Mano dura

México encabeza los países de América Latina con mayor número de fraudes. A pesar de ello, los empresarios nacionales se muestran escépticos para invertir en protección y pasivo para hacer pagar a los defraudadores.

"El empresariado mexicano tiene mano blanda y actúa en reacción. Sus empresas familiares son paternalistas y no castigan al defraudador, negocian con él y no lo denuncian", asegura Miguel Ángel Cornejo, director de Líneas Especiales en Aon Hewitt.

México destaca en ocho tipos de fraude empresarial, de acuerdo con el ‘Informe anual global sobre fraude', de Kroll, consultoría internacional en detección de riesgos. Robo físico, robo de información, fraude financiero y corrupción son los principales delitos en un país con más de 90% de empresas familiares. Su vehículo para operar es la tecnología y el costo por pérdidas alcanza 2.2% de los ingresos de la compañía.

A pesar de que 50% de las empresas se consideran vulnerables ante el fraude, este año sólo 34% invertirá en protección de bienes físicos y 26%, en medidas de seguridad de la información.

A decir de Enrique Navarrete, director de Checkpoint México, el robo de información es el riesgo más grave. "Secretos profesionales y estrategias comerciales son el gran activo de las compañías, que erróneamente el empresariado mexicano aún no valora".

Este escepticismo motiva a los directores a no prever escenarios y actuar sólo en consecuencia. Así lo demuestra el incremento en la contratación de seguros de protección patrimonial, que pueden resarcir el daño de un fraude con primas que van de 15,000 a 75,000 pesos anuales.

Para fortalecer los controles de sistemas de información, Navarrete recomienda capacitación al personal, equipar a las empresas con herramientas de seguridad y controles de auditoría para mitigar la mentalidad del fraude.