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¿Se acabó el oro?

La Red, según algunos especialistas, ya no está creciendo. El mito de la gran fuerza transformador
mar 20 septiembre 2011 02:54 PM

El director general (CEO) de Nortel Networks, John Roth, enfrentó la ingrata tarea de decirle al mundo, a principios de julio, que su compañía estaba a punto de reportar uno de los trimestres más desastrosos en la historia de los negocios: una pérdida por más de $19,000 millones de dólares. Mientras trataba de explicar lo que había fallado en su empresa –cuyo equipo transporta tres cuartas partes del tráfico de internet en Estados Unidos–, el ejecutivo lanzó un comentario sorprendente: Nortel, dijo, ha visto disminuir la circulación de la Red por primera vez en la historia.

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Quizá Roth sólo actuó como lo haría cualquier directivo responsable en una situación como esta: culpar a la industria por los infortunios de la firma; pero al hacerlo, puso en tela de juicio uno de los dogmas fundamentales de internet. Para cualquier miembro del sector tecnológico, la sugerencia de que el tránsito en línea está declinando representa una idea de gran impacto. La web, se asegura, cuenta con una de las tasas de crecimiento más fantásticas en el registro de negocios.

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Días después del polémico comentario, Joe Nacchio –director general de Qwest, uno de los mejores clientes de Nortel– presidió una conferencia que fue convocada, en buena medida, para refutar la declaración de Roth, a la que calificó de "legalmente engañosa" y agregó: "no sé con quién estuvieron hablando, porque nuestro tráfico aumentó 46%".

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A partir de ese momento, Nortel admitió que el CEO exageró el caso. Según algunas fuentes de la organización, lo que quiso decir fue que sólo un pequeño segmento del mercado se estaba contrayendo y que la Corporación no consideraba que la tendencia negativa continuara. Pero ya era demasiado tarde: el comentario mostró a una industria de telecomunicaciones agobiada, y por buenas razones. El alguna vez incansable sector de internet se ha convertido en un matadero. Hoy, los mercados financieros le dan la espalda a los arquitectos de la Red. Las compañías de telecomunicaciones se tambalean bajo cargas impresionantes de deuda y enfrentan una escasez de servicios que sólo podría levantar magros ingresos. En el fondo, con innumerables compañías desapareciendo de la faz de la tierra, tiene mucho sentido preguntarse si ya se acabó el crecimiento fenomenal de la web .

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Un cálculo exagerado

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Determinar cuánto tráfico viaja por la Red y ubicarlo en contexto no es tarea fácil. Después de todo, los primeros recuentos de crecimiento y la publicidad excesiva fueron irresponsablemente repetidos, ampliados y difundidos por las agencias de medios y los eruditos como George Gilder. Muy pronto ciertas suposiciones se convirtieron en hechos aceptados. Una de las especulaciones más notorias: internet duplica su volumen de tráfico en unos cuantos meses. Actualmente, algunos analistas más razonables piensan que la Red, en su punto más alto, duplicaba su circulación cada 10 o 14 meses. Es imposible saber cuántos planes de negocio se basaron en la primera premisa.

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La promoción no fue menos complaciente. Entre 1999 y 2000, la mayoría de las firmas de conectividad para internet afirmaba que el tráfico se incrementaba anualmente a tasas de entre 200 y 800%. Aunque hace dos años poca gente deseaba –o podía– romper los mitos sobre este punto, hoy es difícil encontrar a alguien que defienda dichos cálculos. "Supongo que ahora hay una oportunidad para establecer bien la cifra", señala Jim Crowe –director general de Level 3, uno de los carriers más importantes de la industria– quien a mediados de 2001 despidió a 25% de su personal en un esfuerzo por sobrevivir a la carnicería. "Conozco las ideas de Gilder y la noción de que el tráfico de la Red se duplica cada cuatro meses. Cuando estaba relacionado con UUNET [compañía de conectividad para internet], yo dije que la circulación de esa empresa se duplicaría cada cuatro meses.

