Si se evoca el relato de un coronel retirado que fragua pececitos de oro en el taller doméstico, mientras su casa es presa del abandono; o el del telegrafista de un pueblo, que envía a su novia mensajes cifrados para evadir la vigilancia materna, se pensará que nos referimos a dos de los personajes que pueblan la obra de García Márquez. Es parcialmente cierto. Se trata también del abuelo y el padre del escritor, según aparecen en el primer volumen de sus memorias, Vivir para contarla.
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Uno de los muchos méritos de este libro exquisito, además de su prosa fluida y tono desenfadado, es que en él se pueden reconocer el vínculo del fabuloso censo de figuras y situaciones que habitan el realismo mágico de Gabo con la mágica realidad de su autobiografía. Delicioso.
Vivir para contarla,Gabriel García Márquez.
Editorial Diana