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Miami por México

¿Cómo viven los expatriados mexicanos la experiencia de abandonar el país para establecerse en la
mar 20 septiembre 2011 02:55 PM

Para unos, el exilio es algo temporal; para otros, Miami se ha convertido ya en su hogar. Se ofrecen a continuación dos testimonios resumidos de sendas familias que emigraron al país del norte. A petición de los entrevistados, por seguridad y discreción se omiten sus identidades y detalles personales.

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1. L y su familia salieron de México hace casi ocho años. Su plan era abandonar por un tiempo el clima de inestabilidad política, económica y social. Con una sólida experiencia en el sector financiero, acompañado de su mujer y tres hijos emigró primero a San Antonio, patrocinado desde México por la empresa en la que ya trabajaba. Tres años después le surgió la oportunidad de mudarse a Miami para tomar un puesto de mayor responsabilidad y con un área de influencia más bien regional. El cambio fue durísimo. En Texas dejaron un grupo grande de amigos y una vida tranquila, a cambio del tráfico en la capital de las Américas, su agitada vida nocturna y la perspectiva de volver a buscar casa, establecer amistades y adaptarse a una ciudad distinta. Aunque durante el primer año el proceso fue muy difícil, hoy ya se encuentran mejor acondicionados a su entorno. La atmósfera inconfundiblemente latina de Miami los llena de nostalgia por México. “Cada año pasamos unas seis semanas en el Distrito Federal y en Acapulco. Mis hijos disfrutan muchísimo regresar a su país y nosotros también”, confiesa L. ¿Piensan volver? “Es posible, pero no a la capital y no en el corto plazo.”

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2. Hace seis años intentaron secuestrar a G, alto ejecutivo de una empresa multinacional del sector de entretenimiento. No hubo ni amagos ni amenazas, sólo bastó la sospecha provocada por una misteriosa camioneta que lo siguió durante toda una mañana de domingo.

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Sin detenerse a pensarlo dos veces, ese mismo día G empacó maletas y junto con su mujer y sus tres hijos tomó el primer vuelo a Miami. En un par de meses acordó su traslado definitivo a Estados Unidos y hoy vive cerca de West Palm Beach. Desde un pequeño despacho cercano a su casa (tarda 10 minutos en auto para llegar) sigue trabajando para la misma corporación y ya no hace planes para regresar.

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“El país está jodido y no avanza hacia ningún lado”, dice, con aire despectivo. Desligado completamente de México, G rechaza incluso invitaciones que le hacen para asistir a desayunos con otros empresarios de origen mexicano radicados en Miami y con funcionarios del consulado. “Son una bola de grillos, se juntan para hacer grilla entre ellos; no me interesa”, declara.

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