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Fábrica de millonarios

Cada vez son más los hombres que amasan fortunas en India. La tecnología ha sido un aliado, pero también la corrupción.
lun 24 diciembre 2012 11:28 AM
Rakesh Jhunjhunwala es uno de los nuevos millonarios de India. Hizo su riqueza en la Bolsa. (Foto: Reuters)
Rakesh Jhunjhunwala

Una noche en la ciudad con Rakesh Jhunjhunwala no es algo para tomarse a la ligera. Empezó con una botella de whisky de 450 dólares en la terraza del 15° piso fuera de su oficina en el corazón de Mumbai, pasó por una visita a un bar y después a una cena en un restaurante chino.

Conocido como ‘el Warren Buffett de India', Rakesh Jhunjhunwala es un financiero pintoresco de ideas  abiertas que concuerdan con su sagacidad en la Bolsa de Valores. Dice que empezó a invertir con apenas 100 dólares como capital inicial. Ahora tiene 1,259 mdd, de acuerdo con el último ranking de Forbes, y es el primero en integrar el grupo de multimillonarios de India que hicieron su fortuna sólo operando en los mercados. Su aspecto es tan gigantesco como su fortuna. Esto también incluye su aspecto físico: Jhunjhunwala es un hombre grande, de cara redonda y un vientre protuberante que le da a su camisa blanca la apariencia de una tienda de campaña.

Su abultado anillo de diamantes es lo suficientemente voluminoso como para distraer la atención de la cantidad de cigarros que fuma. "Administro sólo mi dinero, no el de otras personas", dice mientras sigue la noche, con un vaso generoso de Johnnie Walker Blue Label en la mano. "Me gusta mi libertad. No quiero ser responsable del dinero de otros".

Más que por su modo tan directo de hablar, Jhunjhunwala se ha hecho famoso por sus opiniones tan alentadoras sobre el crecimiento de India. Conocido como el ‘gran toro', hizo su fortuna detectando empresas subvaluadas que empezaron a prosperar cuando la economía del país dio un salto durante la última década. "Los factores que motivaron el crecimiento de India son irreversibles -la democracia, la demografía, el espíritu emprendedor-".

Fueron estas inversiones las que hicieron que este inversionista de 52 años pasara de ser un modesto miembro de la clase media a pertenecer al club de los multimillonarios del país. Hace 10 años este grupo no tenía más de 12 miembros, hoy está constituido por 61, con una riqueza en conjunto cercana a 250,000 mdd, por lo cual, para algunas mediciones, India queda ubicada sólo detrás de Rusia como una de las economías con mayor  concentración de riqueza entre un grupo de ciudadanos.

Ésta es la historia de la India moderna, una historia en la cual las fortunas inmensas se amasan mientras se revierte el viejo sistema socialista, el aislamiento internacional y sectores desde la banca y los medios hasta las telecomunicaciones y los mercados financieros se transforman gracias a la inversión internacional y a una mayor competencia. Como resultado de ello, las tasas de crecimiento se elevaron más aún, llegando a cerca de 10% en 2010, desatando comentarios de que India podría superar a China como la economía de crecimiento más rápido.

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Pero es una historia que también tiene un lado oscuro. Algunos de aquéllos que han prosperado en este momento ‘embriagador', entre ellos, el mismo Jhunjhunwala, hicieron sus fortunas manteniendo intacta su reputación. Pero otros lograron enriquecerse de manera menos transparente, a partir de un sistema político aletargado y corrupto  -en parte, la razón por la cual el crecimiento del país es señalado como malo durante el último año-. Es este segundo grupo, beneficiario de un nexo entre el gobierno de India y la élite de magnates, que hace que muchos se preocupen porque una era de capitalismo clientelista está ahora debilitando las esperanzas de crecimiento.

"Realmente es un cambio marcado, que ha sucedido principalmente durante los últimos 10 años o más", dice Ashutosh Varshney, académico de la Universidad de Brown que realizó un estudio comparativo de la India contemporánea con la ‘Edad dorada' de Estados Unidos, el final del siglo XIX, la época  de magnates ladrones y de un capitalismo industrial rapaz. "Cualquier economía que crece tan rápidamente como sucedió con India es proclive a generar enormes tentaciones humanas. Estas personas tan ricas empezaron a comprar políticos y todo el revuelo que se ve contra la corrupción tiene que ver con que los políticos son comprados por los ricos del país".

