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México-Unión Europea. Mucho ruido ¿y

El tratado con la Unión Europea es una buena oportunidad para diversificar exportaciones y atraer i
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea (TLCUE) se completaron en tiempo récord. Las discusiones finalizaron en 12 meses, dos menos que en el acuerdo con América del Norte –y eso que este bloque es de 15 países y no de dos–, mientras que, por ejemplo, las gestiones con el centroamericano Triángulo del Norte (Honduras, El Salvador y Guatemala), concretadas en mayo pasado, llevaron nueve años. En sesiones maratónicas –que duraron hasta 14 horas diarias–, las autoridades mexicanas pudieron resolver los temas pendientes pocos días antes de que comenzara la ronda del milenio de la Organización Mundial del Comercio –OMC– de fines de noviembre de 1999, y lograron que el tratado entrara en vigencia en la actual administración, incluso un día antes de las elecciones. Los temas en los que no hubo consenso, como el de compras de gobierno, se dejaron en lista de espera –stand still, dicen en inglés– por tres años.

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Luis de la Calle, subsecretario de negociaciones comerciales internacionales de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial (Secofi), afirma que gracias a que la negociación estuvo “bien organizada”, fue posible cerrarla a tiempo. “Se cumplieron con los tiempos pactados”.

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Hubo momentos en que los europeos se sintieron presionados ante la urgencia de los mexicanos por culminar las conversaciones. “Tienen un estilo de trabajo distinto al nuestro”, justifica De la Calle. Lo cierto es que los mexicanos tenían más facultades para tomar decisiones que sus contrapartes.

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También hubo desconcierto entre el cuerpo empresarial mexicano que formó parte del llamado “cuarto de junto”. Hacia el final, todo avanzaba tan rápido que la comunicación se fue diluyendo. Muchos empresarios dijeron desconocer cómo quedaron los aranceles establecidos para su propio sector al momento de cerrarse el acuerdo.

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El funcionario de Secofi señala que el proceso de consultas con empresarios “no tiene precedente en México”. Sin embargo, hay quienes consideran que no se tomaron en cuenta los puntos de vista de muchos sectores. Gilberto Ortiz, asesor del Consejo Químico de la Canacintra, afirma que en estas negociaciones quedó representado un espectro “muy pequeño” de las empresas mexicanas.

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Para la Unión Europea (UE), el objetivo era conseguir rápidamente el mismo tratamiento arancelario que ya tienen los estadounidenses y canadienses con México. La parte mexicana rechazó darles esa prerrogativa argumentando que no se pueden ignorar las asimetrías entre ambas regiones, ni hacer de lado los siete años que tardaron en llegar al actual nivel de desgravación con sus socios del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN). Al final de cuentas, se acordó que México eliminará los aranceles en 47.6% de los productos industriales que importa de la UE a partir de julio del 2000 –cuando entre en vigor el tratado–, y el resto lo hará paulatinamente para completar la totalidad en 2007. Los europeos quitarán los impuestos a las importaciones de 82% de las manufacturas mexicanas este año, y la desgravación de las restantes la finalizarán en 2003. En los productos agropecuarios la liberalización de los mercados será más lenta y con lista de pendientes a definir en tres años, al igual que en los pesqueros.

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“Logramos un buen paquete”, presume satisfecho De la Calle, aunque reconoce que no se obtuvo 100% de lo que se pretendía.

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Una de las mayores concesiones que hizo México a la UE fue adelantar la apertura del mercado automotriz. Los funcionarios de Secofi afirman que se llegó a una “posición intermedia”, pero lo cierto es que este sector se abrirá dos años antes de lo planeado. Esto, porque las armadoras europeas amenazaron con llevarse sus capitales a otras regiones si no obtenían ventajas rápidas. De este modo, se acordó una reducción de 50% de los aranceles en autopartes para 2005 y la aplicación paulatina de cuotas de importación de vehículos.

