Con la pluma desenvainada Antonio Neri, Nerilicón, México, El Economista, 1998, 230 páginas
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La ponzoña que contiene la tinta de los cartones de Nerilicón no mata, pero desgarra sin remedio al pobre dibujado. Cuando desenvaina su pluma, Neri hace temblar a los poderosos; los desdibuja de miedo. Les borra su aura y los pudre con deformaciones y estereotipos amargos. Muchos lectores aterrizan primero en las páginas centrales de El Economista para saber a quién le tira sus estocadas, cuántas rayitas de burla de más le acomoda y qué daño moral o inmoral le propina. Políticos encumbrados buscan ampararse de los “abusos de autoridad” de caricaturistas como Neri.
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Su visión de la política, de México o del mundo, es compactada por sus trazos más oscuros. Sus bromas de tinta encierran una seriedad que va de grave a aguda. En la medida de la exageración, sus caricaturas, implacables, conservan hasta el final los rasgos distintivos de sus víctimas. ¿Qué espera para ir a comprar su ejemplar? No se exponga a ser dibujado por el temible Nerilicón.