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Pero nunca pretendí afirmar que el crecimiento era global."

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Los cambios en los patrones de tránsito complican más el tema. Durante los primeros días de la web, cada vez que una persona estaba en línea –incluso sólo para enviar un correo electrónico a alguien en la habitación contigua– era muy probable que su transmisión saliera a la Red (quizás a través del país o del océano) antes de ser dirigida a su destino.

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Sin embargo, internet maduró: cada vez más tráfico se queda cerca de donde se origina. De hecho, UUNET reportó que, entre 1997 y 1999, 30% de toda la circulación en Estados Unidos nunca cruzó la infraestructura nacional, sino que se mantuvo dentro de una red metropolitana local. Muchos países más pequeños ya establecieron sus propias plataformas de conectividad, lo que significa que menos tránsito internacional está pasando por la Unión Americana. De tal forma, no se debe analizar únicamente al tráfico del backbone estadounidense para medir el uso real de la Red.

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De cualquier modo, la buena noticia es que la circulación en la web continúa elevándose a un paso rápido y relativamente saludable –una tasa que, de hecho, haría que cualquier otra industria enfermara de envidia–. La mayoría de los analistas aún proyecta entre 50% y 100% de crecimiento anual en gran parte de las regiones del mundo.

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La mala noticia: incluso este tipo de incremento positivo no puede sostener al número de compañías que compiten en el negocio, y cientos de ellas irán a la bancarrota antes de que el sector recupere su salud.

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Poder desperdiciado

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Durante los últimos años se han gastado cerca de $70,000 millones de dólares en la infraestructura a largo plazo de internet. Durante el mismo periodo, la asombrosa suma de $240,000 millones de dólares (en deuda de alto rendimiento) fue inyectada a las empresas de telecomunicaciones. El monto eclipsa fácilmente a la cantidad de deuda chatarra vendida durante los años 80, cuando Michael Milken y las firmas de arbitraje de Wall Street utilizaron bonos de alto riesgo para financiar adquisiciones y compras de apalancamiento.

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En los pasados 18 meses –según Blueprint Ventures–, se fundaron cerca de 295 compañías de comunicaciones, las cuales sólo están dedicadas a construir conmutadores, ruteadores y otros instrumentos para operar redes de fibra óptica. No obstante, Merrill Lynch calcula que, en 2001, la inversión de los carriers en sistemas de comunicación óptica será sólo de $8,800 millones de dólares, y no mucho más que eso el siguiente año.

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Tales planes de crecimiento están basados en una presunción: la necesidad de mayor capacidad en internet aumentará en forma exponencial, gracias a la amplia adopción de aplicaciones de alto ancho de banda, como redes virtuales privadas y videoconferencia.

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Ahora la pregunta es: ¿qué tan excedida está la industria frente a la realidad?, ¿los consumidores realmente utilizarán la capacidad disponible en las redes?

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Algunos analistas en telecomunicaciones (quizá buscando mostrar lo meticulosamente que cubren la industria) llegaron hasta el punto de contar el número de fibras en cada red óptica que cada compañía ha instalado. De hecho, muchos especialistas están registrando cuántas de ellas están "iluminadas" es decir, conectadas a un equipo y transportando información en internet. ¿Qué están descubriendo? Que sólo una mínima fracción de las fibras están iluminadas –tan pocas como 3%, según ciertas estimaciones–. Esto parece indicar un impresionante exceso de capacidad. De hecho, según Probe Research, una empresa de investigación en telecomunicaciones, quizá sólo 14% de la fibra colocada a través del Atlántico pueda alguna vez ser necesitada. En algunos mercados, el problema es aún peor.

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Los carriers se quejan de que contar las fibras simplifica demasiado el problema. Por cada dólar invertido en cavar una zanja y colocar fibra, costará varios más pagar el equipo y el trabajo necesario para iluminar y operar una red. Considerando que los mercados financieros ya no prestan dinero a las firmas de telecomunicaciones, resultará difícil iluminar todo ese material obscuro.

