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Noches de iguanas

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Aunque muy poco o nada tienen que ver esos reptiles con semblante de dinosaurio con el auge turístico de Puerto Vallarta, una película con un título alusivo a ese reptil fue la que mostró a los estadounidenses imágenes seductoras de este rincón de la costa jalisciense.

- Realizada en 1962 por John Huston y basada en la obra homónima de Tennessee Williams, La noche de la iguana fue en realidad un filme perfectamente olvidable. Pero la sociedad de Estados Unidos, siempre ávida de escándalos hollywoodenses, saboreó el otro argumento que protagonizaron Richard Burton y Elizabeth Taylor (quien ni siquiera se encontraba en el reparto) durante el rodaje: el inicio de un tórrido romance, con la bahía de Mismaloya como testigo.

- Mar, montañas y un set en ruinas. Y en este exhuberante rincón se encuentra, precisamente, el hotel La Jolla de Mismaloya (con su cacofonía inevitable), enclavado entre las tranquilas aguas del Pacifico y montañas cubiertas de vegetación selvática. A unos cuantos metros del hotel siguen en pie, como fieles testigos, las ruinas del set cinematográfico donde se rodó La noche de la iguana, donde la fiesta de las celebridades se extendió por más de dos semanas, suficientes para darle fama a Vallarta en toda la Unión Americana.

- Mismaloya y sus alrededores no han perdido su encanto para algunos cineastas. Selva y mar, en perfecta armonía, han resultado irresistibles. La prueba es que, en tiempos más recientes, se filmaron otras películas, como Herbie, Cupido Motorizado, de los estudios Walt Disney; El Cavernícola, protagonizada por Ringo Starr; y Depredador, con Arnold Schwarzennegger.

- Recién adquirido por Enrique Molina Sobrino y su Grupo Turístico Escorpión, y dirigido por Santiago Gutiérrez, el hotel La Jolla de Mismaloya -ubicado a 15 minutos al sur del centro de Vallarta es un monumento a la privacidad: dos torres, de arquitectura clásica colonial, con 303 suites de lujo (16 presidenciales) equipadas con todo lo necesario -cocina incluso- para llevar la comodidad del hogar a la costa. Para satisfacer las exigencias de los viajeros más sofisticados, a esto súmense tres restaurantes, dos bares, un club nocturno, tres albercas (con cascadas, riachuelos y jacuzzis), un Spa, canchas de tenis y un área comercial bastante completa, entre otros servicios y actividades recreativas.

- Si lo que se busca es un espacio para llevar a cabo convenciones o seminarios de negocios, este palacio costeño cuenta con diversos salones, con capacidades desde 20 hasta 200 personas.

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- Sol y deportes. Como exponer el cuerpo al sol todo el día llega a aburrir aún al más paciflorino de los mortales -incluso cuando se tienen piñas coladas, cubas, tequilas y cocos con ginebra en las manos-, existe un buen menú de actividades recreativas: desde los típicos deportes acuáticos, como ski, snorkeling y buceo, hasta los más mecanizados, como los jetski, que pueden practicarse en Los Arcos, en Cerro Bola, en las Islas Marietas y en la Piedra China, sin tener que alejarse demasiado del hotel. Para los amantes de la pesca, durante todo el año se pueden capturar atunes, dorados y sierras; mientras octubre y abril son los meses de la "grande", con pez vela y marlín. Cerca también se encuentra la Playa de las Palmas, donde es posible practicar el veleo y el windsurf.

- Si el turista busca mayor relajamiento, es recomendable un paseo en una típica panga vallartense que, bien aprovisionada de comida y bebida, recorre varias pequeñas bahías que ofrecen paisajes conmovedores. Además, claro, de visitar el centro del pueblo, con sus casitas blancas y sus techos de teja terracota -estampas que justifican el que muchos se refieran a este puerto como "Taxco en la playa"-, donde se puede curiosear en diversas tiendas de artesanías, caminar por el extenso malecón o, bien, visitar la impresionante Marina Vallarta.

- Así pues, si la crisis no ha dejado vacíos ya los bolsillos del lector, Mismaloya -con su Jolla- puede ser un refugio discreto y elegante para cerrar las heridas de la monotonía y clausurar por unos días las puertas de la difícil realidad. Bien se dice que es tiempo de viajar por México.

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