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Programa Bolívar <br>Si quiere competir

Las pequeñas y medianas empresas deben recurrir al asociacionismo para sobrevivir. Este programa mu
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Para nadie es un secreto que prácticamente en todos los países, subdesarrollados o no, las pequeñas y medianas - empresas en conjunto superan con creces a las grandes compañías. En México, según datos de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial (Secofi), ambas junto a las micro empresas representan 98% del sector empresarial y generan 78% del empleo formal.

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Sin embargo, a pesar de su peso sustancial en la economía, mientras hoy las naciones desarrolladas las privilegian, la mayoría de las subdesarrolladas priorizan en cambio a las grandes compañías.

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Este fenómeno ha preocupado desde hace algún tiempo a gobiernos, empresarios e investigadores académicos de diversos países latinoamericanos, quienes en 1992 decidieron constituir, teniendo a Venezuela como sede, el Programa Bolívar. Su secretario general, el argentino radicado en Caracas Hugo Varsky, habla sobre los alcances de esta iniciativa.

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¿En qué consiste el Programa Bolívar?
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Es un organismo internacional no gubernamental para tomar acciones que faciliten la competitividad de la pequeña y mediana empresa en Latinoamérica. Surgió desde varias vertientes: en 1987 los presidentes del Grupo de los Ocho --hoy Grupo de Río- decidieron en su reunión crear un mecanismo que vincular al sector público y privado latinoamericano, a fin de desarrollar la actividad productiva y tecnológica; por otra parte, Enrique Iglesias, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), planteó la necesidad de un mecanismo que comunicara a las pequeñas y medianas empresas con centros de investigación, el cual se llamaría Entidades Latinoamericanas Científico-Empresarial (Enlace); por último, el gobierno de Venezuela retomó la decisión del Grupo de Río y finalmente, en marzo de 1992, surgió el Programa Bolívar, ya que ese nombre habla de integración regional y ésta se planteó en los planos tecnológicos, de innovación y de competitividad.

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¿No se contrapone esta iniciativa con el quehacer de múltiples organismos, regionales y mundiales encargados, entre otras cosas, de facilitar la integración comercial?
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No, sin duda. Los grandes cambios que se han ido dando a raíz de la globalización han hecho que el sector productivo --particularmente de Latinoamérica- se enfrente a una realidad desconocida. Para facilitar su adaptación competitiva vimos que la principal herramienta era la asociación, de larga tradición en el continente pero que se ha ido perdiendo. Por eso, el Programa creó un mecanismo de enlace entre empresarios pequeños y medianos de distintos países, para que construyan una relación y lleguen a asociarse. Así, en 1992 creamos ocho oficinas en América Latina, una de ellas en México, para buscar alianzas. Ahora contamos con 116 oficinas, no sólo en nuestro continente sino también en naciones desarrolladas que nos plantearon la misma necesidad.

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Cuando dos socios tratan de crear un matrimonio se enfrentan con problemas concretos, como comprar o rentar oficinas donde funcionar, necesidad de acceder a los avances tecnológicos, a créditos, al asesoramiento específico. Todo eso es muy caro. Para ayudarlos contamos con 106 bancos afiliados, una red de universidades --480 en total, de América y de Europa-, una red jurídica y otra de parlamentarios de toda Latinoamérica, que ayudan a armonizar la legislación sobre instrumentos financieros, fondos de garantía, fondos de capital de riesgo para la mediana y pequeña empresa de los distintos países.

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¿Cómo opera el Programa?
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En la práctica, un mediano o pequeño empresario se acerca a la oficina del Programa, aquí en el Distrito Federal. Se le investiga e informa si puede exportar su servicio o producto; le aconsejamos sobre la conveniencia de asociarse con un igual de otro país porque estará en mejores condiciones para trabajar en ambos mercados. Se le ayuda a definir el perfil de negocio que le gusta y el perfil de socio, se averigua si busca una empresa que lo complemente tecnológicamente o desde el punto de vista del mercado o de administración. Cuando todo esto está claro, introducimos su propuesta en la red; la oficina nacional la toma y empieza a buscar socios en las cámaras empresariales sectoriales, en las carteras de clientes integrados al Programa y en las universidades adheridas. Cuando se encuentran interesados, se hace el contacto para que la empresa se internacionalice. Sin embargo, consideramos que si los socios no comprenden políticamente el rol de la pequeña y mediana empresa, difícilmente esta asociación puede ser competitiva.

