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Las dos realidades de la economía

Más allá de compartir o no el modelo económico, los empresarios piden definir cuál es el proyect
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Ante la opinión pública se ha escenificado una intensa polémica entre empresarios y funcionarios gubernamentales acerca de los frutos que ha producido la política de ajuste. De acuerdo con los primeros, no se ven señales claras que indiquen la posibilidad de una recuperación; por su parte, representantes del gobierno han insistido en que lo más grave ya se superó y cada día se refleja en mejores -indicadores económicos.

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En torno a esa polémica puede señalarse que, sin duda, ahora es posible destacar algunos elementos que marcan la diferencia con respecto a la situación de 1995 y, si no hay factores que generen -distorsiones, éstos podrían seguir mejorando paulatinamente. Sin embargo, los avances aún son muy vulnerables, no obedecen a un plan de largo plazo y, lo más grave, no van con la velocidad requerida.

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¿Una realidad, dos perspectivas?
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Entre otros, uno de los indicadores que utiliza el gobierno para decir que está cerca la recuperación, es el comportamiento de la producción industrial. En efecto, desde el segundo semestre del año pasado el índice del volumen de producción industrial ha mejorado ligeramente.

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Sin embargo, hay elementos que ponen en duda la firmeza de esa mejoría. Por ejemplo, en estos días es común escuchar el caso de empresas que ya han logrado una mayor colocación de pedidos, sólo que eso ocurre en condiciones en que no les es posible surtirlos. Sucede que si bien los comercializadores demandan mayores volúmenes, también están pidiendo plazos de pago más amplios. El fabricante se ve obligado a tomar el pedido para mantener su planta en operación, pero cuando acude a los proveedores de materias primas, éstos les ponen como condición el pago por adelantado. Como las posibilidades de recuperar sus recursos se retrasan y los tiempos para utilizarlos como capital de trabajo se recortan, no es difícil que las empresas acepten condiciones leoninas y en ocasiones entren en crisis.

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Otros productores, la mayoría, no se lamentan y han tomado diversas medidas para superar esa escasez de capital de trabajo: realizan operaciones de trueque, juegan con sus tiempos, se apoyan en operaciones de factoraje y hacen un uso más eficiente de sus inventarios. No obstante, además de que algunas de esas medidas implican costos altos, no son suficientes para cumplir con los compromisos o hacer frente a problemas de pago.

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Algo semejante ocurre con las empresas que estarían en posibilidades de exportar y que no lo hacen por carecer de financiamiento.

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En la raíz de esta situación está la contracción del mercado, la crisis del sistema financiero, la ausencia de medidas para apoyar a las empresas y la incapacidad para generar consensos alrededor de un proyecto de nación.

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Así, por ejemplo, las medidas adoptadas para rescatar a la banca sólo atacan un aspecto del problema. Mientras que esas instituciones se fortalecen poco a poco, las empresas de todo tipo enfrentan graves dificultades para mantenerse en operación o se ven obligadas a cambiar de manos.

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En esas circunstancias se presenta la polémica entre funcionarios y dirigentes empresariales. Efectivamente, la situación ha cambiado en comparación con 1995, pero todavía persisten los problemas.

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El énfasis empresarial
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Aunque en los medios de difusión algunos columnistas dicen que los empresarios están demandando una liberación irresponsable del gasto público y una política monetaria -expansionista y que por ello se rechazan sus propuestas, eso no es del todo cierto.

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Entre las propuestas empresariales que merecen un mayor análisis destaca la necesidad de establecer una nueva relación con el gobierno, no de complicidades, sino de unión de esfuerzos.

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También sobresale su reconocimiento a la urgencia de generalizar una cultura empresarial que propicie la integración de cadenas productivas, que se base en el apoyo entre proveedores de materias primas y transformadores. Para ello se requiere, entre otras cosas, de una legislación mercantil transparente y de aplicación expedita que sólo puede formularse a partir de los consensos.

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Asimismo, son importantes sus propuestas en torno a las posibilidades de reducir los trámites burocráticos que impiden y encarecen la operación de las empresas. No se trata, como han señalado algunos, de eliminar toda la regulación, ya que eso no es posible e, incluso, en algunos casos las tendencias mundiales anuncian que no habrá liberalización, sino que la regulación será cada vez más estricta. Lo que sí es posible, y no debe esperar, es hacer una regulación eficiente que no propicie corruptelas.

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En particular, en lo referente al gasto público, no se pretende liberarlo ni incurrir en déficit que den lugar a nuevos desequilibrios. Lo que sí es parte fundamental de la propuesta empresarial es que se garantice su utilización responsable. Ésta insiste en que al reconocimiento de la escasez de recursos debe responderse con una aplicación honesta y eficaz, sin caer en medidas parciales o de clientelismo político. Por ejemplo, se acepta que es necesario impedir la quiebra del sistema bancario, pero se cuestiona si todas las instituciones merecen el mismo trato. Asimismo, se considera indispensable que los subsidios se orienten lo mejor posible, pero existen dudas acerca del uso que se haría de una “tarjeta de los pobres”, que podría resultar un subsidio para el sistema político.

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En el centro de las propuestas de los empresarios se encuentra, finalmente, la demanda de establecer un programa de desarrollo industrial de largo plazo, pues se advierte que sin ese programa carecerían de guía todos los puntos anteriores y quedarían sin sustento medidas como la privatización de la -petroquímica, la eliminación de subsidios a productos básicos o los esfuerzos para generar ahorro interno o mediante las Afores. Para los empresarios y amplios sectores del país ya no es posible seguir adoptando medidas que podrían brindar resultados de corto plazo, pero cuyos efectos a futuro no son valorados cuidadosamente.

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En fin, más allá de la polémica en torno al gasto público y la política monetaria, en la propuesta de los empresarios se considera urgente el análisis del proyecto de país que se pretende. En lo inmediato, la ausencia de ese proyecto podría limitar la fuerza de la recuperación.

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