Allá por 1955, el médico Ignacio Rodríguez, de Saltillo, Coahuila, comenzó a comprar pequeños terrenos que colindaban con el río Yautepec. La diversión consistía en lanzarse al agua desde cuerdas atadas a los árboles. Rodríguez empezó a hacer publicidad entre los viajeros a Cuernavaca y Acapulco que paraban a comer en Tres Marías.
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A dos horas del Distrito Federal, el río se fue complementando con albercas, zonas para comer, áreas verdes, y el balneario fue creciendo con continua inversión de las ganancias.
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A fines de los 70 se introdujo la novedosa alberca de olas, lo más moderno y ultrasofisticado por aquel entonces, y durante los 80 se añadieron toboganes y una mayor inversión en tecnología para diferenciarse de los numerosos balnearios de las cercanías.
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En los 90, El Rollo da el salto y comienza la inversión fuerte en nuevos atractivos, con una alberca para surfear y varios espectáculos acuáticos más. El número de visitantes pasó de 300,000 a 900,000, lo que exige modernizar y acondicionar las instalaciones anteriores. Ahora, y con una afluencia que ronda el millón de personas, las inversiones se manejan en dólares: la última adquisición, un juego que se llamará Mamut, costó $1 millón de dólares.
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Alfredo Rodríguez tiene 29 años y desde hace cinco dirige la empresa que comenzó su padre. Copropietario de El Rollo junto a sus cuatro hermanos y su madre, habla de parques “gringos” como lo máximo en la materia y asume que las inversiones en tecnología ya no pueden hacerse con capital propio.
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La apuesta por subir la facturación a $71 millones de pesos y dejar los gastos en 64 millones (las últimas cifras hablan de unos ingresos de $52.5 millones anuales con un gasto de $50 millones) se apoya fuerte en los medios audiovisuales. También en aumentar sus patrocinadores y reducir gastos.
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Para elevar los ingresos se ha enfocado en sistemas promocionales con descuentos dentro del parque y paquetes que engloban, entre otras cosas, viaje y hotel. La venta de boletos representa 64% de la recaudación, casi $1 millón de pesos.
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Cumplir con esa facturación, continuar la inversión tecnológica y aumentar la participación de mercado en la zona, que según un estudio reciente está en 33% contra otros 21 parques, son las principales metas. Y aunque no se piensa que la privatización del parque de Oaxtepec pueda afectar en los meses más próximos, Alfredo Rodríguez asume que iniciado ya el 2000 sí van a enfrentar a un competidor de peso. Confían en tener ventaja. “Llevamos 50 años en el mercado y la experiencia se nota.”