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Lo que la apertura podría hacer por un

Al abrir sus fronteras a la inversión extranjera, México obtuvo un valioso cheque en blanco que po
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Inversión y tecnología son el binomio del desarrollo económico, político y social de un país.

- Pero estas palabras no significan tan sólo dinero y ciencia, sino que están integradas por elementos que juegan papel decisivo en la evolución de un país. México encaja muy bien en este contexto: su apertura económica, sus innumerables modificaciones en las diferentes legislaciones y su integración a una de las zonas comerciales de mayor importancia en el mundo han hecho del país un receptor de estos dos principios del desarrollo actual.

- La transformación de México no ha sido en solitario, sino que se ha apoyado en países de avanzada como Estados Unidos, Canadá, Alemania y otros más. Sin embargo, dentro de estas relaciones bilaterales destaca la que prevalece entre Alemania y México, la cual parece ser la más exitosa.

- Aunque Alemania no ve a México como su única oportunidad de inversión, sí le representa un lugar importante para competir con sus contrincantes mundiales: Estados Unidos y Japón.

- Alemania tiene más de 340 empresas instaladas en México, algunas de ellas como filiales, otras asociadas con una contraparte mexicana y varias más sólo con oficinas de representación en el país.

- En los últimos años, la inversión germana en México ha crecido en forma exorbitante. El país ha dejado de ser una economía cerrada y sus fronteras se han abierto más allá de lo imaginado hace 10 años. “Desde que México entró al Acuerdo General de Aranceles y Tarifas (GATT) se pensó en modificar una serie de leyes que obstaculizaban la inversión extranjera en México”, apunta Oscar Becerril, especialista en legislación sobre propiedad industrial. Bajo este principio se hicieron modificaciones en materia de inversión foránea en México y sobre propiedad intelectual y patentes, aspectos íntimamente relacionados.

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- Para empezar, se eliminó el famoso principio de la separación accionaría, mejor conocido como la participación del 49-51%. Los sectores protegidos o restringidos a la inversión privada, como eran los de alimentos, medicinas y minería, principalmente, así como la industria petroquímica se abrieron en algunas de sus ramas. La apertura implicaba también nuevas legislaciones que protegieran tanto a los inversionistas locales como a los extranjeros, además de definir la participación del estado en estos temas.

- “No había garantías para las empresas extranjeras y, por consiguiente, muchas de ellas evitaban venir a México o ampliar sus inversiones en el país”, recuerda Becerril.

- La inversión de las empresas no sólo implica la decisión de trasladar capitales a un país determinado; significa también una transferencia de tecnología y conocimientos hacia ese país.

- Para la toma de decisiones de inversión en otro país se analizan muchos factores clave, entre los que sin duda destacan los siguientes: las facilidades o leyes que rigen la participación extran­jera, las particularidades del mercado local, las condiciones de manufactura, los insumos locales y, por supuesto, los trabajadores.

- Cuando México ingresó al GATT se enfrentó a un panorama completamente desconocido. “Hasta antes de la apertura la industria local tenía un considerable atraso, pero sobrevivía a pesar de las carencias. La entrada al GATT cambió el escenario y se tuvo que revertir la situación”, afirma Becerril.

- Surgen así principios desconocidos para los mexicanos, pero muy aplicados en el exterior. La competencia, la productividad y la modernización, entre otros, fueron los primeros conceptos que llegaron al país y que buscaban evitar el desastre frecuentemente pronosticado: la desaparición de la industria local.

- Adquirir nuevas tecnologías, nuevos programas de producción y, sobre todo, sistemas novedosos para enfrentar la agresiva competencia internacional no era tarea fácil, ya que las condiciones para fomentar la llegada de nuevos conocimientos no estaba contemplada bajo el nuevo esquema de apertura. Durante su gobierno, de 1982 a 1988, Miguel de la Madrid comenzó a introducir las reformas necesarias para permitir que otros países no sólo invirtieran en México, sino que trajeran con ellos nuevos desarrollos y tecnologías de punta.

