que vamos a hacerlo.”