En la Unión Americana todo se vende. Incluso el billete con el que la sociedad más consumista del mundo perpetra sus compras todos los días es objeto de comercialización. Basta pasearse por algún mall gringo para encontrarse con una singular cadena de tiendas en donde la mercancía es –nada menos y nada más– que el mismísimo dólar plasmado en calzoncillos, camisetas, tazas, ceniceros, o en cuanto producto aguante.
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No extraña entonces que a la Trans World Promotions Inc se le haya ocurrido la idea de vender una edición limitada de un billete de $1 millón de dólares por la módica suma de $16.50. Cada una de estas preciosuras tiene un número de serie individual, está firmado por su diseñador y va acompañada de un certificado de autenticidad y un folleto informativo. Todo esto, dentro de una caja de regalo, porque la intención es que el público se interese en adquirir esta edición como un obsequio de “agradecimiento” o un ítem motivacional para amigos, clientes, empleados y asociados. Desde luego, para garantizar que la edición es realmente limitada, las placas que sirvieron para imprimir esta artesanía monetaria han sido destruidas.
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