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¿Hacia dónde va México?

La pregunta no es ociosa: la falta de claridad sobre el rumbo del país inquieta a los empresarios.
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

Luego de recolectar dinero para “blindar” la economía contra cualquier ataque especulativo hacia el fin de sexenio, pareciera que nuestras autoridades se sienten satisfechas. Su misión ha sido cumplida, propagan incluso en los pasillos de algunas dependencias.

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Pero qué lejos estamos de ello. Hoy por hoy, los empresarios mexicanos manifiestan una profunda inconformidad con la capacidad de los gobernantes, quienes conducen al país de acuerdo con los ortodoxos dictados de los mercados financieros internacionales, pero lejos de las necesidades reales de la población. Y, en efecto, en el rubro macroeconómico, nuestros funcionarios han sido excelentes estrategas, al corregir situaciones muy complicadas en tiempos récord. Pero, detrás de este énfasis en la economía “digital” (donde lo único importante es el número macro), persiste la carencia de sensibilidad política: no hay visión de Estado.

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Con razón, los hombres y mujeres de negocios están preocupados por la falta de coherencia en el desarrollo económico y por la escasez de señales claras en el rumbo del país. No es un problema coyuntural. Es más grave aún: es estructural. No es un problema del poder central; atañe a toda la federación. Aqueja al aparato político en su conjunto –los tres Poderes, los gobiernos estatales y municipales–, donde la norma continúa siendo el “chambismo” –el amigo y el compadre por encima del más capacitado en cada plaza–, la corrupción y la ineficiencia.

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En este fin de siglo, cuando la retrospectiva se impone como un buen ejercicio para observar y analizar lo que se ha hecho bien y lo que se ha hecho mal, el saldo es negativo: a principios de este siglo, México tenía un PIB per cápita mayor al de Japón. Hoy, el país asiático –que no cuenta con recursos naturales, que ha vivido terribles holocaustos y que se encuentra lejos de los mercados– tiene un PIB per cápita nueve veces mayor al mexicano. En vez de generar riqueza, la hemos destruido. En otras palabras, algo hemos hecho terriblemente mal.

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Pero no vayamos tan lejos. En esta misma edición usted encontrará un análisis retrospectivo de los últimos 30 años de la economía mexicana. La línea constante: inflación-devaluaciones–altas tasas de interés. Estas tres décadas vieron nacer a millones de mexicanos que hoy son conocidos como “la generación devaluada”.

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Queda muchísimo por construir. Aprendamos de los errores del pasado para rectificar el camino. Nadie, en este país, desea más décadas perdidas. De entrada, avanzaríamos un largo trecho si nuestras autoridades combinan los pizarrones con el mundo real, ese en el que los empresarios y sus trabajadores viven. Habría una mayor conciencia de los problemas cotidianos, con la consecuente sensibilidad política para resolver conflictos y establecer planes y programas de largo alcance. Así, en vez de pensar en “blindajes” y seguros contra catástrofes, estaríamos impulsando la creación de más empresas competitivas y de fuentes de empleo mejor remuneradas. Es decir, estaríamos generando y distribuyendo riqueza.

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