El placer de viajar tiene un sustancioso aderezo: las comodidades derivadas de los servicios especiales que brindan diversos productos financieros. Por emplear su dinero plástico con un sello de exclusividad –generalmente de color dorado o platino, o la palabra Corporativo–, usted recibe trato privilegiado y además convierte sus gastos de viaje en inversiones.
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Si bien Visa, MasterCard y American Express ofrecen al viajero programas de recompensas y otorgan beneficios parecidos (como seguros de vida y equipaje, y descuentos en la renta de automóviles), cada uno maneja cartas distintivas con sofisticadas atenciones para sus usuarios.
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Un buen ejemplo es el Club Centurión de Amex, una sala de espera con centro de negocios, áreas infantiles, barra de cafetería y snacks. Quien dude de la exclusividad de este espacio debe saber que sólo existe en los aeropuertos de la Ciudad de México, San Juan de Puerto Rico, Buenos Aires, Bridgetown, Quito, Guayaquil y Francfort. Sin duda, un lujo de clase mundial.
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Lo más reciente en apapachos a los viajeros es la tarjeta conjunta American Express-Aeroméxico en sus versiones Personal y Gold. Se trata de una tarjeta de cargo que combina los beneficios mencionados con el Programa Club Premier de la aerolínea. No tiene límite preestablecido, ofrece boletos sin costo para un acompañante, así como lugares en Clase Premier. Y, por supuesto, quienes tienen la Gold cuentan con su pase automático al Club Centurión.
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El Centro de Asistencia Mundial al Tarjetahabiente Visa brinda atención todos los días del año. Tramita reposición de tarjetas y cheques de viajero, asistencia legal y de traducción, conexiones con servicios médicos, así como recepción y entrega de mensajes. Además, a través de VisaPhone, facilita el servicio de telefonía de larga distancia.
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Por su parte MasterPhone, de MasterCard, atiende a sus clientes con buzón de mensajes y servicios informativos de noticias, clima y deportes; además, otorga puntos de recompensa por el uso del servicio canjeables por vuelos gratis.
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En su próximo viaje de negocios o de placer, esgrima –y exprima– muy bien su tarjeta y asegúrese de obtener el máximo provecho de las recompensas prometidas.