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No molestar

Un negocio discreto y muy rentable. Sin embargo, para entrarle, hay que pensarlo dos veces.
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Camioneros, familias de escasos recursos en tránsito, vendedores, viajeros desaliñados, comerciantes son parte de la clientela de los moteles y hoteles de paso . Sin embargo, y aunque pocos de sus dueños lo reconocen abiertamente, lo cierto es que la gran mayoría de los que operan en el país se sustentan en un sólo tipo de usuarios: parejas en busca de refugio y privacidad para el amor.

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Un ámbito fuera de las notas periodísticas, poco conocido públicamente, compuesto generalmente por empresas familiares, el grueso de ellas pertenecientes a una larga tradición de empresarios españoles y que constituyen un excelente negocio.

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Pero cuidado, no es para cualquiera: quien no conoce el sector "motelero" puede verse estancado en el lobby. Es un terreno reservado a veteranos que parecen haber colgado el letrero de "no molestar". Antes de caer en la tentación de incursionar en este nicho caliente, hay que pensarlo con la cabeza muy fría.

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Ubicados en las principales arterias y salidas de las grandes ciudades, y en barrios que son reconocidos por la concentración que de ellos poseen, estos establecimientos son tan populares como misteriosos. En algunos casos porque son clandestinos o porque evaden impuestos (por cierto, en este punto no tienen la exclusividad), pero quizá también por razones morales, conocer su operación de negocios es una tarea casi imposible, debido a que casi nadie quiere revelar su secreto empresarial.

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Ahora bien, ¿cuántos son?, ¿qué representan en números?, ¿quiénes son sus dueños¿, ¿por qué sigue siendo un tabú hablar de ellos?

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Según datos proporcionados por la Secretaría de Turismo (Sectur), en México existen aproximadamente 10,100 centros de hospedaje entre todas las categorías. Cerca de 3,000 están afiliados a la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles (AMHM), de los cuales 18% pertenecen a grandes cadenas y 15% corresponde a los que se denominan formalmente moteles, unos 450. La gran mayoría de los contabilizados por Sectur son hoteles medianos y pequeños, y aunque no es posible cuantificarlos exactamente porque no revelan su verdadero giro, se cree que varios miles de ellos operan bajo el esquema de alojamiento de paso para parejas. Tan sólo en la ciudad de México, de acuerdo con un operador que prefiere mantener su nombre en secreto, actualmente funcionan cerca de 2,000 establecimientos de este tipo.

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Están por todas partes, y aunque en lugares como el centro capitalino la clientela es variada, en muchos casos los moteles guardan historias de amor, celos, sexo y prostitución, que seguramente escandalizarían a buena parte de la clase empresarial mexicana.

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Para todos los bolsillos

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A duras penas, pero incluso en el gremio hotelero lo acaban reconociendo: el término motel es un eufemismo: "Hasta hace muy poco tiempo en México teníamos un problema con la clasificación de los establecimientos de hospedaje –explica Juan Manuel Olivares, gerente en de la AMHM–. Entonces tuvimos que darnos a la tarea de crear una nueva clasificación en estrellas y diamantes. Bajo este nuevo concepto estamos hablando de que en este país a los moteles se les conoce como hoteles de paso, los que se utilizan por hora. Aunque en muchos casos los moteles se hicieron para descansar entre ciudad y ciudad, con el tiempo cambió el concepto."

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Miguel Torruco, presidente de la Asociación, le saca la vuelta a la evidencia: "Todos los hoteles son de paso. ¿O acaso la gente vive en hoteles?"

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Sin embargo, lo cierto es que todos los lugares de hospedaje , desde el más sencillo y económico, hasta el más suntuoso y caro, albergan y se benefician económicamente de las parejas que buscan un lugar para estar a solas.

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En el equipadísimo Distrito Federal (en lo que tiene que ver con esta oferta hotelera), la gama de precios por cuarto va desde $30 hasta $4,000 pesos. Si bien en infinidad de casos la cortinita, el letrero luminoso, la insignia Garaje y hasta la fila de espera en fin de semana son el sello de identidad, los grande hoteles de lujo constituyen también escenario de encuentros amorosos ocasionales. "A veces vienen parejas con lana que alquilan una habitación y luego no se quedan a dormir", confiesa uno de los botones de un exclusivísimo hotel de Paseo de la Reforma. El cliente es el cliente.

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Pero más allá de las suposiciones, los hechos consumados: quienes se dedican a este giro hotelero duermen a pierna suelta. No es para menos, porque un cuarto en la mayor parte de los hoteles de paso típicos cuesta en promedio unos $200 pesos, y según una fuente muy cercana al sector, las habitaciones suelen ocuparse de tres a cuatro veces al día buena parte de la semana; además, el negocio genera en promedio una utilidad neta de nada menos que 25%.