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Otra concesión fue la de suprimir el capítulo relativo a solución de controversias. México intentó que se incluyera en el acuerdo un mecanismo similar al del TLCAN para poder abrir paneles en caso de que los europeos abusen de las medidas antidumping. “Nos hicieron ver que tendrían que hacer modificaciones al tratado que da sustento jurídico a la UE, lo que sería el equivalente a pedirnos que modificáramos nuestra Constitución”, argumenta De la Calle. De todas maneras, se justifica, hay muy pocas empresas mexicanas que sufren medidas antidumping de parte de los europeos. “A la fecha sólo tenemos registrados tres casos”, puntualiza. 

A escalar posiciones
Para las autoridades mexicanas no hay duda de que el país saldrá ganando con este acuerdo. La desgravación arancelaria permitirá recuperar el terreno perdido desde hace varios años y elevar el intercambio comercial con la UE. México tiene un importante déficit comercial con esta región, que llegó a $7,421 millones de dólares en 1999. El comercio total con esa porción europea representaba 11,4% del total intercambiado por México con todo el mundo en 1990, pero el pasado año cayó a 6,5%, según datos preliminares de Secofi e INEGI. hacia este destino crecieron de $2,748 millones de dólares en 1994 a $5,312 millones el pasado año, y las importaciones provenientes de la UE pasaron de $8,952 millones a $12,732 millones en el mismo periodo. -

La pérdida del dinamismo en el intercambio comercial obedece a que ambos mercados han celebrado tratados de libre comercio y acuerdos preferenciales con terceros países que colocaron en desventaja a los exportadores de las dos contrapartes para comerciar entre ellos. Apenas el año pasado, los estadounidenses gozaban de un arancel promedio de 2% en México, mientras que para los europeos era de 12%.

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Por ahora es difícil calcular la repercusión del acuerdo en el comercio bilateral. A diferencia de Estados Unidos, que es un socio natural de México por su cercanía, Europa es un continente poco explorado por los empresarios nacionales. “Es difícil echar números”, esgrime De la Calle, pero afirma que Brasil o Turquía, con un grado de competencia similar al de México, venden tres veces más que éste a la UE.

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“Si nos comparamos con ellos nos damos cuenta de a dónde podemos llegar”, dice. Pronostica que México podrá avanzar de la posición 32 a la 15, como proveedor de productos manufacturados y agrícolas al viejo continente, en una década.

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En el medio empresarial hay menos optimismo. El viejo continente es un mercado muy exigente en cuanto a normas de calidad y ambientales, por lo que la baja o eliminación de aranceles no será suficiente para impulsar el comercio.  “La normalización va a sacar a muchos productos mexicanos del mercado europeo”, prevé Francisco Caballero, director de Estudios Económicos de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra). A la fecha hay menos de 100 empresas mexicanas que cuentan con un certificado de estandarización ISO.

Ventajas y desventajas
Algunos sectores ven grandes oportunidades en este acuerdo y otros consideran que no había necesidad de irse con tanta prisa. Las industrias más reacias a la apertura son aquellas que ya han sido muy dañadas por el TLCAN, como la metalmecánica y la de bienes de capital. “Para estas industrias el tratado con Europa va a ser una verdadera masacre”, manifiesta Ortiz. -

Otros sectores, como el textil, tampoco están festejando. “El nuevo pacto implicará mayores riesgos que oportunidades por las asimetrías que hay entre los textileros europeos y mexicanos”, dice Enrique Mercado, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Textil (Canaintex). En esta industria muchos consideran que los beneficios serán para la UE pues su capacidad de producción es 10 veces superior a la mexicana. Allá hay 60,000 empresas dedicadas a esta actividad y aquí son cerca de 2,700.

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De la Calle rechaza que los empresario mexicanos salgan perdiendo. Señala que cuando entró en vigor el TLCAN, la industria textil estaba muy temerosa de la competencia, pero que a fin de cuentas se benefició. A la fecha, México es el primer proveedor de telas a Estados Unidos, por arriba de China e India, mientras que en la UE ocupa el lugar 59. De acuerdo con sus cálculos, México podría llegar a triplicar sus ventas de textiles al mercado comunitario europeo en unos años.

