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Detector de charlatanes

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vie 18 enero 2013 02:03 PM
El libro cuenta la historia del management y sus gurúes que han hecho fortuna pensando ideas sobre cómo gestionar corporaciones. (Foto: Dayán Jiménez)
libro Masters of Management (Foto: Dayán Jiménez)

En una frase: Debajo de una hojarasca de charlatanería, se esconde un puñado de ideas estratégicas.
Especial para: Lectores que quieren tener una visión amplia y un veredicto honesto sobre los gurúes.

Hace 200 años, Shelley dijo que los poetas eran los "inadvertidos legisladores de la humanidad". En su nuevo libro, Adrian Wooldridge dice que ese honor pertenece ahora a los teóricos del management.

Los nombres de Peter Drucker o Gary Hamel no tienen el bronce de Wordsworth o Keats, pero, donde uno mira, los teóricos de la ciencia de la gestión están marcando normas, dando nueva forma a instituciones y reorganizando corporaciones.

"El auge de la teoría del management es uno de los desarrollos más impresionantes (y menos analizados) de los últimos 100 años", escribe Wooldridge, columnista y editor de la revista británica The Economist.

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El libro cuenta la historia del management y sus gurúes, esos personajes a menudo muy famosos y a veces muy útiles (pero habitualmente banales) que han hecho fortuna pensando ideas sobre cómo gestionar corporaciones. El primer gurú, dice Wooldridge, fue Frederick Taylor, el fundador del ‘taylorismo', que intentaba cronometrar y medir cada paso en la fabricación de un objeto para hacerlo más eficiente y menos costoso. Su perspectiva, que transformaba al operario en una máquina, fue adoptada por Henry Ford en sus cadenas de montaje.

Más que ninguna otra rama de la vida intelectual, la teoría del management sabe cómo recurrir a dos instintos básicos de la humanidad: el miedo y la codicia. A pesar de ello, su desarrollo ha sido paralelo a tres revoluciones que, directamente o indirectamente, afectan a todos: la reinvención de las compañías, la reinvención de las carreras y la reinvención del Estado. Quizás por eso, mientras otros académicos -como los científicos y los economistas- deben esperar décadas para ver un impacto real de su trabajo, las ideas de los gurúes a menudo se ponen a prueba de inmediato. "Pocas otras disciplinas pueden presumir de estar tan vivas", escribe Wooldridge.

Hay, sin embargo, una paradoja. A pesar de su importancia, es una disciplina que está muy lejos de ser respetada intelectualmente. Demasiados de sus productos son de calidad inferior, que hacen generalizaciones exageradas sobre datos o ejemplos frágiles. Muchos modelos teóricos son aplicados sin evaluaciones adecuadas. "La teoría de la gestión puede ser útil", escribe el autor, citando un estudio de la London School of Economics, según el cual "las empresas que usan las técnicas de management más aceptadas tienen desempeños mejores que sus competidores".

Pero la disciplina también tiene cuatro graves defectos, según el libro: uno es que parece "constitucionalmente incapaz" de ejercer la autocrítica. Dos, que prefiere usar una jerga que confunde más de lo que educa. Tres, que raramente se eleva por encima del sentido común, y cuatro, que es adicta a las modas y atraviesa por contradicciones prohibidas en disciplinas más rigurosas.

Si uno analiza de cerca cualquier área de las ciencias del management, eventualmente encontrará un argumento más o menos coherente. El problema, dice Wooldridge, es que para extraer ese pedazo de sabiduría, uno debe desenterrarla de una pila de basura: "Este libro es un intento de extraer esa sabiduría".

Los teóricos de la gestión normalmente se dividen en dos escuelas rivales, cada una derivada de una distinta filosofía sobre la naturaleza humana. Una de ellas es el ‘management científico', para la cual el empleado promedio es un holgazán a quien sólo se puede motivar con dinero. La otra es el ‘management humanista', que ve al empleado promedio como a una persona inteligente, creativa y que sabe motivarse a sí misma.

Gurú verdadero

Si hay un pensador indispensable en la teoría del management, es Peter Drucker (1909-2007), "uno de los pocos intelectuales de cualquier disciplina que pueden decir que han cambiado el mundo". Él odiaba la palabra ‘gurú', le parecía un sinónimo de ‘charlatán'. Su libro fundacional, El concepto de la corporación, tenía como objetivo demostrar que una empresa es un sistema social, además de económico. Esto lo convirtió en uno de los fundadores de la escuela humanista de la teoría de la gestión. Drucker veía a los empleados como un recurso en vez de un costo. También fue inventor, en los años 50, de tres conceptos que luego serían clave: la descentralización, la gestión por objetivos y el "trabajador del conocimiento".

Actualmente, la teoría del management trata de entender los enormes cambios que forzaron a empresas tradicionales, como Shell, a parecerse más a Google. Es el fin de la certeza: antes, las compañías se enorgullecían de ser pequeños imperios, cerrados en sí mismos. Ahora, en cambio, hay que abrirse: se concentran en lo que saben hacer y subcontratan todo aquello en lo que no son especialistas. Tras la caída del modelo verticalista, ahora estamos en un momento de ‘pirámides invertidas', donde se fomenta la democracia en la oficina y se les da más poder a quienes están en la trinchera cotidiana. ¿Qué fuerzas desencadenaron este terremoto? Wooldridge identifica tres: internet, los mercados de capitales y la globalización.

El modelo viejo, que está muriendo, estaba basado en el control. El nuevo modelo, que crece, está basado en el emprendedurismo. Las compañías dejan de ser ejércitos para portarse como asociaciones más o menos libres de emprendedores con proyectos comunes. La teoría del management tomó estas tendencias para crear, en los 90, la idea de ‘capacidades esenciales' para definir las habilidades específicas que diferencian una empresa.

Después de analizar las nuevas formas de organización corporativa (vamos hacia un modelo con pocos empleados centrales y muchos satélites freelance) y las nuevas formas de trabajo (carreras más flexibles, más imprevisibles, menos lineales), Wooldridge cierra el libro con una hipótesis sobre los próximos desafíos de la teoría del management. Las tres fuerzas principales en acción actualmente son internet (como en todo), el crecimiento de los mercados emergentes y el auge del emprendedurismo social. "Estos cambios están enfrentando a los especialistas en gestión con un rango increíble de nuevas formas corporativas y modelos de negocios".

Su veredicto final sobre los gurúes es similar al del principio de su reflexión: unos pocos tipos interesantes y, ocasionalmente, valiosos, rodeados de decenas de charlatanes que repiten banalidades sin sentido.

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