Pero no una cualquiera. Agüita es el significado de la palabra vodka. Aunque rusos y polacos se pelean la invención de tan famoso destilado, la verdad es que pudo haber sido una creación casi simultánea, pues hay documentación que muestra que desde el siglo IX se producía un tipo de este licor en ambos países con fines medicinales, como fue su propósito durante toda la Edad Media.
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Para hacerlo se emplean granos o tubérculos, como trigo, centeno, papa, betabel y arroz, que se fermentan y destilan de una a tres veces, para luego añadir agua cristalina. El resultado es una bebida espirituosa neutra, sin aroma, sabor o color distintivo, cuya calidad tiene mucho que ver con el agua, el método de filtración y los agentes mezcladores. En el medioevo, cuando no existían tamices muy eficaces, al producto se le agregaban diferentes hierbas y frutas que suavizaran su fuerza y le dieran algo de sabor. En la corte de Pedro el Grande se añadían ingredientes de acuerdo con la estación del año o el motivo especial de la celebración. A pesar de tener tan larga historia, fue hasta el siglo pasado que el vodka se puso de moda en el resto de Europa y Estados Unidos, gracias en gran medida a los deliciosos martinis.
Nórdicos versión ecuatorial
En los países cercanos al Polo Norte se prepara el smörgåsbord, buffet con diversos platillos de salmón, arenque, albóndigas suecas, carnes frías y quesos que se comen con pan. Por supuesto, el acompañante reglamentario es el vodka. En pleno invierno, es uno de los premios a los valientes que brincan entre el agua bajo los hielos y los saunas hirvientes.
Julio Verne 90, locales a y b,
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