Tequila y mangos
El sector agropecuario es el único que estará sujeto a cinco periodos de desgravación, en lugar de cuatro. El Consejo Nacional Agropecuario (CNA) estima que, en virtud de este acuerdo, las exportaciones agrícolas y agroindustriales podrían crecer 10 veces en los próximos años, lo cual tendría un efecto importante en las zonas rurales del país. -

Si bien muchos productos agropecuarios quedaron fuera de la negociación o continuarán bajo el régimen de cuotas, habrá grandes oportunidades en particular para ciertas frutas tropicales, vegetales, jugos y néctares, entre otros. Dentro de los productos que quedarán libres de arancel en julio próximo están el café, los mangos, las guayabas, el tequila y la cerveza. El jugo de naranja, el aguacate y las flores, más protegidos en Europa, si bien mejoraron las condiciones anteriores, sólo consiguieron cuotas más amplias.

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Se estima que, en promedio, 80% de las verduras y frutas mexicanas tendrá acceso preferencial a la UE desde este año. De acuerdo con un estudio del CNA, las exportaciones de productos agropecuarios a dicha región podrían aumentar en $500 millones de dólares en los próximos 10 años. Esto significa que México podría revertir el déficit comercial agroalimentario que tiene con la UE, de unos $400 millones de dólares el año pasado.

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Sin embargo, en el ramo de alimentos procesados y de vinos las perspectivas se ven más sombrías. Raúl Picard, presidente de la Canacintra y experto en el sector de alimentos, estima que en este ramo los efectos del tratado serán más bien nocivos, dado el bajo nivel de competitividad que prevalece. Ahí, 80% son pequeñas y medianas industrias que no cuentan con procesos tecnológicos de avanzada ni con capitales para modernizarse. En algunos casos, abunda, su retraso tecnológico es hasta de 15 años.

Inversiones seguras
Más allá de las cuestiones comerciales, un gran atractivo de este tratado es el renglón de inversión. Si bien la UE es la segunda fuente de inversión extranjera en México, a la fecha los montos son poco representativos en relación con el total de los flujos que los países de esa región colocan fuera de la comunidad. En México hay más de 3,000 empresas europeas establecidas y no pocas buscarán fortalecer su presencia como parte de una estrategia global. Para muchas, la apuesta es convertir a México en una base de manufactura para abastecer los mercados de Norte y Latinoamérica. -

En particular, se anuncian grandes proyectos en la industria automotriz, principalmente para la exportación. Tan sólo Volkswagen ha comprometido una tercera parte de su presupuesto mundial de inversiones de los próximos años para sus operaciones en territorio mexicano. La francesa Renault también anunció que invertirá $400 millones de dólares, junto con Nissan, para crear su primera empresa mixta en México, desde su fusión en abril de 1999. En las industrias química y farmacéutica también se han comprometido nuevas inversiones para la exportación.

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Una de las razones por las cuales los europeos fortalecerán su presencia en el país es que el acuerdo prevé mayores garantías para sus capitales, pues podrán demandar al gobierno mexicano ante tribunales extranjeros si éste toma decisiones que afecten sus intereses, un punto que despertó fuerte polémica en el Senado, cuando se discutió la ratificación del pacto. Una de las voces críticas fue la del secretario de la comisión de relaciones exteriores de esa cámara, Jorge Calderón Salazar, quien acusó al gobierno de incurrir en violaciones constitucionales por negociar un tratado que cancela sus facultades para regular la inversión extranjera y expedir leyes sobre el tema. Por el contrario, De la Calle sentencia que “no hay violación alguna a las leyes mexicanas”.

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La entrada en vigor, prevista para el próximo primero de julio, es inminente. Así lo marcan los tiempos políticos. Los beneficios que traerá, aún están por verse.

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