Los motores reales del crecimiento
La economía mexicana ha retomado una senda de avance después de un largo periodo de estancamiento. Las previsiones señalan un incremento del PIB de 4% para este año y el próximo. Las cifras, a veces pequeñas en apariencia, ocultan la relevancia de ciertos acontecimientos. Así, por ejemplo, un punto porcentual del PIB significa aproximadamente $74,000 millones de pesos de ingresos para la economía. Esta cifra (medida en unidades de valor agregado), traducida a ventas equivale aproximadamente a $370,000 millones de pesos en un año, lo que no es poca cosa.
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El crecimiento económico no es responsabilidad fundamental del gobierno, sin embargo, la administración actual alentó una expectativa de 7% anual, que no se ha cumplido. La diferencia entre lo observado y lo prometido comúnmente se achaca a la desaceleración de la economía estadounidense y a la falta de las reformas estructurales, que se endosa a aquellos legisladores carentes de visión y de compromiso con el país.
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En los círculos oficiales se afirma que de haberse aprobado las reformas fiscal, energética y laboral, el crecimiento económico posiblemente habría sido mayor hasta 1.5 puntos porcentuales por año, en comparación con lo observado. No es una estimación disparatada, aunque los cambios producto de estas reformas no son necesariamente un motor que inyecte potencia permanente al crecimiento económico.
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En todo caso constituyen un aliciente muy importante, pero siempre con efectos temporales. A mitad de la década de los 90, el gobierno instrumentó una importante reforma fiscal para abatir el déficit público; estableció una política de libre comercio internacional sin precedente, coronada con el TLCAN y privatizó numerosas industrias. En su momento esto generó una enorme vitalidad económica, no obstante, 10 años después los cambios fueron desgastándose hasta ser insuficientes para escudarnos de la atonía posterior.
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Para lograr un crecimiento sostenido y superior al de los socios del TLCAN, se requiere avanzar en otros frentes. Para un crecimiento firme y perdurable se requiere atender además otros factores cuya instrumentación ha sido escasa por mucho tiempo. Tres son los más importantes: acelerar la modernización tecnológica pública y privada; elevar el acervo de conocimiento del país y fortalecer los derechos de propiedad.
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México es una de las naciones que menos recursos destina a su modernización tecnológica. Así por ejemplo, en el gasto (público y privado), en innovación y desarrollo e informática ocupamos uno de los últimos lugares en el concierto internacional. Por su parte, la división de tareas entre las políticas públicas y las acciones de la iniciativa privada para promover la acumulación de conocimiento y fomentar la modernización tecnológica del país es asunto poco atendido y, por ende, la falta de resultados.
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Asimismo, el reforzamiento de los derechos de propiedad (por la vía de normas, contratos y litigios que se respeten a bajo costo), continúa rezagado. De seguir relegándose estos temas a segundo plano, el crecimiento económico permanecerá en el tope, por más reformas que se intenten emprender en campos tan destacados como el fiscal, energético y laboral.
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El autor es economista. Comentarios a magg01@hotmail.com