En el tema de la seguridad informática los usuarios somos quienes tenemos que procurarnos el bienestar. De ahí que los fabricantes deban proporcionar los mecanismos que aseguren la información personal, pública y privada, y eviten la intrusión de usuarios o programas (virus, caballos de Troya, cadenas de correo electrónico, entre otros) a los sistemas.
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A raíz de los ataques terroristas en Estados Unidos, se creó el mito de que la seguridad informática era un asunto prioritario. Sin embargo, no fue así. Fue hasta que el usuario común, poseedor de una tarjeta bancaria, no pudo obtener dinero del cajero automático, debido a un ataque informático, que el resguardo de los datos se hizo urgente.
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La seguridad la provee el dueño de la casa, no el cerrajero. Las empresas deben considerar seriamente que ésta no es un asunto tecnológico, sino de políticas de buen uso y manuales de información para toda la empresa, que deben provenir del director general, no del gerente de informática.