Alejandro Zárate y Emilie Valencia / Bacus
Alejandro Zárate tenía un trabajo de ensueño en una transnacional francesa cuando descubrió que el consumo de vino en territorio mexicano estaba en ascenso y que los canales de venta eran poco sofisticados. Renunció a su empleo, regresó a México y fundó Bacus, una enoteca en la que, además de productos, se venden experiencias.
Su idea inició en 2006 cuando abrió en Europa una exportadora de vinos cuyo único destino era México, un mercado en donde el segmento tenía crecimientos superiores a 14%.
En 2007 volvió al país e incubó su idea en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) y, un año después, se asoció con Emilie Valencia para abrir la primera sucursal de Bacus.
El primer reto fue convencer a los inversionistas de apostar en un proyecto enfocado a reinventar el retail de vino a través de una tienda que, además de ofrecer marcas de vino de calidad, también generará fidelidad en los clientes al proporcionar herramientas para su entendimiento y su apreciación.
"Este diferenciador ha sido el motor de Bacus. Obtuvimos casi 2 millones de pesos para la apertura de la primera boutique", dice Zárate.
el capital, incorporaron a su concepto de negocio una máquina de alta tecnología que despacha la cantidad justa para una copa. Además, permite inyectarle a la botella un gas inerte para que mantenga sus características copa tras copa sin la oxidación que causa el aire.
La oferta de Bacus va más allá, los emprendedores acondicionaron una zona lounge dentro de las tiendas donde se sirven copas. Organizan catas y cursos cada 15 días e iniciaron un club para ofertar estos servicios a precios especiales que ya cuenta con 3,500 miembros.
Hoy, la empresa posee tres sucursales que, en conjunto, facturan más de 6 millones de pesos anuales. Este año esperan ventas por 8 millones de pesos, además incursionarán en el sector franquicias antes de que concluya el año. La meta es abrir 15 tiendas en los próximos cinco años.