A pesar de que la educación forma parte de casi todos los discursos, lo cierto es que la cultura y el arte no son la prioridad de ningún gobierno. La crisis económica mundial, y la necesidad de resolver problemas de carácter “urgente”, reducen las posibilidades de museos y galerías de arte. Si bien es verdad que en México los museos viven en gran parte gracias a CONACULTA (Comisión Nacional para la Cultura y el Arte), también lo es que la ayuda proporcionada por esta institución no es suficiente... Y que el mecenazgo, otra de las fuentes de ingreso de museos y galerías, tiende a disminuir.
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Para poder subsistir, muchos museos se han visto obligados a sortear estas limitaciones... y hay quienes han puesto en marcha proyectos de supervivencia a toda prueba. Es el caso del Museo de San Carlos, que reinventa el mecenazgo, y propone asociar cultura con negocio. “Esto no significa sacrificar el arte. Nuestra idea primera sigue siendo la de ofrecer calidad, respetando la función social del museo. Hemos tenido que ponernos vivos, porque en un país como México en el que hay tantas causas por las cuales moverse, el mecenazgo clásico ya no funciona”, explica Roxana Velásquez, Directora del Museo San Carlos.
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¿Se acuerda usted de la exposición Rubens y su siglo?, ¿de su despliegue publicitario? Y, sobre todo ¿había visto usted, alguna vez, tanta gente en el Museo San Carlos? Si durante unos meses los cuadros del pintor belga estuvieron en México, esto fue posible gracias a mucho dinero... y mucha imaginación. Como en cualquier ocasión, se pidieron las obras a Europa. Pero esta vez, en lugar de importar la exposición, fue el propio museo quien montó el proyecto (catálogos etcétera...) para luego venderlo. ¿Saben a quién? A la región de Ferrara, en Italia... Es decir, a la misma Europa.
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De esta manera se financió la mitad de una exposición que atrajo a más de 300,000 visitantes; y se sentó precedente: ¡no se pierdan a Jean-Auguste-Dominique Ingres!