Empresas como Lycra, Ivonne, Keds, NH Hotels y otras tantas han huido de las agencias de publicidad grandes por no ser tomadas en cuenta y se han acercado a las agencias chicas, o boutiques creativas, para que les desarrollen sus estrategias de comunicación a precios atractivos para ambas partes.
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Y qué decir de los despidos masivos que se presentaron en la mayoría de las agencias de publicidad de la Ciudad de México. Esto dejó libres a cientos de profesionales de la comunicación y la publicidad. Hoy, como en ninguna otra época, los servicios de comunicación en el país se han pulverizado.
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Los clientes insatisfechos, es decir, aquellas empresas con menores presupuestos y la gran industria de las PYMES, cada vez son más visitadas por firmas de publicidad nuevas o pequeñas, quienes les presentan sus credenciales o el pitcheo de algún proyecto.
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La curva de aprendizaje en la mayoría de los casos todavía es larga. Las PYMES, o aquellas firmas con una estructura de negocio muy familiar, no han desarrollado una cultura interna de publicidad. Por ello, todavía les cuesta trabajo entender los procesos, los costos y la calidad que los profesionales les ofrecen.
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Aunque es difícil discernir el futuro de esta nueva relación entre publicista y este tipo de compañías, lo que sí es obvio para varias empresas es que es más fácil la movilidad y la adaptación a las necesidades del cliente. Mientras que una agencia grande mueve sus recursos, su gente y sus tiempos de manera más lenta debido al tamaño de sus clientes; una agencia chica reacciona más rápido y mejor.
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Obviamente, agencias del tamaño de McCann, de Y&R, de Lowe o de Terán, no sienten por ahora temor por el trabajo que desempeñan las firmas pequeñas de publicidad. Sin embargo, más adelante, cuando las agencias nuevas hayan sobrevivido a su primera etapa, se harán más grandes y peligrosas. Y ahí es donde el aprendizaje de venir con otra movilidad y otros principios de servicio cobrará sus frutos.
*El autor es director de Tanque Group.