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Los sabuesos del capitalismo

El estancamiento económico lleva a las empresas a blindar áreas estratégicas. Esto hace crecer el negocio de la investigación corporativa.
vie 15 febrero 2013 11:09 AM

Alguna vez Sherlock Holmes dijo: "Mi negocio es saber lo que los demás no saben". Hoy en día, la labor de los detectives es un trabajo inmenso. Gracias a la globalización, hay muchas cosas que las empresas quisieran saber pero que no saben, por ejemplo, ¿nuestro futuro socio en Yakarta será un  estafador?

Los detectives corporativos rastrean, con su olfato, los hechos, los analizan, los comparten con los clientes y se hacen de grandes cantidades de dinero por su trabajo. Sin embargo, extrañamente para una industria multimillonaria que se dedica a descubrir la verdad, es poco lo que se conoce sobre los investigadores privados.

La empresa más conocida de la industria es Kroll, fundada en 1972 por Jules Kroll, ex fiscal asistente de distrito. Al igual que otras compañías rivales, es capaz de emprender en poco tiempo tareas en cualquier lugar del mundo, desplegando equipos de ex policías y abogados, genios de la computación, contadores, periodistas de investigación y otros. Estas empresas son los grandes ‘sabuesos' de la detección privada. La industria tiene, además, una extensa lista de miles de compañías más pequeñas. Se desconoce la cantidad exacta, ya que el negocio no está regulado en algunos países.

Estas empresas han tenido un rol importante en las tareas vinculadas con fusiones y adquisiciones, pero el trabajo se extiende hacia otras áreas. Una gran fuente de trabajo es la compleja regulación de los negocios. Las multinacionales nunca pueden estar seguras de si algún empleado, en algún lugar, no ha violado la ley de prácticas de corrupción en el extranjero o alguna ley antisoborno. Los departamentos de cumplimiento corporativo a menudo contratan a detectives para que colaboren en sus investigaciones.

Se ha generado más trabajo a partir del aumento de las denuncias de irregularidades, al igual que a partir del esfuerzo de las empresas occidentales por ingresar a los mercados emergentes. "Ése es un negocio que cerramos en Estados Unidos, pero que atendemos en Asia, motivado por la exportación de la ética occidental", señala Tom Hartley, director de Kroll Advisory Solutions. "Hemos tenido un crecimiento de dos dígitos en cada uno de los últimos cuatro años".

Otra área del negocio que está creciendo es el de ‘diligencia debida', es decir, tareas como la investigación de los antecedentes penales de los empleados que va a contratar un cliente o su socio de negocio. El año pasado, Mintz Group, una empresa mediana con sede en Nueva York, realizó más de 20,000 averiguaciones de antecedentes, 40% más que en 2010. "Les aconsejamos a nuestros clientes invertir a nivel mundial, pero que investiguen a nivel local", dice Jim Mintz, el jefe de la compañía. Algunos clientes piden averiguaciones de antecedentes para cada persona que contratan, hasta para los choferes. También se contrata a detectives para probar la procedencia del dinero. En medio de medidas severas para evitar la evasión de impuestos en todo el mundo, las empresas se han vuelto más cautelosas.

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Ni siquiera las crisis son demasiado malas para los detectives corporativos. A menudo, los tiempos difíciles dejan al descubierto los delitos que causan fraudes. Las cifras de la industria reportan un aumento en los litigios por fraude, rastreo de activos y cuestiones de insolvencia. Los importantes fraudes merecedores de titulares, tales como los perpetrados por Bernie Madoff y Allen Stanford, siguen siendo potenciales objetos de escrutinio.

Los grandes trabajos pueden aparecen en cualquier parte. Recientemente, Kroll realizó una auditoría forense al fracasado Kabul Bank, el cual supuestamente malversó casi 1 millón de dólares del banco central de Afganistán. También está aumentando la base de clientes. Los fondos de cobertura y las empresas de capital privado piden a gritos trabajos de inteligencia. En China, donde las cuentas son poco fiables, contratan a detectives para someter a investigación a los posibles empleados. Después del escándalo de Madoff, los fondos de pensión están prestando más atención a sus inversionistas, a menudo sin ayuda externa, dice Ken Springer, de Corporate Resolutions, una empresa de investigación y consultoría.

Inteligencia redituable

Un desarrollo curioso es el crecimiento de lo que podría llamarse ‘la autodiligencia debida'. Los emprendedores de distintas partes del mundo plagadas de corrupción, como Europa del Este y África, contratan cada vez más a respetables empresas de inteligencia corporativa -a veces, con total acceso a sus registros empresariales-. Si el investigador les da una licencia de sanidad sin reparos, pueden mostrarlas a los bancos, entes reguladores o a potenciales socios comerciales que podrían dudar de ellos.

