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Rentar lo devaluado, comprar lo revaluad

El arrendamiento puro o leasing es una alternativa para aquellas pequeñas y medianas empresas con d
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Acumular activos que se devalúan y contraer créditos que a la larga resultan costosos es la manera más directa de ahorcarse económicamente. Al menos eso dicen los nuevos gurúes del arrendamiento que, para atraer clientes, proclaman: “La utilidad proviene del uso, no de la propiedad.”

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En efecto, en un mundo en el que los créditos son cada vez más escasos para pequeñas y medianas empresas, además de caros, el arrendamiento representa una buena forma de proteger su capital de trabajo y su posición financiera. Esto explica por qué este sistema experimenta un auge importante en todo el mundo. De acuerdo con el documento sobre “Leasing en los mercados emergentes” de la Corporación Financiera Internacional (CFI) –miembro del Banco Mundial–, el arrendamiento mueve más de $350,000 millones de dólares en todo el mundo, es decir, cerca de 15% de la inversión privada mundial. En los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), hasta un tercio de la inversión privada se financia con contratos de arrendamiento.

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Estados Unidos, que mueve anualmente más de $150,000 millones de dólares, se encuentra claramente a la vanguardia del leasing, de acuerdo con datos de la CFI. En este país los consumidores rentan desde equipo industrial, hasta cosas tan impensables como un hato de ganado.

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Pero no es sólo en las economías desarrolladas donde el arrendamiento ha prosperado. Un caso ilustrativo es el de Corea del Sur, que logró un avance significativo del leasing gracias a la aprobación, en 1976, de un marco normativo favorable tanto para arrendadores como arrendatarios. Ello permitió a las empresas colocarse en ventaja frente a los bancos, que están sujetos a regulaciones más estrictas. En menos de 10 años el valor de las operaciones de arrendamiento se duplicó y en la actualidad representan cerca de 20% de la inversión privada total de ese país asiático.

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Sin embargo, este no es el caso de América Latina. En esta región, con excepción de Brasil, el arrendamiento no se ha desarrollado adecuadamente debido a la inestabilidad macroeconómica. La CFI advierte que las empresas de leasing son muy susceptibles a los cambios macroeconómicos. “Sus actividades tienden a contraerse cuando se agota el financiamiento y a recuperarse rápidamente cuando mejoran las perspectivas crediticias”, señala.

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MERCADO SUSCEPTIBLE
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El presidente de la Asociación Mexicana de Empresas de Arrendamiento Puro (AMEAP), Antonio Domínguez, asegura que la participación del leasing dentro de la inversión privada total de México no llega ni a 4%, aunque potencialmente podría ser mucho mayor. El grueso de las arrendadoras se concentra en la Ciudad de México y en menor medida en Guadalajara y Monterrey, mientras que en otras regiones del país, principalmente el sureste, este servicio es prácticamente inexistente.

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De acuerdo con estudios realizados por la AMEAP, entre 18 y 23% de los activos de una empresa media mexicana podrían obtenerse por medio del arrendamiento, para lo cual por supuesto deben conjugarse una serie de factores.

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Por ahora, la mayoría de las arrendadoras se fondean con recursos del sistema financiero, lo que complica la planeación de este negocio ya que depende en gran medida de las tasas de interés. La vulnerabilidad de las arrendadoras mexicanas quedó expuesta con la crisis financiera de 1995, cuando cerca de la mitad de las 300 que había un año antes desapareció. Tan sólo en el sector automotriz cerraron casi 180 de las 200 arrendadoras existentes al no poder hacer frente a sus pasivos bancarios. Tomás Gutiérrez, director de la arrendadora de autos Unifin, apunta que la crisis de 1995 demostró que tener activos elevados no es garantía de pago.

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Además de los problemas macroeconómicos, no existe una cultura del leasing en México. De acuerdo con Domínguez, esto tiene que ver con un sentido de la propiedad muy arraigado, que proporciona un supuesto estatus. Otro problema es el factor de riesgo, que en el caso de México es bastante elevado. Mientras que en Estados Unidos un arrendador puede recuperar directamente su activo (muchas veces contrata a personas especializadas en ese negocio), en México esto resulta mucho más complicado, pues el arrendador debe pasar por un tribunal que puede tardar meses en fallar a su favor. Para evitar llegar a estas situaciones, hoy en día la mayoría de las empresas establecen cláusulas de arbitraje en las que ambas partes nombran un mediador en caso de conflicto.

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A raíz de la crisis de 1995, muchos arrendadores entendieron que deben establecer relaciones sólidas con los clientes, apoyándolos en sus negocios y ofreciendo tarifas más razonables con el fin de garantizar su propia supervivencia. “Somos parte de la productividad de una empresa porque, si no produce, no nos paga”, asegura Domínguez. Esto ha determinado un cambio en la percepción que se tiene en el país de este negocio.

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De hecho, varios bancos que cerraron sus arrendadoras en 1995 ya están pensando nuevamente en ofrecer este servicio. Además, desde 1996 muchas empresas automotrices y de informática abrieron servicios de arrendamiento tanto puro como financiero. “Los empresarios se han ido sensibilizando”, dice Alberto Figueroa, Director General de Financiera de Tecnología e Informática, empresa filial de IBM y ex presidente de la Federación Latinoamericana de Leasing. Con el reacomodo del mercado las arrendadoras descubren que hay “posibilidades infinitas”, dice. En efecto, ya que para 1997 el volumen de las transacciones creció cerca de 50% y para 1998 las perspectivas del sector se antojan excelentes.

