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¿México sin líderes?

La falta de orientación hacia los logros económicos y la dependencia familiar impiden a los jóven
mar 20 septiembre 2011 02:55 PM

En las universidades los jóvenes son entrenados en una de dos vertientes: con conocimientos técnicos duros, altamente especializados; o con información plana, preparándoles para ser diestros en operar un software, conocer de temas contables o prestar un buen servicio en la industria del turismo.

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Pero no formamos líderes empresariales. Por ello no debe sorprendernos que la mayoría de los directores generales de las empresas multinacionales que operan en nuestro país son de origen extranjero.

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Ejemplos hay muchos ¿El director general de Pfizer, la mayor farmacéutica del mundo? Puertorriqueño. ¿Y el de Novartis, una de las cinco mayores de esa industria? Panameño. ¿Qué tal el director general de Ford, la empresa número 23 en el ranking anual de Expansión? Brasileño. ¿Y el director de Adidas en México? Es argentino. ¿Y qué decir de los bancos? Ahí tenemos a los directores generales de HSBC, Scotiabank Inverlat y BBVA Bancomer.

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La lista es larga. En varias firmas grandes hay cabeza extranjera. Recuérdese a compañías poderosas como 3M, Wal-Mart, IBM, Daimler-Chrysler, Volkswagen y Nissan.

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Nada de malo hay en que la nacionalidad de los individuos que encabezan buena parte del PIB nacional no sea mexicana.

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Sin embargo, es curioso los ejecutivos mexicanos no destacan por ocupar esas posiciones en otras partes del mundo. Los exportamos poquito. Tenemos déficit. Por ello, la prensa nacional se sorprende cuando surge algún caso como el de Carlos Eduardo Represas o Eugenio Minvielle, de Nestlé, o el de Héctor de Jesús Ruiz, de AMD Son pocos los que llegan alto.

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¿Qué falta en el sistema educativo nacional para crear líderes empresariales globales? Son dos los elementos críticos para que los jóvenes se conviertan en dirigentes: primero, una orientación hacia los logros económicos; y segundo, un desprendimiento de la familia.

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El primero se debería aprender en la escuela. Emprender un negocio o tener como meta la  prosperidad financiera debería ser una filosofía de vida nacional y no sólo un tema secuestrado por dos o tres universidades privadas.

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El desprendimiento familiar es una tarea pendiente para que los individuos prosperen, para sobresalir cuando tienen que competir contra otros ejecutivos. En varios países con directivos más competitivos, los valores de individualismo y autosuficiencia están más impregnados en la sociedad. Ello les permite competir con mejores elementos que con los de un país como el nuestro, donde la prosperidad individual es altamente dependiente de los lazos familiares.

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¿Lograremos que nuestros ejecutivos destaquen tanto en el exterior como los extranjeros lo hacen en México? No en el corto plazo. Para ello tendrá que cambiar el sistema educativo familiar, una opción fácil. Pero más importante es que tendremos que dejar de ser niños mimados y empezar a ser autosuficientes, el camino difícil.

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* El autor es columnista de negocios. Comentarios: motacarlos@aol.com .

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