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La generación XXI

Están hartos de trabajar en grandes corporaciones, tienen talento y quieren ser independientes.
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Tras cuatro años de intentar convencer a los directivos del banco donde trabajaba de que tenían que arriesgarse para crecer, Manuel Contreras aventuró un ultimátum: "Éste es el plan de crecimiento que quiero instrumentar. Si no lo aceptan, liquídenme." Lo hicieron –muy bien– y el ejecutivo dejó la Tesorería de Bank One en el Distrito Federal, donde había sobrevivido a cinco fusiones. Lejos de sumarse a la población de desempleados, el emprendedor revolucionó su vida profesional e invirtió su dinero en una fábrica de tapetes de diseño. Para mediados de los 90 su empresa, Pallet Design, ya exportaba.

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Las generaciones nacidas en México a partir de los 60 han presenciado crisis históricas, despidos , fusiones, adquisiciones, quiebras y escándalos. Fenómenos que han gestado una camada de ejecutivos que, alejados de la ciega lealtad de sus predecesores, conscientes de que en cualquier momento pueden ser prescindibles, abandonan grandes corporaciones para crear su propia compañía.

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Solo ante el peligro
Los riesgos de ir por la libre son altos. Contreras lo ha sentido con la contracción del mercado norteamericano que comenzó en 2000. Pero la agilidad para responder a las crisis también aumenta. Las estrategias de crecimiento en estas circunstancias deben alinearse con la experiencia que se tiene del negocio, recomienda. Así que decidió ofrecer el servicio de limpieza de tapetes, cortinas y muebles –que pronto empezará a franquiciar–.

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No se trata de una caso de éxito aislado. Es más bien ejemplo de una tendencia que promete revolucionar los ámbitos económico y social.

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Según datos difundidos por Nacional Financiera (Nafin), 40% del PIB nacional y 60% de los empleos se generan por las pequeñas y medianas empresas. Cerca de la mitad no sobreviven dos años, alerta Endeavor –intermediaria entre emprendedores e inversionistas para impulsar compañías sostenibles–.

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Malas cifras, pero entrar a los grandes corporativos nacionales o internacionales es una opción dudosa para la gente más preparada del país. Según datos del INEGI, más de un tercio de los desempleados tienen escolaridad media y superior.

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"No hay empleos, ni habrá", advierte César Pérez, director general de la mediadora. En especial, la oferta de ejecutivos está muy por encima de la de puestos disponibles. De cada 10 búsquedas de altos empleados que realizan las firmas, nueve son para reemplazar a alguien y sólo un puesto es de reciente creación, asegura Marielle de Spa, socia del despacho de cazatalentos Heidrick & Struggles. Las corporaciones ya no pueden registrar los niveles de crecimiento del pasado.

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El mismo Pérez, de 34 años, cuenta con una maestría y trabajó para la consultora McKensey. "Terminé la carrera en 1992. Si salías de ingeniería química como yo, dentro del 10% con promedio más alto de la clase, te ibas a Procter & Gamble, Unilever o Pemex." Hoy, las mismas credenciales no ofrecen similares oportunidades.

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Esta corriente está cambiando el giro de la búsqueda de ejecutivos. "La globalización ha resultado en la reducción del número de corporativos y el mercado de ejecutivos decreció", explica Sam Podolsky, antiguo cazador de cabezas y experto en gobierno corporativo. Al haber menos puestos, las exigencias hacia los empleados se incrementan. Un estudio elaborado por la Universidad de Florida revela que más de la mitad de los directores generales y sus equipos tienen que mejorar sus habilidades para pensar globalmente, ejecutar estrategias exitosas, ser flexibles en un mundo cambiante, instrumentar las estrategias apropiadas, redefinir rápidamente sus negocios y entender las nuevas tecnologías.

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Viva la independencia
Las personas que cuentan con este tipo de competencias no siempre van a estar interesadas en ponerse la camiseta de un gran consorcio. "La nueva generación de ejecutivos pretende cierto nivel de recompensa monetaria. Empero, ésta no importa tanto como sentir que están haciendo algo con significado. Buscan mucho más desarrollo que en el pasado. No me importa en qué organización estoy trabajando, me estoy construyendo como ejecutivo", explica Terry Bacon, escritor y fundador de Lore International Institute, organismo dedicado al coaching de altos empleados.

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Por lo mismo, cada vez más buscan ponerse su propia camiseta. El líder de hoy administra a trabajadores con conocimiento. Éstos suelen ser mucho menos leales y dependientes de la compañía. Cuando se van a casa se llevan el activo más importante de la empresa: su saber. Esto quiere decir que hay que administrarlos y motivarlos de otras maneras. Es gente que entiende que su trabajo o el de quien lo contrató no está garantizado a largo o mediano plazos.

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Cansado de la competencia en Wall Street y de vivir en aviones, Diego Herrera tomó una decisión poco ortodoxa: de deambular por el centro financiero más importante del mundo se fue al desierto de Coahuila para dedicarse al desarrollo de vivienda de interés social. Arrancó el proyecto en 2002 y espera terminar 250 casas en este año, con capital de inversionistas privados. Su principal ventaja competitiva es su concepto ecológico mediterráneo. "Todas las casas son blancas. Hemos trabajado mucho en el reglamento interno. Está prohibido tener negocios en los hogares, cambiar la fachada o poner protección externa. Salen en $250,000 pesos cada una. Es una idea totalmente nueva en el sector de vivienda de interés social."