La élite naciente

Entro a la oficina de Rakesh Jhunjhunwala una tarde calurosa y húmeda  de octubre, justo después del fin de la temporada de lluvias monzónicas y lo encuentro en su escritorio recibiendo información a través de cinco terminales de computadora. Parece pegado a las pantallas, deteniéndose sólo ocasionalmente para levantar el teléfono y ‘ladrar' instrucciones como "compra" o "vende", en indio.

La terraza ofrece una agradable vista de la capital financiera de India. Desde allí se vislumbran las torres de Malabar Hill, el barrio de la élite sobre la bahía donde vive Jhunjhunwala con su esposa y sus tres hijos. Un poco más allá, al norte, está Antilia, la casa de 27 pisos del hombre más rico de India, Mukesh Ambani. Este edificio grandilocuente, terminado en 2010, se transformó en el símbolo de los excesos de India: una residencia que probablemente costó más de 500 mdd.

Sin embargo, mientras Ambani heredó la base de su fortuna, característica que comparte con la mayoría de sus pares multimillonarios, Jhunjhunwala tuvo un origen más modesto. "Los Ambanis y todas estas casas industriales, son constructores de imperios. Han heredado legados. Yo no heredé nada", dice Jhunjhunwala.

En cambio, desarrolló su gusto temprano por la compra de acciones gracias a su padre, un funcionario de gobierno de bajo rango que hablaba de los mercados con sus amigos por las tardes, mientras tomaba un trago. "Yo era un niño extremadamente curioso", dice, y su interés por los mercados financieros hizo que en la adolescencia  se convirtiera en un operador de  bolsa de tiempo completo. "Era el Lejano Oeste", dice al referirse a Dalal Street a principio de los 80, el equivalente a Wall Street en una ciudad que entonces se llamaba Bombay. "Pero siempre pensé que India se despojaría de su socialismo y que si se crearan nuevos templos en India, éstos serían sus mercados de valores".

"Los mercados son como las mujeres", dice: "Siempre demandantes, siempre misteriosos, siempre inciertos, siempre volátiles. ¡Siempre excitantes!".

Dejando de lado su capacidad para asombrar y su gusto por el lujo, fue el ojo de Jhunjhunwala para las oportunidades en los mercados de capital lo que realmente lo hizo destacar y en especial sus predicciones sobre el futuro auge de India a principios de la última década. En 2002, escribió un artículo argumentando que India "estaba en el umbral de un mercado alcista estructural y secular", ya que las reformas del Estado estaban dando frutos. "En 2003 yo gritaba a los cuatro vientos: ¡Compre, compre, compre. Venda las malditas joyas de su esposa y compre!".

Fue un anuncio profético. Los mercados indios tuvieron una racha de cinco años en la que algunas empresas en las cuales había invertido Jhunjhunwala crecieron muchas veces en valor.

Otros mercados emergentes de crecimiento rápido han sido testigos de expansiones similares entre sus ciudadanos más ricos. Sin embargo, más allá del aumento en la cantidad de multimillonarios y en el tamaño absoluto de ricos en el país, el auge de India fue sorprendente por el marcado aumento de la participación de la riqueza del país que está en manos de este grupo pequeño -hecho confirmado por Michael Walton, de la Universidad de Harvard, y Aditi Gandhi, del Centro de Investigación de Políticas de Delhi-. En 2003, la participación de los multimillonarios en la riqueza de India era de sólo 1.8%, cinco años después había crecido 22%.

Algunos de los que prosperaron durante la gran apertura del país dicen que estos aumentos en la riqueza no son una causa especial de preocupación. Está el caso de B.K. Modi, un carismático industrial que a menudo aparece en la lista de los ricos de Forbes y que hizo su fortuna asociándose con empresas occidentales como Xerox. "Siempre hubo este estilo de vida opulento en India", dice sentado en su residencia recientemente redecorada con vista a la exclusiva playa Juhu de Mumbai, con uno de sus habituales sombreros de paja de colores. "Algunos dicen que los empresarios se han convertido en  los nuevos marajás. Pero si alguien ha generado riqueza a través del valor creciente de sus acciones, esto es aceptado como correcto".

Es una idea que también escuché de Subhash Chandra, director de Zee TV, la empresa que hace 20 años abrió como la primera estación de televisión satelital de India, iniciando una revolución en los medios en un país que, hasta entonces, tenía sólo una estación respaldada por el gobierno. En el transcurso de dos décadas, se dice que Chandra se convirtió en el magnate más prominente de los medios. Ahora es también el 23er hombre más rico del país, con una fortuna valuada en 2,900 mdd.

