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Tiempos compartidos: <br>Cancún desplie

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mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Gilberto marcó su vida. Y aún ahora que las cosas han cambiado para bien, persiste en su memoria la sacudida que él causó hace ocho años. Pero la determinación tomada por Cancún no admite confusiones: -ni Gilberto ni algún otro huracán le volverán a romper el corazón.

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De eso se encargan sus hoteleros quienes, alentados por las cifras de afluencia, buscan provocar un oleaje favorable con sus iniciativas para incrementar el éxito de este centro turístico.

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En este contexto, fomentar la opción del “tiempo compartido” es una de las más ambiciosas tareas de los empresarios cancunenses, quienes piensan que el único negocio absolutamente seguro es esta modalidad de venta de cuartos de hotel, por lo que siguen construyendo hoteles destinados a ese fin.

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Son ellos quienes informan que una de las formas más socorridas del tiempo compartido es el “todo incluido”, presente en cuando menos 20 desarrollos (según datos de la Asociación Mexicana de Desarrolladores Turísticos). Varios complejos turísticos más están en construcción y otros tantos están virando hacia esta opción. Hay hoteleros que sólo contratan con turistas estadounidenses y también aquellos que combinan hospedaje convencional con tiempo compartido.

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Todo aquel interesado en esta opción vacacional debe saber que el tiempo compartido, en Cancún, por lo general es pagado en dólares y su costo de 30 semanas oscila entre $5,000 y $25,000 dólares, cantidad repartida en un enganche de 25% de la misma y un plan de crédito pagadero en tres, cinco, siete o más años; adicionalmente se establece un pago llamado de mantenimiento, que ronda los $1,000 dólares anuales.

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También existe un esquema relativamente nuevo, por medio del cual el dinero que desembolsa el consumidor se convierte en puntos, los cuales se agotan a medida que se va haciendo uso de los servicios de la empresa, generalmente afiliada a una organización internacional que integra destinos importantes alrededor del mundo, a los cuales también tiene acceso en cualquier sitio todo comprador de un tiempo compartido.

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“Esto nos permite brincar de una unidad a otra y de unos servicios a otros”, dicen con entusiasmo los empresarios turísticos de -Cancún, que tienen frente a sí un panorama halagador como pocos, con números negros en sus operaciones y un mar azul turquesa de fondo —aunque no dejan de reconocer que algunos usuarios asocian a los tiempos compartidos con engaños y fraudes—.

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Esa mala imagen, admiten, se la han ganado a pulso ciertos esquemas de venta perpetrados por rapaces “empresarios”. Los hoteleros serios saben que tienen que empezar a “lavar” esa percepción ante el turista masivo nacional (tan sólo 15% de los tiempos compartidos vendidos en 1995 fueron adquiridos por mexicanos), que ya por razones de precio, distancia y crisis económica ha soslayado a Cancún al momento de observar su menú de playas y preparar maletas.

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Las quejas de mexicanos ante la Procuraduría Federal del Consumidor en contra de algunas empresas que venden esta modalidad de hospedaje, si bien han disminuido, no cesan. Entre enero y mayo de este año, a nivel nacional la dependencia recibió 156 denuncias. La delegación de la procuraduría en Cancún, por alguna razón no explicada, se negó a facilitar los datos sobre quejas de los usuarios de tiempos compartidos.

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Lo anterior es algo que no pueden tolerar los hoteleros cancunenses, acostumbrados a ver cumplidas sus expectativas, mismas que contemplan un repunte para los próximos dos años. El plazo se antoja corto, pero necesitan planteárselo de ese modo: es inminente la guerra de tarifas en la zona del Caribe. Asimismo, deben hacer frente a la marea roja de carteras vencidas, que al tocar Cancún provocó que en 1996 se duplicara de 15 a 30% el número de cancelaciones de tiempos compartidos en proceso de compra con respecto a 1994.

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Los hoteleros confían en sobreponerse a estos inconvenientes. En 1995 Cancún recibió dos millones de turistas, que representaron un respetable 76% de ocupación. Pero el mayor esfuerzo, bien lo saben, tienen que hacerlo entre los propios mexicanos.

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