El director de una empresa de investigación dice que este trabajo representa para ellos un tercio de los ingresos de la oficina en Londres.

Los investigadores están capitalizando el reciente aumento de ataques y espionaje cibernéticos. Algunos reportan la duplicación anual de sus ingresos en concepto de tareas de informática forense.

Posiblemente, el trabajo digital menos emocionante sea el más lucrativo: el ‘descubrimiento' electrónico, o la recuperación y el procesamiento de documentos electrónicos para apoyar los litigios. Las partes de casos importantes tienen que administrar mucha información, especialmente en Estados Unidos.

Para reducir costos, las empresas pueden contratar a una empresa de tecnología inteligente para reducir el material electrónico antes de que los abogados comiencen a analizarlo detalladamente. Esto se hace usando programas que filtran correos y otros documentos que son irrelevantes o privilegiados, pero este trabajo ‘robótico' necesita complementarse con la opinión humana, dice Vincent D'Eramo, de Capstone Advisory.

La guerra de los datos

En 2012, Kroll anunció planes de duplicar el tamaño de su equipo de I&D para investigaciones electrónicas y recuperación de datos durante los próximos cinco años. Hartley dice que la cantidad de personal en su división, el centro de investigación de la empresa, creció 15% en 2011.

La cantidad de examinadores de fraude certificados (CFE, por sus siglas en inglés) en el mundo aumentó 72% de 2007, a 37,400 en 2012 -uno de ellos, Harry Markopolos, dio credibilidad a su profesión al detectar el fraude de Madoff mucho antes que los entes reguladores.

Kathy Lavinder, reclutadora, calcula que la guerra por el talento aumentó los salarios de los detectives y consultores de seguridad en 20-25% desde 2010. Los miembros de los equipos de ‘respuesta ante incidentes', que se espera que salten a un avión sin previo aviso ante un problema y por ello son propensos al agotamiento, han comenzado a pedir y a recibir garantías de tiempo libre de la rutina cotidiana para cursos de capacitación, dice Lavinder.

Se ha ampliado las opciones de los empleadores con el ingreso de nuevas empresas al negocio, esto alteró el orden establecido. Las empresas de seguridad física, como Securitas, Allied Barton y Andrews International, están tratando de avanzar en las investigaciones como una manera de impulsar sus márgenes de ganancia, que son escasos en el negocio de la seguridad personal. Las grandes compañías de contabilidad, lideradas por Deloitte, están contratando a investigadores cibernéticos. Algunas empresas de investigación, entre ellas, Kroll, contraatacaron ingresando a la industria de la contabilidad.

Las firmas de abogados han sido, por mucho tiempo, grandes clientes de los investigadores, pero también están tratando de hacer más investigaciones desde adentro. Para este fin, algunos están pactando acuerdos con empresas de investigación. En agosto, por ejemplo, Pepper Hamilton, una firma estadounidense de abogados, adquirió una boutique legal liderada por Louis Freeh, un ex director del FBI.

La mayor parte de las empresas de investigadores corporativos publican poca información privada. Kroll -posiblemente la compañía más grande- ha tenido altas y bajas. Su cénit fue su venta en 2004 a Marsh & McLennan, un operador de seguros, por 1,900 mdd. Para 2010, cuando Kroll fue vendida a Altergrity, un grupo de seguridad, su valuación había caído 40%. Un tropezón entre estos dos acuerdos fue aceptar a Allen Stanford como cliente.

La empresa sigue siendo admirada por sus rivales, que cuentan con mucho personal proveniente de Kroll ocupando sus cargos más altos. Pero en estos días, muchos piensan que la mejor en el negocio es FTI Consulting, que también es la única empresa de la industria que cotiza en Bolsa. Su división forense y de litigio tuvo en los primeros seis meses de 2012 ingresos por 177 mdd y un margen de ganancias de 17%.

Luego de pequeñas adquisiciones, FTI emplea ahora a 3,800 personas. El jefe, Jack Dunn, logró algunos de los principales clientes de Kroll. FTI fue elegido para hacer la mayor parte del trabajo de construir la huella del dinero de Madoff. Hace 10 años, el síndico de Madoff probablemente hubiera dado esta investigación a Kroll. FTI también recibe mucho trabajo como ‘monitor corporativo', controlando si las empresas que han prometido restablecer su reputación como parte de un acuerdo legal cumplen su palabra. Estas tareas son las favoritas de la industria. Generalmente, el trabajo lleva unos dos años, ofreciendo una fuente recurrente de ingresos.

Otra amenaza al viejo orden proviene de K2 Intelligence, respaldada por Jules Kroll y dirigida por su hijo, Jeremy. Esta firma se estableció en 2009, cuando venció una cláusula de no competencia con su vieja empresa. Hoy en día, Kroll está más enfocado en Kroll Bond Ratings, en un intento por alterar el oligopolio ejercido por las calificadoras de crédito.