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"Yo te puedo decir que la ocupación es todavía mayor, pero estas son las cifras que se manejan en el sector", puntualiza un empresario que prefiere el anonimato. En los hoteles más baratos, situados generalmente en zonas donde se ejerce la prostitución –como el barrio de La Merced–, una misma habitación llega a ser utilizada hasta ocho veces por día. Durante el fin de semana, existen hoteles en los que simple y sencillamente los clientes no se pueden quedar a dormir: la rotación es oro.

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Que los declarantes prefieran mantener en secreto su identidad obedece, en parte, a que la mayor virtud de los empresarios no es el cumplimiento con el fisco. "Se trata de un sector del cual se dispone de muy poca información. No hay registros y si los hay no son fiables: están falseados –comenta Elizabeth Barrera, analista bursátil del grupo financiero BBVA-Bancomer–. Nadie lleva una contabilidad minuciosa, nadie pide comprobantes. Me atrevería a decir que es el sector número uno en evasión de impuestos." La acusación es grave, pero los mismos hoteleros la admiten: "Las cifras que proporcionamos están maquilladas", reconoce otro operador de este nicho hotelero.

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El posible incumplimiento con Hacienda no es la única ni menos aún la principal razón que explica la excelente rentabilidad que generan. El tino para su manejo, una vasta experiencia, la dedicación absoluta y la operación de cadenas de hoteles que permite ahorrar costos, se cuentan entre los secretos del éxito. "Esta actividad es buen negocio sólo para quien lo conoce –acepta una empresaria nueva en este ramo, que busca deshacerse de dos moteles que posee en Morelos–. Los dueños del sector son casi todos españoles y familiares. Conocen el giro, saben manejarlo y les va muy bien; pero si no perteneces a ese mundo, es mejor no meterse en problemas."

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Además, según sostiene la mujer de negocios desencantada de su intento, el ramo motelero se concentra en pocas manos. "En México la mayoría de los hoteles son de un grupo de empresarios que se han ido pasando el negocio de generación en generación y conocen todos los trucos y, en realidad, controlan el sector." Comenta que todos los interesados en comprar sus dos establecimientos han sido exclusivamente españoles metidos de lleno en el ramo, que ofrecen muy poco dinero por los establecimientos.

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"Se podría pensar que un inversionista genérico estaría interesado en el nicho, pero lo cierto es que no. La gente prefiere tener su dinero parado en el banco a entrarle a este negocio. Es un rubro en el que definitivamente no hay que meterse sin tener todos los contactos."

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Y es que todo está bien amarrado. Los dueños de los hoteles trabajan en equipo, se abastecen de los mismos proveedores, compran al mayoreo y, obviamente, reducen costos. "Nosotros compramos grandes cantidades de champús, jabones y demás, y luego nos los repartimos o los metemos en bodegas. Eso reduce mucho nuestros costos: es una locura comprar de a poquito. Otra ventaja que tenemos es que llevamos en esto más de 40 años, así que todo el mundo nos conoce a nosotros y a nuestros hijos, lo que facilita mucho las cosas", expone un empresario gallego que empezó con un pequeño hotel en Teotihuacan y ahora tiene más de 10 en diferentes lugares de la república.

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Que apostar sin ases en la manga es más que arriesgado, lo sabe muy bien la empresaria morelense. "A nosotros nos ha salido todo carísimo, y entre los tres socios que somos, ganamos unos $75,000 pesos al mes, cuando bien nos va. Claro que puede ser un negocio mejor que eso, pero sólo para quien lo conoce. En nuestro caso, la inversión se recupera muy lentamente y la merma es inmensa. Los clientes han llegado a llevarse las televisiones de las habitaciones."

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Bajos costos

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Uno de los principales errores que admite la desafortunada hotelera es haber comprado equipamiento bueno: "Nuestras sábanas son de la mejor calidad, damos hasta gorritos para la ducha... No era necesario. En realidad la gente no te va a pagar más por la habitación porque las colchas sean finas. Los clientes vienen a lo que vienen y se van sin importarles nada", se lamenta. En Morelos, un cuarto en hoteles de este tipo cuesta en promedio $130 pesos.

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Sin embargo, para los hoteleros desvalidos parte de la salvación puede ser la AMHM. "Como representantes del gremio –explica Olivares–, hemos logrado tener acuerdos con diferentes grupos de proveedores para que los clientes no sean engañados. Si un hotel pequeño de 30 habitaciones me habla porque necesita secadoras o equipo, sabe que nosotros le damos el mejor precio. Además tenemos convenios con grandes empresas que benefician a los afiliados." Teléfonos de México, por ejemplo, ofrece a los miembros de la AMHM una tarifa de $1 peso el minuto en llamadas de larga distancia nacional, y un descuento de 15% en el servicio medido.

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Aparte de los problemas propios de la operación, como disminuir sus costos, los moteleros enfrentan ahora el peligro de la crisis económica que se avecina. La recesión que parece que ya comienza en el país, quizás reduzca la demanda de los servicios de hoteles de paso, pero será una disminución muy leve, porque tienen un mercado seguro, cuyos clientes sólo exigen lo del cartelito: no molestar.

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