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Pugna de poderes

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

“El presidente propone y el Congreso dispone.” La frase de Fox tiene una concreción azarosa: no ha podido alzar el vuelo para sortear las bajas pasiones de la confrontación improductiva. Esta dificultad ha quedado de manifiesto en los 16 meses de gobierno, especialmente en las reformas indígena, hacendaria, energética y laboral.

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Los desencuentros han marcado la pauta, y la tensión entre poderes ha amenazado con estallar en parálisis. Sólo un ejemplo: el afán de “corregir” la reforma fiscal encontró la respuesta de la Cámara de Diputados al presentar una controversia ante la Suprema Corte de Justicia.

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Era la señal de un Congreso dispuesto a ejercer plenamente sus funciones de contrapeso. Otra, mucho más contundente, llegaría con la decisión del Senado de negar el permiso al Presidente para realizar una gira de trabajo por Canadá y Estados Unidos.

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Durante años, las decisiones de la Casa Blanca que parecían corregir políticas proteccionistas que lastimaban la economía de regiones o sectores productivos mexicanos eran frenadas, en el último minuto, por un fallo judicial (atún, diversos productos agrícolas, transportistas). Washington argumentaba que nada podía hacer ante la resolución de los tres poderes de su democracia.

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El sistema de pesos y contrapesos marcaba los límites de la buena voluntad de la administración en turno, como la reciente resolución de la Corte Suprema estadounidense que niega elementales derechos a trabajadores indocumentados. En contraste, la relación bilateral tenía en México un protagonista: el Presidente.

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Las cosas han cambiado. La proverbial asimetría de nuestros vínculos con el vecino del norte se ha modificado en un aspecto medular: México ya no es el país de un solo hombre y su vida pública se rige por las normas democráticas.

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Lamentablemente, el presidente Fox y sus estrategas no han sabido capitalizar los rendimientos del “bono democrático” para reducir los márgenes de vulnerabilidad frente a Estados Unidos.

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Si México está dispuesto a competir en las “grandes ligas”, tiene que aprender a jugar con visión de Estado y en perspectiva estratégica. Ningún país puede moverse exitosamente en el escenario mundial sin una base sólida: aquella que ofrece una política nacional legitimada por los poderes constitucionales, sustentada en amplios consensos políticos y en el apoyo crítico de la sociedad.

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-El autor es director de Grupo Consultor Interdisciplinario

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