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La ansiedad por el estatus

¿Existirá algo más estresante que la carrera desbocada (e inútil) por &#34destacar&#34?
mar 20 septiembre 2011 02:55 PM

Roberto M., empresario rico en acervos de éxitos y fracasos, ha invertido largos años de su vida en conquistar amigos influyentes. Convencido de que en la sociedad actual “eres” en función de “con quién te ven”, Roberto colecciona fotos donde aparece al lado de hombres y mujeres poderosos, sale de cacería de apretones de manos y abrazos a los eventos sociales y, en cualquier conversación que sostienes con él, hace siempre referencia a sus amistades y contactos con los apellidos que mueven la política y la economía del país.

- Pero Roberto M. sufre. Su mal puede denominarse “ansiedad por el estatus”: una preocupación tan constante y perniciosa que puede llegar a arruinar periodos prolongados de su vida, que lo lleva a pensar que corre el peligro de no responder a los ideales de éxito establecidos por nuestra sociedad. Es tan acentuado su estrés que cae con puntual rigor en el círculo vicioso del despojo de la dignidad y el respeto. Todo en una carrera loca e inútil para crearse un sentido de pertenencia a una comunidad que, de hecho, ni siquiera existe.

- Lo más triste, por supuesto, es que no se ha dado cuenta. No quiere aceptar que el estatus es difícil de conseguir y, en el remoto caso de que así sea, más difícil aún de mantener durante toda una vida. En su libro Ansiedad por el estatus (Taurus, 2004), Alain de Botton escarba en las raíces psicológicas, sociológicas y filosóficas de la búsqueda de estatus de los seres humanos. Con precisión de cirujano y golpes de humor, el autor suizo recorre los laberintos históricos de la insaciable búsqueda del éxito, del deseo de ser considerados ganadores que merecemos dignidad y respeto, del miedo de ser vistos por los demás como fracasados, perdedores. “Si nuestra posición en la escala nos causa tanta preocupación es porque la idea que tenemos de nosotros mismos depende enormemente de cómo nos ven los demás… Y con el fracaso vendrá la humillación: la corrosiva certeza de haber sido incapaces de convencer al mundo de nuestra valía y, por tanto, de estar condenados a contemplar a los triunfadores con amargura, y a nosotros mismos con vergüenza.”

- ¿Suena conocido? De Botton no tiene misericordia contra este impulso humano de excitación, casi salvaje, al tropezar con personas famosas, poderosas, influyentes. El fenómeno del esnobismo, con su consiguiente interés aristocrático y reflejo discriminatorio. “La evaluación de las personas a partir de su estatus hace que los esnobs se encuentren a merced de las súbitas y tragicómicas fluctuaciones del criterio que les indica quiénes pueden ser sus mejores amigos”, escribe el también autor de El placer de sufrir, Las consolaciones de la filosofía y El arte de viajar. Lo cual explica la selección esquizofrénica de amistades de Roberto M., quien cambia de héroes e inspiraciones al ritmo que le marquen las top lists de las revistas de sociales, jueces implacables del pedigrí aristocrático de la gente.

- Tremendo juego de expectativas cuyos resultados son devastadores: no se puede comprar un pasaporte al cielo. Quizá por ello, este hombre hoy se dedique a cultivar su dimensión envidiosa con una intensidad que no tiene límites, la emoción más recurrente en la que se cae cuando la ansiedad por el estatus domina el horizonte cotidiano.

- ¿Alguien se salva?

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* Javier Martínez Staines es director Editorial de Grupo Editorial Expansión y hurga en su árbol genealógico en busca de un pasado remoto que huela a aristocracia. No ha encontrado nada, por supuesto.
Comentarios: jstaines@expansion.com.mx .

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