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El resultado de estas tendencias es la apertura de intermediarios para apoyar la creación de nuevas empresas por parte de organismos como el Banco Mundial, asociaciones no lucrativas y las denominadas incubadoras. Un ejemplo es Endeavor. Esta agrupación se dedica a recibir proyectos de negocios dos veces al año, evaluarlos y levantar capital de riesgo. En el último trimestre tuvieron 300 solicitudes, de las cuales 20% fueron buenos prospectos, según Pérez. Al final se mandan entre cuatro y seis iniciativas a un panel internacional, donde se seleccionan entre cuatro y cinco.

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Más de la mitad de los proyectos que pasan la tercera fase vienen de ex ejecutivos, por ser los más viables. Esto se debe a que poseen experiencia en cierto ramo, conocen los huecos que hay en las corporaciones y mercados. "Hay talento, pero más en el contexto de ser empleado, no de generar plazas. El empleo no va a mejorar en el mediano plazo", advierte Carlos Paredes, director general de la Asociación Mexicana en Dirección de Recursos Humanos (Amedirh).

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Emprender con plan
Pérez se queja de que las universidades no preparan a la gente para ser emprendedora, sino empleada. De los proyectos que recibe de candidatos con maestrías, pocos saben elaborar un plan de negocios. Lo más difícil para la Amedirh, es entrenar a las personas para que abran su propio negocio y obtengan crédito. "Las crisis son épocas de oportunidad." La cultura de buscar el cobijo de una gran organización no puede continuar. A decir de Spa, sólo 10% de sus entrevistados tiene fibra emprendedora.

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El regiomontano Alberto Fernández es un ejemplo de tal minoría. Al terminar su maestría en Estados Unidos detectó que el servicio telefónico para los hispanos que ahí radican era malo. "Decidí arrancar un call center para ese segmento del mercado, con un corporativo en Houston y el centro de operaciones en Monterrey." Para iniciar su proyecto pasó 10 meses tratando de levantar capital en México, sin lograrlo. Fueron CityCorp Capital y JP Morgan quienes decidieron entrar como socios. A tres años de su surgimiento, Hispanic Teleservices Corporation emplea a más de 600 personas en el país.

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Después de la generación punto com muchos ya saben lo que enfrentan para abrir un nuevo negocio. Por lo pronto buscan regresar al ámbito corporativo mientras pasa la adversidad y pueden juntar suficientes recursos con el fin de montar su compañía. "Esto es temporal por la búsqueda de estabilidad y seguridad. A largo plazo van a buscar abrir su propia firma", predice Spa.

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Una vez que probó las mieles y sinsabores de ser libre, esta generación no toca puertas. Ninguno de los entrevistado expresó la intención de dejar su labor independiente. "Nunca volvería a una empresa. Prefiero el riesgo. Si llegara a vender mi firma sería para abrir otra", dice Felipe William son, director general de Dock-Etc, administradora de información. En una sociedad que se queja de la falta de empleo y oportunidades, este emprendedor levanta la voz sobre la abundancia de oportunidades en todos los sectores. En Colombia su negocio fracasó por la situación económica. En un entorno hostil, su apetito por el riesgo lo trajo a México y este año calcula facturar $18 millones de pesos. Con clientes como Pemex y las administradoras de fondos para el retiro (Afore), su organización se ocupa de archivo vivo y muerto. "Empecé a identificar a mis competidores en la Sección Amarilla, traté de ver cuál era el mercado, las especificaciones." Convenció a un grupo de inversionistas privados sobre la viabilidad del plan y arrancó. Hoy emplea 82 personas.

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Las oportunidades están ahí pero hay que buscarlas, arriesgarse y explotarlas. Urge que las autoridades faciliten la apertura de nuevos negocios ante el fracaso en crear las condiciones para que se generen empleos. Contreras, por ejemplo, quiere poner un pequeño hotel de lujo para ejecutivos que no quieren ser un número de habitación y que prefieren el concepto europeo bed and breakfast. "Tengo unos amigos en España que lo pudieron abrir en un mes y yo llevo seis meses con los trámites burocráticos." Por otra parte, la cultura de no prestar y el escaso capital de riesgo tampoco ayuda.

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No es un obstáculo insuperable, pero sí un predicamento. Ante la falta de crédito para pequeñas y medianas empresas nace la creatividad. Alfredo de la Rosa y sus socios comenzaron un negocio de encuestas de campo usando sus teléfonos celulares, radiolocalizadores y oficinas improvisadas en casas. El método para obtener liquidez fue a través de anticipos al comenzar con un proyecto. Hoy cuentan con un representante en cada estado y coordinan encuestas electorales en toda la república. Con su experiencia en hacer investigación de campo para INEGI y el diario Reforma, lograron que su empresa, Opina, ofrezca empleo temporal a gente en el territorio nacional. Este año calculan facturar $15 millones de pesos, suma muy por encima de los salarios que él y sus socios percibían como empleados.

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El modelo industrial de los trabajos de toda la vida no puede absorber a esta nueva generación. "$100 millones de pesos para el desempleo [cifra destinada por el gobierno a  este fin] no es nada, crear plazas laborales es carísimo. Mientras no haya un plan estratégico de fomento al trabajo, difícilmente se van a abrir centros", concluye Paredes. Herrera, poseedor de una maestría en la London School of Economics,  quien tiene planeado continuar construyendo vivienda popular: "No contemplaría regresar a un banco, porque mi empresa será un gran corporativo."

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Esa esperanza mueve a toda una generación.

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