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Señor Q (1074)

Un líder estancado, una empleada cansada de vulgaridades y un gerente decepcionado.
lun 12 septiembre 2011 05:29 PM

ESTIMADO SEÑOR Q:

Soy un profesionista de 42 años y trabajo como gerente comercial de una pyme. Hace cuatro años, en la empresa donde mayor crecimiento profesional había tenido, tuve que renunciar, porque cometí una falta grave. Desde entonces he estado vagando por todos lados: he sido miniempresario, consultor y empleado de mis amigos. Estoy estancado en lo que, considero, es una depresión laboral. Las personas que me han conocido en los dos últimos años coinciden en que estoy desaprovechando mi capacidad de liderazgo. Observan, también, que mis tareas no van de acuerdo a las habilidades que poseo. ¿Cuál me sugiere que pudiera ser una buena salida de esta tapadera profesional que no me deja avanzar? -Estancado

Querido Estancado:

Da la impresión de que aún, cuatro años después de tu ‘falta grave', estás un poco a la defensiva, como si tú mismo no pudieras todavía perdonarte por aquella caída y prefirieras el consuelo de tus nuevos amigos-colegas. Si verdaderamente crees que puedes volver a las ‘grandes ligas', entonces sabrás qué hacer. Apúntate a algún curso de actualización (para refrescar tu CV) y después regresa a la ronda de entrevistas. Cuando te pregunten por el episodio de tu ‘falta', cuenta la verdad. Y después que ocurra la que tenga que ocurrir. -Faltado, Q

ESTIMADO SEÑOR Q:

¿Qué es peor? ¿Un compañero de oficina que silba melodías folclóricas, uno que repite la comida seis o siete veces o uno que pasa la mitad del día con un dedo incrustado en la nariz? ¿Y qué pasa si esas tres personas son en realidad la misma? ¿Hay alguna manera de pedirle que sea menos desagradable y más considerado con sus vecinos y vecinas de oficina? -Asqueada

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Querida Asqueada:

El Señor Q a veces se sorprende a sí mismo silbando canciones folclóricas en la calle (y la Señora Q lo hace callar de inmediato). Por eso se siente identificado, al menos en parte, con tu vecino de oficina, que probablemente silba sin darse cuenta de lo que está haciendo. Si verdaderamente te molesta, no hay mejor opción que pedirle, cortésmente, que deje de hacerlo. Para sus exploraciones nasales y sus eructos, en cambio, hay menos opciones cordiales. Si insiste, hazle un comentario sutil. Pero no será bonito. -Repetido, Q

ESTIMADO SEÑOR Q:

Hace algo menos de un año logré mi objetivo de 11 años: ser nombrado gerente del departamento donde trabajo, en una compañía de seguros importante. Estuve feliz un tiempo, porque la paga es mejor, la responsabilidad es mayor y el trato desde la empresa es mucho más agradable. Pero pronto comencé a decepcionarme, porque pensé que el nuevo cargo iba a traer aparejada más libertad para tomar decisiones o diseñar estrategias. Lo que encontré, sin embargo, es un escenario donde ningún colega (gerente) quiere hacer nada que lo meta en un problema y por eso nadie hace nada. Como consecuencia, me aburro y siento que debería probar suerte en otras aguas, donde se premien mejor las ideas frescas y la voluntad de cambio. ¿Usted qué cree? -Gerente decepcionado

Querido Gerente:

La situación no es igual en todas partes, pero tampoco es tan distinta. Una de las frases más famosas de Peter Drucker, legendario analista de las ciencias empresariales, es ésta: "Hay una enorme cantidad de gerentes que se han jubilado en sus cargos". Es decir, que todavía van a sus oficinas, pero no trabajan. No trabajan, según Drucker, porque dedican sus energías a defenderse de sus enemigos y a medir con una lupa la peligrosidad de los cambios. Si crees que eres distinto, el Señor Q te desea la mejor de las suertes. Intenta cambiar las estructuras anquilosadas del mundo de la empresa -¡especialmente la industria de los seguros!-, pero recuerda que muchos de tus colegas tienen y tendrán incentivos muy fuertes para frenarte o desinflarte o desviarte. Y con frecuencia son incentivos legítimos: ahorrar para la educación de sus hijos, sus seguros de retiro, la manutención de sus padres ancianos. Quién sabe: quizá tú mismo te conviertas, más pronto que tarde, en uno de ellos. -Seguro, Q

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