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La muy estable Incertidumbre

500 empresas reflejan fehacientemente el acontecer económico de nuestro país. ¿Cómo nos vemos en
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Hombres y mujeres que laboran en las compañías más destacadas de México: ¡admiramos su heroica resistencia! En el país del no pasa nada, en el que hemos aprendido a respirar bajo el agua durante largos años, hacer negocios (serios, por supuesto) es una suerte de deporte extremo de alto riesgo.

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Desde 1977, Expansión publica de manera ininterrumpida el análisis sobre Las 500 empresas más importantes de México, una estampa fiel del acontecer microeconómico de una nación que, desde entonces, ha sido sometida constantemente más a caprichos y costosos errores de diversos gobernantes que a decisiones con final feliz. Si bien sería injusto soslayar algunos avances, el saldo es negativo. Y una de las mejores maneras de medirlo es, precisamente, a través de la radiografía de Las 500. Falta mucho vigor a las corporaciones mexicanas.

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En una reciente reunión del Consejo Asesor Editorial de la revista, varias voces coincidieron en que uno de los ancestrales problemas que impide el despegue hacia el desarrollo sostenido es  el no saber –tan característico de la idiosincracia latinoamericana– qué queremos ser cuando seamos grandes. Otras naciones (el caso de Singapur se ha repetido hasta el cansancio) tienen un mapa de navegación muy claro para construir su futuro en plazos de 10, 20 y hasta 50 años. Aquí todavía no logramos edificar un aeropuerto. Hace un par de décadas, España optó por Europa y dedicó  sus esfuerzos a ponerse a la altura de sus vecinos. Acá aún necesitamos lecciones de geografía.

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No debe sorprendernos, pues, que hoy estemos nadando de muertito, cobijados por un muy estable clima de incertidumbre y dando largas vueltas en círculo: ¿apostamos a Norteamérica?, ¿queremos ser un país maquilador?, ¿viviremos de exportar barriles de petróleo?, ¿vamos a apostar todo a una oferta turística diversificada?, ¿tenemos la competitividad suficiente para consolidar exportaciones?, ¿fortalecemos a través de mecanismos fiscales el mercado interno?, ¿hacemos de todo un poco?

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Las preguntas pueden continuar hasta llenar decenas de páginas. Lo que queda claro es que urgen definiciones y esfuerzos, integrales (esto no puede ser sólo voluntad del gobierno) y sincronizados, para lograr una visión de prosperidad  económica.  ¿Y dónde está el piloto?

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–Los editores

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