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Los saldos de un costoso arranque

En 11 meses de operaciones, las 17 Afores que salieron a competir por los fondos de ahorro de los tr
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

A punto de cumplir un año de que se abrieron las compuertas de la seguridad social, férreamente custodiadas durante más de medio siglo por el Estado, 17 competidores salieron disparados en una carrera que empieza a marcar liderazgos, rezagos y caídas.

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Las ahora famosas Administradoras de fondos para el retiro (Afores) de los trabajadores empiezan a evaluar la locura de un arranque que saturó los medios de difusión y significó inversiones aproximadas de $500 millones de dólares en total. Ante la apuesta a este millonario negocio, la pregunta sobre su rentabilidad surge de manera espontánea.

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La interrogante hoy, se cuestiona Fernando Solís, presidente de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), “es qué tan conformes están los accionistas de las Afores con la rentabilidad que están obteniendo. Puede que no estén perdiendo dinero, pero a lo mejor no es lo que esperaban y existen otros instrumentos de inversión más atractivos”.

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El panorama de la industria del retiro no es alentador: de 17 Afores, 10 han arrojado pérdidas y dos, Previnter y Génesis, están a punto de ser fusionadas a Profuturo GNP y Afore Santander Mexicano, respectivamente.

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Sin embargo, el primer año de operaciones no necesariamente debe reflejar números positivos en los saldos, matiza Solís, puesto que el grueso de las inversiones se realizó en los primeros meses de arranque y aún hay que esperar a que se recuperen. Pero si a esto se agrega una estructura de costos inadecuada, que no se corresponde con el número de trabajadores que se espera afiliar, entonces la recuperación podría ser más lenta o no llegar a concretarse, como pudiera ser el caso de algunas empresas cuyos nombres prefiere no mencionar.

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Debido a lo anterior, Solís prevé que habrá más fusiones en un futuro no lejano debido a que algunas Afores gastaron demasiado en el arranque. Un dato interesante al respecto es que la Consar no ha recibido ninguna solicitud de autorización para nuevas Afores.

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Las predicciones sobre la dinámica del mercado son las mismas para Ralph Peters, presidente de la Asociación Mexicana de Afores (Amafores) y para Eduardo Silva, director general de Profuturo GNP: en dos o tres años quedarán 10 o 12 administradoras.

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Peters considera que el problema no radica en el tamaño, sino en la estructura de costos. Si una empresa proyectó afiliar equis número de trabajadores y no llegó a esa cifra, pero sus gastos fueron altos, entonces tendrá un futuro incierto.

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DÓNDE ESTÁ EL ÉXITO
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A pesar de este panorama, el inmenso pastel que representan 14.8 millones de trabajadores resulta un atractivo estímulo para continuar en la batalla comercial.

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Los entrevistados coinciden de entrada en que fue un éxito afiliar a 12112,151 trabajadores entre el 3 de febrero de 1997 –fecha en que inició la afiliación– y el 7 de mayo de este año, pero aún quedan cerca de dos millones por escoger una Afore.

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Las expectativas iniciales de afiliación del sector fueron rebasadas en casi un millón de trabajadores, incluso por encima de lo alcanzado en otros países de América Latina.

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La combinación de 70,000 promotores que recorrieron en todo el país los centros de trabajo y los gastos en capacitación, sueldos y publicidad por cerca de $350 millones de dólares en conjunto, hizo posible el cumplimiento de esta tarea.

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Sin embargo, la cereza del pastel es el segmento de trabajadores que percibe mayores ingresos –de 10 a 25 salarios mínimos– y que representa 10%, en tanto que la rebanada magra son los casi cuatro millones de trabajadores inactivos (que ya no tienen aportaciones, pero cuyo dinero sigue generando intereses).

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La participación de trabajadores de altos ingresos, inactivos y de bajas percepciones, afirman los entrevistados, debe guardar un equilibrio tal que permita a las Afores mantener una estructura de costo-utilidad sana.

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Y es que el éxito de una Afore depende, precisamente, del equilibrio entre diversos factores, entre los que sobresalen: la cantidad de afiliados, sus ingresos, su permanencia en el empleo, los servicios y comisiones. Pero en este negocio no hay desperdicio. Eduardo Silva señala que la estrategia de Profuturo –integrada en 51% por Grupo Nacional Provincial, en 25% por Banco Bilbao Vizcaya y en 24% por la administradora de pensiones chilena Provida– fue acercarse a las ciudades pequeñas y medianas donde los trabajadores no tienen mucho contacto con los bancos, sus ingresos no son tan altos y su permanencia en el empleo no es segura o de largo plazo. Ubicada en el tercer lugar en número de afiliados, Profuturo no desestima, sin embargo, el riesgo de contar con los empleados menos atractivos.