- En el siguiente sexenio, el de Carlos Salinas de Gortari, estas reformas se tradujeron en importantes modificaciones a la ley de protección a la propiedad industrial y patentes, así como una nueva legislación sobre inversión extranjera. Estos cambios lograron consolidarse posteriormente, una vez negociado y firmado el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá.

- Leyes a tono
“El registro de marca y las leyes de copyright en México son importantes cambios a las leyes de propiedad intelectual que estimularán significa­tivamente la inversión”, apuntaba entonces un informe de la Corporación Financiera Internacional (CFI), organismo filial del Banco Mundial.

- Y así fue. Países como Estados Unidos, Canadá, Alemania, Japón y otros, dirigieron sus ojos hacia México, que entonces ya barajaba la oportunidad de conformar una zona de libre comercio con sus vecinos del norte de América, Estados Unidos y Canadá. 1991 y 1992 fueron los años en que México registró los mayores montos de inversión extranjera. Alemania fue sin duda uno de los países más activos en ese renglón: pasó de invertir 896 millones en 1986 a 3,134 millones de marcos en 1991, de acuerdo con las cifras del Deutsche Bundesbank.

- A esta euforia siguió el paso decisivo para hacer que los ojos del exterior se posaran en México: los tres países de América del Norte se unían para conformar una zona de libre comercio en la región.

- Si alguna duda tenían los empresarios alemanes en ampliar su presencia al sur del río Bravo o, en su caso, asentarse por primera vez en este país, quedó totalmente despejada. La inversión germana comenzó a fluir sistemáticamente en sectores como el automotriz, el químico y el farmacéutico o, así como en las áreas electrotécnica, metalmecánica y de maquinaria y equipo.

- Pero la construcción de nuevas plantas o la instalación de nuevas unidades de producción también implicó una transferencia de conocimientos, habilidades y metodologías a México. “La asimilación de tecnología es un esfuerzo más allá de recibir equipo, recetas e instructivos”, afirma Ernst Hauff, asesor técnico industrial y capacitador alemán con muchos años trabajando en México.

- Resuelto el problema de seguridad industrial, ampliadas las facilidades de inversión extranjera y conformada la zona de mayor comercio en América, los empresarios foráneos se enfrentaron al problema de transferir sus conocimientos y tecnologías hacia este país que concentraba factores decisivos de inversión como son el mercado potencial doméstico y externo, importantes volúmenes de producción, disponibilidad de insumos locales y, por supuesto, el tamaño de su población, que sumaba cerca de 80 millones de personas en la década de los 80 y actualmente llega a 91 millones (aun cuando su nivel educativo no es de los más altos de la región: el promedio se ubica en el cuarto año de primaria).

- “La falta de preparación es consecuencia de una falta de aceptación de las realidades del mundo tecnológico y de que esta aceptación se logra difícil y lentamente, tanto por un proteccionismo exagerado como por el desesperado deseo de convertirse de la noche a la mañana en desarrollado”, señala Hauff.

- La industria alemana, reconocida internacionalmente como una de las más dedicadas a las actividades de investigación y desarrollo, se enfrenta en México al fuerte problema de la falta de capacitación técnica de la población. México, un país de licenciados, doctores y administradores, no cuenta con suficientes profesionales técnicos que impulsen la industria local.

- Alemania, un país desarrollado, sabe que la formación profesional sirve a dos fines: a facilitar a los jóvenes las bases para el seguimiento de una ruta profesional exitosa y a dotar a la economía local de personal especializado. Y si México cuenta con la posición estratégica para invertir y tiene una población joven tan amplia, la situación es más que ideal para desarrollar su famoso programa “Sistema Dual de Formación Profesional”, que implica práctica y teoría en el mismo nivel.