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¿Pero eso no depende especialmente de las políticas de los países a los que pertenecen estos nuevos socios?
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No sólo de eso. Para que una empresa sea competitiva debe contar con un ambiente favorable donde exista una armonía en las estrategias de competitividad del sector público, productivo, financiero y científico-tecnológico. Sin ella, ningún sector por sí solo podrá garantizar la competitividad y en nuestro continente hay una desarticulación de la sociedad: el problema financiero está por un lado, lo científico-tecnológico por otro y el de la industria por otro más. El Programa Bolívar busca articularlos y por ello ha creado en cada país las Comisiones Nacionales --integradas por altos funcionarios de gobierno, parlamentarios, dirigentes empresariales, rectores universitarios y banqueros- que eligen a los delegados de su país para la Asamblea General que se reúne anualmente a fin de elegir a la Junta de Operación y al Secretario General.

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Además, cada año se realiza un foro en el que participan desde jefes de Estado hasta empresarios, donde se abordan políticas públicas para la mediana y pequeña empresa, las alianzas para poder penetrar en los mercados, los instrumentos financieros y la tecnología de las empresas que les permitan alcanzar la competitividad. El ano pasado este foro se realizó en Punta del Este, Uruguay, y en diciembre próximo se efectuará en Arequipa, Perú.

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Al parecer, en ocasiones ustedes reemplazan a bancos y a gobiernos que debieran apoyar a las pequeñas y medianas empresas en su comercio exterior...
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Creo que la sociedad civil debe jugar un papel, y nosotros, como organismo no gubernamental, somos extensión de ella.

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Además, pienso que el papel del Estado recién ahora empieza a acercarse a su justo equilibrio. La experiencia de estos últimos años nos indica que debe haber una reforma del Estado, pues éste tiene errores intolerables. Queremos un Estado que ayude a la sociedad a planear a mediano y largo plazo, que tome medidas, y un sector privado que, individual o colectivamente, pueda también ofrecer propuestas en ese sentido. Estamos aprendiendo a punta de golpes; América Latina empieza a redescubrir sus columnas vertebrales, y una de ellas es la pequeña y mediana empresa. Pero hasta el año pasado hablar de ellas era hablar de sectores marginales. La Unión Europea acaba de hacer una investigación que revela que casi el 92% de sus empresas son medianas y pequeñas, ¿dónde está la marginalidad?

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Aunque esto ya se empieza a comprender, aún hay muchos problemas: dinero de organismos multilaterales para este sector que no llegan a los empresarios, o centenares de programas piloto diseminados y, por lo mismo, sin grandes efectos. Hay que tener programas nacionales sólidos, de impacto.

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Al no ser éste un programa gubernamental, muchas de sus iniciativas no pueden llegar a buen término sin la colaboración de los gobiernos...
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Eso no es un problema del Programa Bolívar, sino de la sociedad. No hay actividades en las que los actores principales de la sociedad no participen. Por ejemplo, en la cumbre de 1995 de jefes de Estado, uno de ellos decidió impulsar este programa. Lo mismo pasó en la Cumbre Iberoamericana. Nosotros damos expresión a un sector de la sociedad civil, pero ni competimos ni nos enfrentamos a los gobiernos; tenemos un diálogo muy fluido con ellos.

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¿Quién los financia?
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Un 38% proviene del BID; 12% lo aportan los gobiernos de los países adheridos y el 50% restante el sector privado --pequeñas y medianas empresas, más las cámaras- e ingresos por la venta de nuestros servicios.

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¿Cuánto les cobran a los empresarios que ustedes apoyan?
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Cuando una propuesta ingresa en la red para que se busquen socios, el empresario paga cerca de $500 dólares; cuando él o los socios están individualizados cobramos entre $1,000 y $2,500 dólares.

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¿Apoyan también al empresario que sólo pretende invertir en otro país, únicamente al que quiera asociarse?
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Buscamos que el pequeño y mediano empresario puedan entender el mundo acceder a él, pero es su decisión. Confiamos que la asociación es un buen caminan hacia la competitividad y buscamos ayudarlos a vincularse con el mundo porque aunque aparezca muy cercano, para este tipo de empresarios está muy lejos. Por otro lado, también ayudamos a que s junte un empresario que, por ejemplo fabrica un solo artículo, con otro que fabrica otro complementario y quiere salir al mercado internacional. A través de nuestra base de datos ayudamos a que en el interior de un país se sumen las fuerzas y logren su propósito.

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¿Cuáles son hasta el momento sus resultados concretos?
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Hemos llegado a decenas de miles de empresarios que han consultado y averiguado; 1,650 han presentado proyecto para buscar socios, que en estos pocos años de operación real es una buena cifra. Lo más sorprendente es que 36% ha tenido resultados positivos, y es una constante; en mecanismos europeos similares la respuesta ha sido de 9%. Los principales proyectos presentados al Programa corresponden al sector agro-alimentos, luego vienen los de servicios y de -metalmecánica.

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