Otros ven esta última década como un periodo menos positivo, en el que la riqueza ha estado cada vez más ligada con otro de los problemas más irritantes del país: la corrupción. Uno de ellos es Rajeev Chandrasekhar, ex emprendedor en tecnología. En 2005 vendió BPL Mobile, su empresa de telecomunicaciones, por 44,000 millones de rupias (817 mdd), ingresando a los niveles de la clase adinerada india.

"Hasta 2000, ser multimillonario era algo que todos veían con buenos ojos en India. Los veían como algo a lo que todos llegaban con la edad", explica, mientras nos sentamos en su casa en un área elegante de Nueva Delhi. "Ahora ser rico es mala palabra".

Riqueza mal habida

La generación que creció en el periodo inmediatamente posterior a las reformas de India de principios de los 90 amasó fortunas en áreas tales como tecnología de la información y la subcontratación, sostiene Chandrasekhar. Sin embargo, en los últimos tiempos se ha visto una tendencia económica más problemática. "En la última década, casi todos quienes se enriquecieron en India lo lograron gracias a su proximidad con la política", dice.

Es un comentario al menos parcialmente respaldado por la investigación de Walton y Gandhi que halló que casi la mitad de los magnates de India han hecho su dinero en sectores que el dúo describe como aquéllos  donde las ganancias dependen de las ‘rentas económicas' para el acceso a recursos que son escasos, tales como la tierra o el espectro de las telecomunicaciones, los cuales generalmente sólo están disponibles a través de permisos del gobierno.

"Yo no vengo de la línea de pensamiento que considera malo crear un negocio, o que es malo tener un jet, o que es malo tener un Lamborghini", dice Chandrasekhar. "Yo tengo un jet, tengo un Lambo y disfruto todo esto". Pero sugiere que está empeorando la tendencia en India al amiguismo, ya que los políticos encuentran la manera de no sólo extraer dinero de los millonarios dueños de negocios, sino también de convertirse ellos mismos en miembros del club de millonarios.

"Tenemos un fenómeno completamente nuevo en India, al cual denomino el espíritu emprendedor político, que se ha enraizado en los últimos seis años", explica. "Los políticos ahora dicen: ‘Ya no queremos maletas llenas de dinero o cuentas en bancos suizos. Queremos nuestros negocios propios. Queremos participaciones en el capital'".

El resultado es una generación de políticos de India de quienes se piensa amasan lentamente fortunas gigantescas ayudando a empresas de las cuales ellos mismos forman parte, ya sea de manera directa o indirecta a través de familiares o asociados. Son pocos, sugiere Chandrasekhar, los que tienen un lugar en las listas de Forbes, pero sólo porque los demás han disfrazado inteligentemente el alcance verdadero de sus fortunas.

Estas afirmaciones cubren de sombra el crecimiento económico de India. El país se ha vuelto más próspero en la última década. Su élite se ha enriquecido más y está encaminada para seguir engrosando sus fortunas.

Pero la nación también se ha convertido en un lugar menos igualitario y los beneficios del crecimiento parecen encaminarse hacia aquéllos del sector más alto. Esto lleva a algunos a hacer duras advertencias. "Si no se garantiza que la riqueza se distribuya a un grupo más amplio de personas, si la riqueza es sólo para unos pocos, llegará el día en que la gente saque a los ricos de sus casas y los expulse", advierte Chandra, de Zee TV.

Otros tienen una visión menos apasionada y creen que la ira pública va a terminar forzando una respuesta del sistema político. "La democracia está siendo corrompida y subvertida en India", dice Varshney, de la Universidad de Brown. "Pero la democracia tiene maneras de autocorregirse, tal como lo hizo en un periodo similar en Estados Unidos hace más de un siglo".

Con el tiempo los imperios empresariales, los conglomerados industriales y las dinastías familiares que dominan el paisaje de negocios de su país van a mermar, dice Jhunjhunwala. Continúa citando un viejo dicho hindú, que dice que la riqueza siempre se extingue al llegar a la séptima generación. Y explica que evita esto manteniéndose alejado de la política.

"No hago negocios con el gobierno. No tengo ninguna licencia. No soy dueño de ninguna mina de carbón, no tengo amigos políticos, nunca voy a una oficina de gobierno".

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