K2 ha empezado a dejar su huella, llevando a cabo una investigación sobre el supuesto soborno que forzó a Alcoa, una compañía estadounidense de aluminio, a un acuerdo por 447 mdd con Alba, una empresa de aluminio de Bahréin.

Convencido de que el futuro es de aquellos sabios en tecnología que ‘cuentan la historia' interpretando enormes cantidades de datos, Jeremy Kroll unió fuerzas con Palantir, una empresa de seguridad de software con vinculaciones en el pasado con PayPal.

Palantir y K2 han usado 18 terabits de transacciones, correos electrónicos y registros telefónicos con el fin de atar cabos en el litigio del síndico de Madoff contra los inversionistas que sacaron más del esquema Ponzi de lo que invirtieron. Un software produce redes visuales que muestran la duración, el destino y otras características de las llamadas de teléfono realizadas por Madoff y su personal, y posteriormente busca los patrones.

Un negocio de rápido crecimiento en el que la tecnología será crucial es la lucha contra el lavado de dinero. Los bancos están bajo presión para erradicar transacciones sospechosas, pero se están ahogando en datos. Están dispuestos a destinar mucho dinero para resolver el problema porque si se equivocan, el daño puede ser enorme. Si no, pensemos en los 1,900 mdd en multas que pagó HSBC recientemente para resolver las acusaciones de haber facilitado las transferencias de dinero de clientes presuntamente vinculados al lavado de dinero en México y en otros países. Springer, de Corporate Resolutions, describe algunas de sus tareas recientes que se convirtieron en un juego de superioridad tecnológica con los supuestos criminales. En una de ellas, su equipo consiguió una victoria sobre un empleado de tecnologías de la información de una organización no gubernamental sospechoso de fraude, ingresando de noche una caja negra a su oficina con la ayuda de expertos de la Agencia Nacional de Seguridad para develar el código  de administración y entonces enviarse a sus correos electrónicos copias ocultas del correo de este empleado.

En muchos casos, la clave es combinar la experiencia digital con técnicas de investigación tradicional, argumenta Jim Mintz. Parte del trabajo seguirá siendo "ubicar al insatisfecho ex secretario o al contador que sabe dónde están enterrados los cuerpos y saber cómo lograr información de ellos", dice.

Los retos del negocio

Jeffrey Katz, ex hombre de Kroll y director de la firma Bishop International que comenzó investigando denuncias en el mercado de seguros de Lloyds,  cree que las nuevas oportunidades aparecen todo el tiempo. Su empresa abrió nichos en segmentos de propiedad intelectual, desde la antipiratería (reúne evidencia sobre cómo opera un falsificador particular) hasta la compra de marcas registradas en nombre de grandes compañías antes de que éstas lancen una nueva marca. Esto debe hacerse cuidadosamente, para no despertar sospechas ni elevar los precios. Bishop hizo un trabajo con Apple con nombres similares a iPad.

Pero la industria se enfrenta también a desafíos. Los grandes clientes analizan construir sus capacidades de investigación, especialmente en seguridad cibernética, dice Michael DuBose, de Kroll, que solía dirigir el Departamento de Delitos Informáticos de Estados Unidos. Esto podría reducir la demanda del uso de ayuda externa. Han caído las barreras para ingresar en las investigaciones digitales. La competencia es intensa. Algunas tareas grandes se deciden con ofertas de 15 o más participantes.

Aun si la industria prospera ayudando a los clientes a lidiar con la burocracia, podría esperar reglas más estrictas para ella. Los investigadores privados en Gran Bretaña se enfrentan a posibles regulaciones luego del escándalo del ‘hackeo' telefónico de News Corporation.

En Estados Unidos, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) y el Congreso podrían ajustar las reglas para los investigadores y los ‘operadores del conocimiento' que trabajan con los fondos de cobertura, algunos sospechosos de inducir al tráfico de influencias. El trabajo del detective corporativo puede ser cualquier cosa menos elemental, Watson.

EL CASO MADOFF SIENTA PRECEDENTE
Bernard Madoff, ex presidente de Nasdaq, fue detenido en 2008 por una estafa de más de 64,000 mdd. La firma de inteligencia FTI reconstruyó las ‘huellas’ del dinero. Palantir y K2 —dirigida por Jeremy Kroll— usaron 18 terabits de transacciones, correos electrónicos y registros telefónicos para atar cabos en el litigio contra los clientes que sacaron más de lo que invirtieron en el esquema piramidal, en el que se usaban depósitos de clientes nuevos para pagar retornos altos a los primeros. Un programa informático rastreó también la duración, el destino y otras características de las llamadas telefónicas de Madoff y su personal.

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