Así denomina Times a la nueva ola de cine de terror que se recetará a los espectadores en lo que resta de 1999. Hartos de la confusión que los Harry Kruegers, los Halloweens y los Sé lo que Hicieron el Verano Pasado establecieron entre terror y carnicería, un grupo de directores decidió abordar fórmulas más sutiles de suspenso.
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El público –por lo menos ese que se inclina más por el estilo Hitchcock– puede sentirse aliviado. Las películas que se avecinan –como The Blair Witch Project o Sit of Echoes (aún sin título en español)– no presentarán sierras para cercenar miembros ni otras clases de masacres sangrientas. Demonios más sutiles, y por lo mismo más temibles, se avecinan.
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Por supuesto, los grandes nombres están involucrados en las nuevas producciones: Bruce Willis protagoniza The Sixth Sense, una película de fantasmas; Winona Ryder lucha con el diablo en Lost Souls; Arnold Schwarzenegger también lo hace en End of Days; y Geoffrey Rush (ganador del Oscar por Claroscuro) se pasea por The House of Haunted Hill, al tiempo que Catherine Zeta-Jones y Liam Neeson se mudan a otro inmueble maldito en The Haunting.
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Este afortunado revival –que lleva a recordar los grandes clásicos del terror de la primera mitad del siglo– aprovecha el talento de Roman Polanski, que narra la historia de un librero en busca de un texto maldito en The Ninth Gate; y de Tim Burton (Batman y Batman regresa) quien tuvo la afortunada idea de revivir la leyenda de Sleepy Hollow, el jinete decapitado.
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Con estas promesas, parece probable que el género recupere las formas más sutiles del miedo –ese que surge como un hedor del sótano o proviene de un aullido en la oscuridad de la noche–, lo que seguramente provocará una sonrisa de aprobación en el rostro del legendario Hitchcock, precisamente en el año en que “el maestro” celebra 100 años de su nacimiento.