Rendirse ¡jamás!
El boicot armado por importadores estadounidenses a Agroindustrias El Álamo (Agroin), la principal procesadora en México de yucca shidigera (una planta que crece en el noroeste del país y suroeste de Estados Unidos), fue el detonador para convertirse en lo que hoy es.
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En 1983 los actuales socios de la empresa estaban en el primer eslabón de la cadena: vendían los tallos del vegetal que cosechaban en sus ranchos.
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Al conocer su aplicación en refrescos como agente espumante; en agricultura como mejorador de suelos; en medicina como remedio naturista y en ganadería para la alimentación animal, decidieron producir el jugo de la planta para venderlo a los fabricantes estadounidenses de concentrados a partir de este insumo. Así nació Agroín (1989), que luego amplió sus procesos para elaborar ese concentrado y comercializarlo a los industriales de producto final.
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Sus ventas eran de $1.4 millones de dólares en 1993, pero al siguiente año, cuando se proponían exportar también a Europa y Asia, cayeron 80% porque los estadounidenses dejaron de comprarle; exigían exclusividad para su país. No bajaron los brazos. "Ante la crisis, las opciones eran regresar a las manos de nuestros intermediarios o buscar soluciones que nos dieran certidumbre y autonomía", cuenta René Loperena, director de la empresa. La decisión fue la segunda y con ella iniciaron los verdaderos cambios. Además de producir el concentrado, comenzaron a fabricar los productos terminados para el consumo final.
-Pero lo más importante es que, con su participación en ferias internacionales y su página de internet, de 1996 a la fecha sumaron clientes en 31 países de América, Europa, Asia y África, y sus ingresos anuales crecieron hasta llegar a $4 millones de dólares en la actualidad. "La experiencia nos enseñó a diversificar", reconoce Loperena.