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Mercado de valores <br>Lluvia de contras

Según lo dijo en la Convención del Mercado de Valores, el segundo semestre de 1996 será de reconc
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

La vista de México regresó hacia los satanizados capitales volátiles, calificados de culpables directos de la crisis al emigrar en proporciones superiores a los $30,000 millones de dólares.

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Luego de año y medio de severa restricción monetaria, continuo deterioro económico, endeudamiento creciente y ciclos frecuentes de inestabilidad en los mercados financieros, el sector bursátil parece decir: “Es de sabios cambiar de opinión”.

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La VII Convención del Mercado de Valores intentó ser el foro de las buenas noticias, objetivo que se cumplió parcialmente con un discurso presidencial que ensalzó todos los avances del programa económico de ajuste: “La economía crecerá más de 5% durante el segundo trimestre del año, el país tiene una balanza comercial positiva, las tasas de interés bajan, el tipo de cambio comienza a estabilizarse, todo regresa al orden y la congruencia”, según el gobierno.

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El gremio bursátil, menos nacionalista y más práctico, representado por Manuel Robleda como presidente de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), revisó su posición: “No tenemos por qué rechazar la inversión extranjera; al contrario, deben crearse las condiciones para que fluya y sobre todo, para que permanezca en el país”. Contar con los fondos domésticos que permitan financiar los proyectos de desarrollo que se requieren, añadió, demorará muchos años y “por ello será necesario complementar el creciente ahorro interno con el externo”.

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Ya sea con capitales foráneos o nacionales, en esta convención las autoridades financieras -responsabilizaron al mercado bursátil de una parte importante del crecimiento económico que nadie observa todavía en el país.

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Una de las herramientas más destacadas durante el foro por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), fueron las sociedades de inversión. Así, a partir del segundo semestre de 1996 se promoverá la creación de fondos cerrados para estimular la canalización de recursos de largo plazo. El premio será alto por el sacrificio implícito en inmovilizar las inversiones personales por periodos mayores a seis meses.

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Regresan los “salvavidas”
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Otro punto de la convención fue el anuncio de que regresarán a escena las sociedades de inversión de capital (Sincas), que no son otra cosa que salvavidas empresariales y que volverán a ser promovidas por el gobierno como entidades dedicadas a capitalizar empresas en problemas financieros, pero con buenos proyectos y con -viabilidad.

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También se resaltó algo que llevaba años cocinándose: la remoción de barreras legales y ope­rativas para la -bursatilización de activos financieros, que ofrece la posibilidad de liberar recursos actualmente inmovilizados. El mejor ejemplo será la bursatilización de las carteras hipotecarias, lo cual movilizará recursos en los bancos, que prefieren nichos más rentables que un crédito que se terminará de liquidar en 30 años.

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La convención fue de contrastes. Mientras los casabolseros coqueteaban con el in­versionista foráneo, el gobierno emulaba sus logros y la CNBV informaba sobre alcances y restricciones futuras del mercado bursátil, Miguel Mancera Aguayo daba una clase de esas que había olvidado después de estallar la crisis económica: La inflación genera incertidumbre y volatilidad en los mercados, pues a mayor incremento de los precios, menor el plazo al que se pactan las tasas de interés, lo que obra en detrimento de las políticas de crecimiento de la planta productiva.

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De ahí la advertencia del gobernador del Banco de México: la base monetaria de México no crecerá arriba de 27% durante 1996, el único nivel congruente con la meta de inflación y crecimiento económico que tiene el país. En pesos y centavos sumará $18,000 millones.

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Luego, remató a los “detractores” del gobierno, a aquellos que acusan a éste y al banco central de anunciar metas económicas que nunca se cumplen: “Los pronósticos de inflación pueden subir o bajar, pero mal haría el instituto emisor en modificar su programa monetario en función de expectativas cambiantes; lo más probable es que se logre validar a las más pesimistas”.

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Pesimistas o no, el segundo semestre de 1996 será sin duda de reconciliación con los capitales foráneos y de explosión de alternativas públicas para recuperar la economía.

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