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Sin informe

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Quedaron sin cumplirse las expectativas que pudieran haber habido en vísperas del Primer Informe de Gobierno del presidente Ernesto Zedillo. No hubo ningún pronunciamiento contundente sobre los asuntos más graves que aquejan al país y, en vez, se repitieron fórmulas pasadas, sin contenido ni eficacia.

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En los tres grandes rubros -economía, seguridad pública y reforma política- en que Zedillo decidió dividir los problemas nacionales, no hubo ningún planteamiento fresco que pudiera renovar la confianza mínima en su gestión. Repitió la explicación falsa de que la crisis de la devaluación es resultado de un proceso de varios años, no de una decisión o acción concreta. También insistió en que el ajuste financiero era la "única opción" y que los costos hubieran sido mayores bajo cualquier alternativa que se hubiera seguido.

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En cambio, nada dijo sobre un posible programa de recuperación a corto o mediano plazo. Ninguna estrategia, ningún plan. Continúa confiando en que la reactivación de la economía se alcance de manera automática, impulsada por "finanzas sanas" que, sin embargo, hoy por hoy ni siquiera aseguran un desarrollo predecible del tipo de cambio o de la capacidad financiera del gobierno.

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Tampoco es claro en qué momento comenzaría dicha recuperación, aun en el escenario más optimista del gobierno. Zedillo no lo pudo decir. Los próximos dos trimestres sólo serán menos malos que el anterior, cuando la economía cayó más de 10%, pero la recesión se extenderá hasta fines del año. Un crecimiento sostenido es sólo una aspiración del presidente.

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A partir de 1996, cualquier estimación sobre las principales variables macroeconómicas es posible, considerando que el gobierno no ha definido sus programas o, de mayor significancia, negociado con el Tesoro estadounidense el destino de las cantidades restantes del paquete de asistencia que, hasta ahora, no han sido utilizadas. Desde ahora puede decirse que el promedio de crecimiento del PIB en el sexenio será menor al de los seis años del ex presidente Carlos Salinas (alrededor de 2.5%). Las consecuencias que traerá aparejado este fenómeno ni siquiera se contemplan aún.

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Pero para anticipar las posibles repercusiones que en el ámbito social traerá la crisis, los asesores de Zedillo han estado trabajando en, quizás, las dos únicas iniciativas que el presidente sí avisó que enviará al Congreso próximamente: dos leyes sobre seguridad pública y seguridad nacional para reforzar el poder coercitivo del gobierno federal.

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Mientras tanto, los crímenes de Estado permanecen sin solución, a pesar del tiempo transcurrido y del compromiso del presidente de llegar hasta el fondo del asunto. Marcando una distancia con las investigaciones, sin embargo, Zedillo puso ahora énfasis en su falta de competencia en dichos procesos, pues le corresponde, según él, al Ministerio Público y al Poder Judicial resolver los casos.

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Tampoco quiere un rol activo en el proceso de reforma política, en donde confía en que sea también otro poder, el Legislativo, el que impulse el cambio democrático. Tampoco considera que es su obligación, como presidente de la república, buscar la solución a los demás problemas políticos que han convulsionado a varios estados de la república.

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Es una situación extraordinaria que, careciendo el país de liderazgo, en quien se ha depositado históricamente dicha responsabilidad, renuncie o se separe tanto de ella, como lo pretende Zedillo. Como si en dicha situación el vacío que deje pudiera ser ocupado por individuos, grupos e instituciones con una larga trayectoria independiente y democrática, que sólo esperaban a que el presidente les autorizara asumir el poder en México.

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Por ello, a nadie debe haber satisfecho o, menos aún, convencido el Informe de Gobierno que rindió Zedillo el pasado V de septiembre. Una vez más, perdió el presidente una oportunidad valiosa para definir una posición duradera, ofrecer un plan de recuperación a la crisis y apuntar hacia adelante. El único ofrecimiento que hizo es que habría un segundo Informe el año próximo. Aparte de ello, nada.

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El autor se desempeña como profesor-investigador en el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México.

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