- El sistema dual tiene su origen en Alemania. Actualmente, 70% de su población se forma con ese sistema, que debe su nombre al trabajo en conjunto que llevan a cabo escuela y empresa en la adaptación del participante a la vida profesional a lo largo de un periodo de tres años, durante los cuales dedica 80% del tiempo a aspectos prácticos y el 20% restante a la parte teórica.

- Cuestión de dualidades
Bajo este principio, las empresas alemanas comienzan a tomar sus propias decisiones para capacitar a su gente. La industria química alemana asentada en México estableció— el Centro de Capacitación para la Industria Química, mejor conocido como CECIQ. Rafael Uribe, subdirector de esta institución, afirma que através del centro “proveemos a la industria de mano de obra altamente calificada, formamos operarios eficientes y difundimos el ‘sistema dual’ de capacitación”.

- El CECIQ cuenta con cinco carreras o especialidades en correspondencia con las necesidades de la industria: instrumentación industrial, mecánico en planta, quimicante, electricista industrial y operador de procesos.

- Estrechamente vinculado al sector que le dio origen, el centro se adapta a las necesidades de la industria, explica Uribe. Por ejemplo, la carrera de instrumentación industrial se desarrolló con base en la demanda de la empresa. Pero no sólo la industria química alemana —representada por Bayer, Hoechst y BASF— ha tomado en sus manos la responsabilidad de capacitación de los mexicanos. Empresas como Volkswagen, Bosch, Festo, Mercedes-Benz, ABB, AEG y Siemens cuentan también con programas propios de capacitación e instalaciones de aprendizaje.

- “La preparación profesional de la población activa es cada vez más decisiva para el éxito económico de las empresas y de las economías nacionales. Las inversiones en el sector de la enseñanza profesional son, por consiguiente, inversiones para el futuro, que repercuten con creces en beneficios a mediano y largo plazo”, apunta un informe sobre el sistema dual en el país teutón.

- Aunque otros países también aplican los mismos conceptos que los empresarios alemanes al momento de invertir, los especialistas reconocen que Alemania es, por mucho, el que mayores esfuerzos hace en México para capacitar a la mano de obra local a fin de que esté en condiciones cumplir con los requisitos para el uso de la tecnología que ellos mismos (los alemanes) están descubriendo y desarrollando en su país.

- La contribución germana en materia de capacitación no es sólo dentro de la industria. También se cuenta con algunos convenios de asesoría en áreas como la asistencia jurídica y la cooperación cultural; en materia de intercambio para la reforma administrativa entre el parlamento alemán y el congreso legislativo de México, así como el convenio básico de cooperación científica y tecnológica y el acuerdo de cooperación en asuntos ambientales.

- Alemania es uno de los países que mayor prioridad le da a los asuntos ambientales, mientras que México es una de las naciones con mayores problemas en esta materia. Este panorama ha hecho que el intercambio entre los dos países sea cada vez más fuerte y que aumente la presencia de especialistas alemanes que trabajan con los expertos mexicanos para resolver problemas y promover un desarrollo sustentable.

- Bertram Nagel es el coordinador de la agencia alemana de cooperación técnica, llamada GTZ, que trabaja con el Departamento del Distrito Federal, la Secretaría del Medio Ambiente, la Comisión Nacional del Agua y otros organismos gubernamentales mexicanos para desarrollar una serie de proyectos tendientes a mejorar las condiciones ambientales del país.

- “Actualmente participamos en el proyecto de monitoreo de las condiciones ambientales, es decir, el registro de la contaminación del aire, así como en un proyecto de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y GTZ sobre residuos peligrosos”, informa el especialista.

- A estos dos proyectos se suma un plan de desarrollo sustentable en el estado de Quintana Roo, que “se elaboró para que la gente que vive en la zona pueda aprovechar los recursos naturales y mantener el ecosistema. También tenemos algunas acciones conjuntas con Guatemala en la zona froteriza con México”, agrega Nagel.