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VEHÍCULOS Y COMPUTADORAS
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Por cuestiones de mercado, el arrendamiento que más se ha desarrollado en México es el de transporte (autos, grúas y camiones), que representa cerca de 70% del total. Otro segmento que está creciendo rapidísimo es el de las computadoras, debido a que su valor de mercado se deprecia rápidamente.

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En cambio, el arrendamiento de equipo industrial y de laboratorio está en pañales. El principal problema que enfrenta este tipo de negocio es la falta de un mercado secundario. Si una arrendadora decide rentar equipo industrial tiene altas probabilidades de fracasar debido a que sólo podrá venderlo al término del contrato al propio arrendatario.

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Gonzalo de la Torre, director de Promoción de Fácileasing, asegura que en ocasiones las partes deben llegar a “un acuerdo de caballeros” para que el cliente adquiera el equipo, a pesar de que en un contrato de arrendamiento puro no se puede obligar al cliente a comprarlo.

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No obstante las limitaciones, la renta de equipo industrial presenta buenas posibilidades de crecimiento, sobre todo en lo que se refiere a equipo anticontaminante. Frente a las normas cada vez más estrictas de control de emisiones, el arrendamiento de este equipo, que tiende a perder valor ante la aparición de nuevas tecnologías, evita a las empresas la inversión regularmente cuantiosa en su adquisición.

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De acuerdo con Domínguez, de la AMEAP, este tipo de leasing es el que con mayor énfasis promoverá el gobierno mexicano. En la actualidad esta asociación trabaja con Nacional Financiera (Nafin) para crear un fondo especial de renta de equipo anticontaminante.

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LOS NICHOS
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Un factor determinante para tener éxito en este negocio es la especialización. De acuerdo con Figueroa, de IBM, se acabaron las arrendadoras que se dedican a todo. “Ahora tienden a especializarse en determinados nichos de mercado”, dice. Estos cambios forman parte de la nueva cultura del leasing, que poco a poco se impone.

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La especialización permite a los arrendadores ofrecer servicios con valor agregado como es el full leasing service. Este tipo de renta que ofrecen sobre todo los grandes proveedores de computadoras, como IBM y Hewlett Packard, en forma de planes “a la carta”, permite el acceso a la renovación tecnológica. Trátese de un médico, un empresario o un arquitecto, rentan el equipo con los paquetes de cómputo que se ajustan a sus necesidades, además de ofrecer programas de actualización de software. De acuerdo con Figueroa, ésta es la mejor manera de tener acceso a la tecnología de punta en este sector.

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Otra estrategia que comienza a abrirse en México es el remarketing, es decir, la renta o venta a crédito de equipo de segunda mano que ha sido renovado y que proviene principalmente de Estados Unidos. Esto permitirá a muchas empresas actualizar su tecnología a costos mucho más bajos.

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Pero el arrendamiento sigue siendo costoso. De la Torre asegura que la mayoría de las arrendadoras viene ajustando sus tarifas para evitar que los clientes dejen de pagar, como sucedió en 1995. Así, “cada vez son menos los arrendadores que tratan de aprovecharse de los clientes”, afirma. Sin embargo, tómese como ejemplo la renta de un auto del año para el cual hay que desembolsar en promedio, durante los primeros 12 meses, cerca de 33% del valor total, mientras que su depreciación durante el mismo periodo no llega ni a 25%. O sea que si alguien está pensando en rentar un bien por más de dos años, lo mejor es comprar.

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Otro problema son los trámites. Aunque en teoría deberían ser más sencillos que los de un crédito bancario, en México este no es el caso. Los requisitos son similares a los que pide un banco, debido a las dificultades que enfrentan las arrendadoras para recuperar sus activos en caso de incumplimiento. “Debería ser más fácil, pero no lo es”, acusa Figueroa. Mientras que los contratos de arrendamiento financiero se rigen por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, los de leasing se determinan de acuerdo con el criterio de la propia arrendadora, según su propia percepción del riesgo. Como mínimo una empresa debe demostrar solvencia económica, un buen historial crediticio, así como su último balance financiero.

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En muchos países se otorgan incentivos fiscales al leasing para permitir que éste se desarrolle. En México aún no se reconoce su potencial como fuente de financiamiento, sobre todo para las pequeñas y medianas empresas. El presidente de la AMEAP asegura que las reglas fiscales cambian cada año, por lo que una de las prioridades de la asociación es lograr la aprobación por parte del Congreso de la Unión de normas nacionales de arrendamiento puro.

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Por ahora, la ley determina que las arrendadoras deben pagar impuestos, hayan o no cobrado sus rentas. “Muchas veces tenemos que pagar impuestos sobre lo que no se ha cobrado”, reclama Domínguez.

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A pesar de todos los problemas, el arrendamiento tiene futuro en México. En la medida en que más empresarios entiendan que la mejor forma de crecer es “comprando lo que se revalúa y rentando lo que se devalúa”, el arrendamiento irá ocupando la importancia que le corresponde dentro de la inversión privada del país.

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