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Esta Afore fue la primera en concretar una fusión, en este caso con Previnter, que hizo inversiones muy altas, pero no llegó al volumen de clientes previsto. La operación de compra es por unos $80 millones de dólares y sólo se está en espera de la aprobación de la Consar y la Comisión Federal de Competencia.

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CÓMO SOBREVIVIR
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Como en el fútbol, las estrategias de las Afores se dividen en el ataque y la defensa. De acuerdo con su situación, habrá empresas que defenderán a su clientela y otras que atacarán con nuevas tácticas para convencer a los que no quedaron satisfechos con su elección.

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A punto de cumplir su primer aniversario, las Afores que quedaron rezagadas en el número de afiliados tendrán una segunda oportunidad: los traspasos. De acuerdo con la Nueva Ley de Seguridad Social, en julio de este año los trabajadores podrán cambiar de Afore y en lo sucesivo estarán autorizados a hacerlo anualmente.

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Ralph Peters, también director de Afore Bancomer, señala que algunas intentarán afiliar a los trabajadores que no estuvieron satisfechos con la empresa elegida, aunque otras centrarán sus esfuerzos en mantener a sus clientes.

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Con base en datos del sector, las Afores que gastaron más y no obtuvieron el flujo de empleados previsto son Previnter, Zurich, Capitaliza, Génesis, Santander, Garante y Profuturo.

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Lo que se puede observar es que a diferencia de los primeros meses de afiliación en 1997, ahora las Afores han reducido considerablemente su promoción en los medios y en los anuncios no se hace referencia al próximo periodo de traspasos. De acuerdo con una encuesta elaborada por Afore Bancomer, más de 50% de los trabajadores desconocen que existe la posibilidad de cambiarse. A pregunta expresa, 80% respondió que sí traspasaría de inmediato su cuenta a otra empresa.

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Las razones son varias, pero entre las más importantes se destacan la falta de información, incumplimiento, mala atención, mucho papeleo, poco interés y abandono del cliente; no mandan estados de cuenta y los trámites son lentos.

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Iván Wulf, director ejecutivo nacional de Afore Garante, ubicada en el quinto puesto en cuanto al número de afiliados, considera que la especialización será cada día más importante. La empresa –propiedad de Citibank, Serfin y Hábitat– es independiente de estas instituciones, dice, y no mezclan sus negocios con los servicios bancarios, por lo que tiene su propio edificio, personal y equipo.

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Aunque el grueso de las afiliaciones ya fue realizado, siempre hay nuevos trabajadores que empiezan a cotizar en el nuevo sistema de seguridad social, además de que se espera que para este año se incorporen a la fuerza laboral 800,000 personas.

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Los entrevistados coinciden en que los servicios y los rendimientos serán los aspectos en los que se fijarán los trabajadores para elegir o cambiar de Afore. El tema de las comisiones, aunque no es irrelevante, no será decisivo en la selección.

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Wulf precisa que las Afores que logren obtener un mínimo de 3% de las comisiones totales captadas por la industria lograrán sobrevivir.

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QUÉ LE FALTA AL NUEVO SISTEMA
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Para el ejecutivo de Garante, hay un aspecto primordial que debe atenderse dada la baja participación de la fuerza laboral del país en el sistema de seguridad social.

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“Cuesta pensar que México tiene una población aproximada de 100 millones de habitantes, una población económicamente activa de 43 millones y que el sistema quede limitado a poco más de 14 millones de personas que estaban en el régimen del Instituto Mexicano del Seguro Social.”

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Es necesario, asegura, crear mecanismos fiscales para incorporar a aquellos trabajadores que no tienen una relación de dependencia, además de los empleados gubernamentales que están bajo el régimen del Instituto de Servicios de Seguridad Social para los Trabajadores del Estado.

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En Argentina, por ejemplo, se resolvió bien esta situación mediante un esquema tributario y de previsión para incorporarlos de manera obligatoria.

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El presidente de la Amafore conviene, a su vez, en la necesidad de crear un esquema fiscal idóneo para otorgar mayor seguridad a más trabajadores, aunque todavía no se establece una petición formal a la Secretaría de Hacienda.