- La protección al medio ambiente no sólo se ha convertido en una bandera política, sino también en un factor importante al momento de invertir. “Es un tema político porque impacta intereses importantes de la industria. En la situación económica actual es difícil concientizar a la gente de que no tiene condiciones de invertir. No es sólo materia de voluntad sino de posibilidad”, agrega el experto.

- Y esto es lo que el gobierno alemán busca transmitir a México. La GTZ, en un proyecto conjunto con la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra), capacita a la pequeña y mediana industria, que no tiene experiencia con el manejo de sistemas ecológicos. Este es el caso de la industria de galvanoplásticos y los talleres mecánicos que arrojan aceites al alcantarillado. “Les apoyaremos con pequeños créditos para que puedan adquirir o renovar su tecnología. Vamos a asesorar y a capacitar para que mejoren sus actividades”, apunta Nagel.

- Beneficios mutuos
Pero si bien es cierto que estas aportaciones tecnológicas han contribuido fuertemente al desarrollo económico, político y social de México, también lo es que la propia industria alemana se ha favorecido con ello. Química Hoechst de México ha visto retribuido su esfuerzo con la participación mexicana en sus innovaciones productivas. “México ha adaptado su estructura interna a las condiciones del mercado y se ha convertido en un país clave”, dice Juan Balassa, director de la unidad de negocios tensoactivos de Química Hoechst de México. El camino no ha sido fácil de andar, pero sí muy satisfactorio.

- En 1986 Química Hoechst adquirió la estadounidense Celanese Corporation. Este acuerdo de compra comprendía a todas las filiales de Celanese en el mundo, incluida por supuesto la filial mexicana. La operación fue considerada una compra estratégica para reforzar la presencia del grupo en el mercado estadounidense, sin embargo, los cambios del mundo también jugaron su papel. Después de haber mantenido una participación minoritaria en Celanese Mexicana, la firma alemana obtuvo el control total de la empresa y la convirtió en una parte importante de las operaciones en Norteamérica de Hoechst AG, la casa matriz.

- El aprovechamiento que Celanese Mexicana ha hecho de la tecnología, el servicio técnico al cliente, los procesos de producción y toda la filosofía del Grupo Hoechst les ha permitido fabricar algunos productos que luego son lanzados al mercado mundial. “Productos de punta de aplicación a escala internacional”, dicen con orgullo Balassa y Horst W. Kawan, otro de los directivos de las unidades de negocios de Hoechst.

- “Este proceso se ha dado lentamente, pero muestra las características de lo que México puede hacer una vez asimilados todos los conocimientos”, agrega Balassa. Kawan, director de la unidad de negocios de pigmentos y colorantes, amplia esta apreciación. “Tenemos un desarrollo hecho en México que fue único a nivel mundial. El teñido de una fibra lo hemos desarrollado con un proceso elaborado aquí y es importante. Es un ir y venir de la tecnología”, apunta el ejecutivo.

- Pero aunque todo parezca funcionar como reloj, no es sencillo. Las condiciones culturales son opuestas, aunque el objetivo es común. “Trabajamos bajo condiciones culturales diferentes y por eso siempre analizamos los problemas desde la óptica mexicana”, dice Nagel, el coordinador de GTZ y un viajero constante.

- Balassa refuerza la tesis. “Por la formación e idiosincrasia latina, a veces (la labor) es difícil. En ocasiones al mexicano le cuesta trabajo, y no es tan fácil, transferir nuevos conceptos. Se tiene la teoría de que hay que hacer lo que dice el jefe y eso a veces limita la creatividad. Yo creo que hay que saber ejecutar las órdenes, pero también tener decisiones propias”, dice Balassa.

- El esfuerzo ha sido arduo, pero la transferencia de tecnología no es sólo adquirir y usar la tecnología como quien compra y maneja un automóvil, como bien apunta Hauff. “La asimilación de conocimientos, incluso tecnológicos, es el resultado del esfuerzo echo por un individuo, o un grupo organizado de individuos, para apropiarse y comprender los elementos necesarios para poder conservar y desarrollar lo aprendido”, agrega.

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