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"La competencia no será observar cuánta fibra se puede poner en la tierra, sino qué tan bien se puede operar una red", comenta el director de Operaciones de Qwest, Afshen Mohebbi. Según Level 3, se necesitarían $500,000 millones de dólares para iluminar toda la fibra que las compañías ya instalaron.

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Las compañías dedicadas a la conectividad poseen mucha fibra óptica en las rutas de largo trayecto, aquellas que atraviesan países y océanos; sin embargo, no existe la suficiente en las redes locales, en los sistemas que dan servicio a las áreas metropolitanas. Si no se resuelve dicha desproporción, los consumidores no encontrarán grandes beneficios en la instalación existente.

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Otro problema para los carriers: a pesar de los años de publicidad exagerada, nadie ha presentado un servicio o aplicación de internet que haya incrementado, en forma dramática, la necesidad de ancho de banda. Lo más cercano a eso es Napster, el servicio de intercambio de archivos de audio. De acuerdo con Adventis, consultora de telecomunicaciones, en la cima de su popularidad éste utilizaba cerca de 5% de la capacidad de Red disponible en Estados Unidos, porcentaje nunca alcanzado por cualquier otra aplicación.

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Durante los últimos años, cientos de emprendedores han tratado de convencer a los inversionistas de que poseen un sitio web que será impresionantemente popular. Todos han sido menos que convincentes. "No existe una aplicación sorprendente; y no creo que estemos cerca", afirma Karyn Mashima, vicepresidente de Estrategia de Avaya.

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Una lenta recuperación

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Los servicios para empresas también tendrían que proveer una cura a la industria. Hay tanta competencia por brindar aplicaciones que parecían una gran promesa –como el web hosting y las redes privadas virtuales–, que muchas de estas ofertas se lanzaron al mercado incluso antes de que realmente funcionaran bien, lo que hace casi imposible generar una ganancia. Esto se debe, en parte, a que los fabricantes de equipo lograron incrementar la cantidad de datos que pueden transportar y, al mismo tiempo, redujeron en forma dramática los costos de la tecnología, lo que causa presiones de precio. "Yo sólo me siento ahí, y Nortel se aparece cada año con equipos que cuadriplican mi capacidad por el mismo precio", menciona Paul Gudonis, director general de Genuity.

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Las compañías de internet ya están aceptando el declive (de acuerdo con el plan de negocio de Level 3, la firma espera que sus precios caigan 25% cada año). El reconocimiento representa un hecho que pocas industrias podrían tolerar. Para compensar los descensos, los proveedores de servicios necesitan que sus suscriptores generen más tráfico en la Red. La gran mayoría de las aplicaciones simplemente reemplazarán las tareas que las más antiguas ya hacían, pero a un costo menor. De hecho, el tráfico de la telefonía internet (transmisión de voz a través de la Red) está aumentando, y servicios como las redes privadas virtuales están sustituyendo a las líneas privadas arrendadas.

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Sí, internet sigue creciendo, pero muchas de las empresas que ayudaron a construirla no lo están haciendo.

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Nadie piensa que la industria se enderezará por sí misma pronto, porque se necesitan años de recuperación.

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El mercado tiene que reducirse a un número racional de corporaciones para que los precios se estabilicen. Las instituciones financieras tendrán que superar su aversión hacia todos los asuntos de telecomunicaciones. A menos de que vuelva a fluir algo de dinero en el sector, no se construirán las nuevas redes y servicios que resultan esenciales para sostener el crecimiento de la Red, y así devolverle la salud a la industria.

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No es un panorama agradable; sin embargo, una vez que termine la devastación, alguien realmente podrá ganar dinero en internet.

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"Quizás hoy exista un exceso de capacidad, pero el péndulo se moverá hacia el otro lado –asegura Crowe, de Level 3–. Las semillas de la escasez se siembran con la abundancia."

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©Copyrigth (julio, 2001, The Industry Standard). Todos los derechos reservados. Reproducido bajo autorización.

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