El tercer trimestre no pasaba de ser la transición al cuarto. Pero desde los meses de septiembre de 2001 y 2002 (ataque en Nueva York y crisis económica en Estados Unidos), el tres es la clave.
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Con mejoría, aún leve, en los indicadores macroeconómicos, el mercado se apoyó en los resultados bursátiles de los corporativos en busca de señales de recuperación. Este año las Bolsas han tenido crecimiento explosivo. Hubo condiciones que ayudaron: exceso de liquidez en el mundo y búsqueda de opciones de inversión que mejoren las flacas perspectivas de los bonos del Tesoro estadounidenses (1%, su nivel más bajo en 60 años).
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Pese a algunas secuelas mixtas, los reportes resultaron positivos. Del 70% de las empresas de la unión americana que reportó a Bolsa al cierre de esta edición, 56% superó las expectativas del mercado y 27% las cumplió. En tanto, las 14 compañías con triple AAA en la Bolsa Mexicana de Valores promedió incrementos de 33.5% en su utilidad neta y de 12.7% en su EBITDA.
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El mercado ahora sigue buscando señales a futuro. Dos buenas. En primer lugar, la histórica colocación de bonos en pesos a 20 años a una tasa de 8.39%, lograda por el gobierno federal a fines de octubre. Eso podría poner un techo a los créditos de largo plazo, como el hipotecario, y ayudar a la estabilización de los de corto. En segundo, las señales que leen algunas casas de análisis para la aprobación de las reformas estructurales antes que termine el año. La división interna del PRI, los anuncios de Roberto Madrazo y el acercamiento del secretario de Energía a ese partido son algunas de ellas. Si tal lectura es correcta, coinciden los analistas, se consolidaría el rumbo hacia 8,000 puntos en el IPC para fin de año, así como una nueva baja en las tasas y el tipo de cambio.