¿Remordimiento y propósitos de enmienda? Los meses lo dirán. Lo cierto es que los cambios en el equipo presidencial y la decisión de Vicente Fox de dotar de seriedad a su desempeño son algunas de las notas relevantes de principios de año.
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¿Qué podría explicar la transformación? Quizá el que, finalmente, los resultados de las encuestas o el golpeteo del "círculo rojo" o los llamados de atención de sus colaboradores, lo han convencido de llevar con mayor seriedad el ejercicio gubernamental.
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Desde muy temprano el presidente electo Vicente Fox anunció la creación de una oficina de supergerentes en Los Pinos, un staff que coordinaría el trabajo entre la Presidencia de la República y las secretarías de Estado.
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A un año de distancia, es evidente el fracaso de este proyecto. La "innovación" se tradujo en un galimatías administrativo. Los aprendices de brujo crearon estructuras paralelas que, lejos de contribuir a ordenar y darle seguimiento a las políticas públicas, introdujeron traslapes, confusiones y rivalidades.
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Sin embargo, entre los últimos días del año pasado y los primeros de este, se han dado a conocer algunos ajustes al equipo presidencial: la salida del director del INI, Marcos Matías, crítico de las reformas en materia de derechos y cultura indígenas y de las políticas foxistas hacia las étnias.
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Está, por otra parte, la designación de Adolfo Aguilar Zinser como representante de México ante la ONU: ocupará el asiento temporal en el Consejo de Seguridad. Otro relevo mayor fue el de Francisco Ortiz, reemplazado por Rodolfo Elizondo en la coordinación general de Comunicación Social de Presidencia.
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El desgaste de Martha Sahagún encontró salida con la boda que, sin embargo, le abrió nuevos flancos de vulnerabilidad al mandatario. Para reemplazarla, Fox escogió al responsable de su imagen y experto en marketing; sin embargo, Ortiz mostró pronto los límites de su talento.
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Al relevo llega un político heterodoxo. Rodolfo Elizondo ha mostrado capacidad para construir puentes con otras fuerzas políticas. Hombre sencillo y cordial, asumió la defensa del Presidente, se ha mostrado leal aun pagando el costo de enfrentar al panismo tradicional.
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Pero estos cambios no son, ni por asomo, todos los que reclama el equipo gubernamental. Urge revisar a fondo la "ingeniería", el desempeño de otros colaboradores, los mecanismos de coordinación administrativa, las formas de rendición de cuentas…
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El cambio mayor que los sectores más sensibles reclaman es el estilo de gobernar. La seriedad no se limita a la sobriedad sino, sobre todo, a la responsabilidad con su encargo. Le piden que sea un Presidente en serio.
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–El autor es director de Grupo Consultor Interdisciplinario.