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Los mecanismos para ejecutar aportaciones voluntarias, mediante las cuales los trabajadores pueden aumentar sus ahorros, tampoco están claros, y bajo el actual esquema no resulta atractivo para los empleados (sólo se puede deducir 2% de estos montos).

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Al día de hoy, dice Peters, no existen trabajadores independientes cotizando en el nuevo esquema de seguridad social y las aportaciones voluntarias apenas alcanzan los $8 millones de pesos, frente a los casi $25,000 millones de los fondos totales de los afiliados.

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Contrario a lo anterior, Solís considera que la forma de acercar a los trabajadores independientes no se resuelve con incentivos fiscales sino con atractivas tasas de interés. Explica que el trabajador independiente puede cotizar mediante aportaciones como pequeño patrón, aunque sólo puede ahorrar con base en un salario mínimo no obstante que perciba más.

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El joven funcionario aclara que no está en contra de que haya incentivos tributarios, pero a su parecer las experiencias similares en otros países no han demostrado que con estos esquemas se atraiga más ahorro. Además, agrega, es necesario ver cuánto le cuesta al erario y cuánto se recauda, es decir, el costo-beneficio.

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LA COMPETENCIA
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Un tema que apasiona a Solís es la rentabilidad del ahorro. Las tasas mínimas de las Sociedades de Inversión Especializadas en Fondos para el Retiro (Siefores) son de 9% real garantizado.

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En la actualidad, ni la banca ni las sociedades de inversión para personas físicas otorgan los rendimientos que las Siefores dan a los trabajadores. Además de que para ingresar a las segundas es necesario tener un capital promedio de $236,000 pesos, mientras que el ahorro general de las Siefores es de $2,600 pesos, con dos puntos de rendimiento superior.

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Ciertamente, los ahorros en las Siefores sólo pueden ser retirados cada seis meses y la liquidez en los bancos y sociedades de inversión es más inmediata. Pero esta situación puede poner a pensar a los bancos en la competencia que representa este nuevo vehículo de ahorro. Las Afores no han promovido aún esta ventaja debido a que por ley está prohibido difundir la rentabilidad hasta que se cumpla un año de operación. Al cumplirse 12 meses podrán hacer comparaciones anuales con otras instituciones e instrumentos de ahorro.

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Aunque en la industria no hay confrontación ni romance a la vista, sí se han valido de todo tipo de medidas para sumar puntos a su favor y afiliar al mayor número posible de trabajadores, lo que algunas empresas han juzgado como un acto de “voracidad” por parte de algunos promotores, aun cuando es imposible controlarlos a todos.

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Los casos violatorios en la afiliación de trabajadores van desde la falsificación de firmas en los contratos, el otorgamiento de regalos o la presión de sindicatos por una empresa particular hasta el intercambio sexual para conseguir el favor de algunas afiliaciones.

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De manera cautelosa, Peters reconoce que ha habido este tipo de prácticas, pero no fue la mayoría: apenas 3,000 promotores sancionados de un total de 70,000.

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La cartera de $24,820 millones de pesos que hasta el cierre de abril pasado estaba bajo la administración de las Siefores debe estar invertida bajo un régimen conservador para asegurarse ante una posible contingencia, como la caída del precio del petróleo o el coletazo del dragón.

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Este monto, que con el paso del tiempo irá creciendo con más aportaciones, estará generando intereses durante más de 25 años, razón por la cual se requieren instrumentos de ahorro de largo plazo. Pero en México el mercado de valores aún está inmaduro para emitirlos.

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Pese a que esta carencia no constituye una preocupación, los entrevistados coinciden en que la restricción de adquirir papel extranjero –actualmente en vigor por tiempo indefinido– tendrá que ser puesta a discusión si en el mediano plazo el mercado nacional no ofrece emisiones más atractivas.

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Peters prevé que en cuatro años podrían faltar instrumentos de inversión adecuados para los largos plazos que demandan las Siefores, por lo que algunas casas de bolsa mexicanas y estadounidenses estudian mecanismos para desarrollar el mercado intermedio.

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Existe la posibilidad de que se cree un seguro de crédito para las empresas pequeñas y medianas que estén en condiciones de participar en el mercado de valores. En caso de que fallen al pagar sus obligaciones, esta cobertura garantizaría la liquidación, lo que puede generar confianza entre los inversionistas.

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