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Las pérdidas de Atenco

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Valores importantes se han perdido en Atenco. Ya se nos fue la invaluable vida de un campesino (aun cuando haya hecho más daño una diabetes mal curada que los golpes de la trifulca). Es posible también que hayamos dejado pasar la mejor alternativa para el nuevo aeropuerto metropolitano. Si bien estos saldos son de suyo graves, hay pérdidas quizá menos visibles, pero que a la larga causarán más estragos.

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Para empezar, se fue la posibilidad de demostrar que esta administración está decidida a gobernar sin aceptar chantajes. A punta de machete, el gobierno mexicano tuvo que reconsiderar.  Ahora, todo campesino, con o sin razón, debe estar afilando su herramienta para respaldar su próximo reclamo social. Siendo justos, este antecedente nos es peor que cualquiera de los inaugurados por el priato. Sin embargo, choca de frente con la expectativa de cambio que impulsó a un nuevo partido a Los Pinos. Al quedar claro cuál es el camino para doblegar a la autoridad, cualquier iniciativa de transformación que tenga incidencia en grupos de interés encontrará un camino más espinoso.

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¿Qué pasará ahora por la mente de los opositores a la reforma energética? ¿Cómo irán a reaccionar los grupos  frente a una verdadera reforma fiscal o financiera?

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Además de atestar un severo golpe al Estado de derecho, el Atencazo pone de manifiesto que se siguen desperdiciando oportunidades para hacer las cosas bien en la función pública. ¿Qué clase de valuación económica es esa que pasa de $7 a $500 pesos por metro cuadrado en unos cuantos días? ¿Qué cuentas estarán sacando ahora los ejidatarios de Tizayuca?

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Se hace patente también que, pese a sus esfuerzos,  el gobierno federal aún no logra una coordinación adecuada, ni con las entidades federativas, ni con el Congreso, ni consigo mismo. Es de suponerse que la Sagarpa conocía bien a los ejidatarios macheteros de Atenco. Es lógico pensar que la Sedesol debería tener interlocución con los líderes sociales de la zona. Es natural también creer que la Semarnat sostenía una antigua relación con los pueblos aledaños a Texcoco. ¿Aprovecharon todo esto la SCT o la Secretaría de Gobernación para amarrar acuerdos antes de lanzarse al aeroruedo?

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Gobernar no implica sólo decidir, gastar y buscar consensos a posteriori, cuando la bomba ya estalló y el chantaje está en su apogeo. Una coordinación oportuna y efectiva en el gobierno evitaría el desperdicio de los pocos recursos que a este país aún le quedan para gobernar.

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-El autor es analista de temas económicos y financieros.

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