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Bill Gates no entendió nuestro libro

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vie 24 mayo 2013 02:39 PM

James Robinson, Profesor de Harvard

El británico James Robinson, profesor de Gobierno de la Universidad de Harvard, pensaba que el libro en el que escribió con el economista del MIT Daron Acemoglu, llegaría, con suerte, a 30,000 personas. Por qué fracasan los países ya ha vendido cinco veces esa cifra, recibió elogios sin rubor de muchos premios Nobel, y la crítica feroz de Bill Gates, entre otros. El fundador de Microsoft y filántropo calificó en una reseña del texto para la revista Foreign Policy de "simplista" la idea central del libro, que lo contraponía a Carlos Slim como ejemplo de cómo instituciones diferentes de países distintos daban lugar a distinto tipo de empresario, uno innovador, otro beneficiario de instituciones ‘extractivas'. "Los negocios en México están mucho mejor gracias a Slim", escribió Gates.

En los días en los que se ponía los puntos finales a la reforma de telecomunicaciones, Robinson, convertido en una estrella de rock del pensamiento global, pasó por México invitado a dar una conferencia en el Senado de la República y tuvo ocasión de reunirse con el secretario de Hacienda, Luis Videgaray.

Robinson y Acemoglu combaten muchas ideas asentadas. No es cierto que el clima tropical nos haga más holgazanes, que el protestantismo sea el origen del capitalismo ni la bondad de la colonización británica es la razón del auge de Estados Unidos, dicen los autores. Las sociedades que crecen, independientemente de clima, cultura, geografía o religión, son las que tienen instituciones "inclusivas" en lo político y en lo económico, esto es, que "crean oportunidades para la gran masa de la población", dijo Robinson, entrevistado en las oficinas de su anfitrión en México, el senador Zoe Robledo, del PRD.

Las sociedades que fracasan tienen instituciones extractivas como la esclavitud, el monopolio, el gobierno autoritario como el soviético, que benefician a una minoría en el poder político y en el económico. Con estos conceptos, los autores dan una explicación documentada (y muy entretenida) a la caída del Imperio romano, la revolución industrial inglesa, el poderío económico de Estados Unidos, la aparición de la agricultura, o fija límites del desarrollo chino contemporáneo. También evidencian el fracaso de las políticas de desarrollo basadas en la entrega de recursos a los países o en el asesoramiento externo.

Robinson viajó al Congo para seguir con sus investigaciones después de su paso por México.

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No a todo el mundo le escribe Bill Gates. ¿Qué le parecieron sus comentarios?

Estamos muy contentos de causar una reacción tan apasionada en un libro sobre cómo crecen los países, pero creo que él simplemente no entendió de qué trataba.

Gates pensó que el libro hablaba favorablemente de él cuando de lo que hablaba es de las instituciones de Estados Unidos. Si Carlos Slim estuviera Estados Unidos hubiera puesto su energía en la innovación, porque ahí es donde está el dinero, y que si él hubiera estado en México hubiera hecho lo mismo que Slim. De hecho, lo intentó, pero Estados Unidos tiene una ley antitrust (antimonopolios), así que no pudo salirse con la suya.

Creo que Bill Gates está molesto porque piensa que todo lo que cuestiona el efecto de los fondos para el desarrollo distrae. Pero en 50 años las instituciones internacionales, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, cualquiera, han estado volcando dinero, asesoramiento, y no se ha resuelto el problema.

Sorprendentemente, la explicación que dan del crecimiento es muy simple, y trata de explicar fenómenos tremendamente diversos.

El mundo es un lugar muy complicado, así que el papel del científico social es intentar proponer una manera sencilla de pensar acerca de su complejidad. De hecho, definiendo instituciones ‘extractivas' e inclusivas hay también muchas áreas grises.

¿A qué llaman inclusión?

La esclavitud siempre será una institución extractiva, pero en el mundo contemporáneo resulta más complejo definir.

Ciertas instituciones son inclusivas si crean incentivos y oportunidades para una gran masa de gente en la sociedad. Pero hay muchas maneras específicas en que esto puede suceder. Las instituciones en el mercado laboral de Suecia y Estados Unidos pueden ser muy diferentes, pero ambas cumplen esta propiedad de crear un campo de juego equitativo para esas instituciones tan diferentes, el seguro social, el tipo de gobierno, y que son inclusivas al interactuar. No puedes decir "el problema en México es el sistema legal francés", no es una sola cosa específica sino varias interactuando con otras las que crean la inclusión.

Su lectura de Colombia es muy interesante, sobre todo la relación entre paramilitares y el Estado. ¿Cómo ve la aparición de grupos de autodefensa en México?

En Colombia, en 1977 los campesinos se organizaron para defenderse de los mafiosos. Formaron protección local. Pero el gobierno siempre los apoyó. Sólo después de 10 años trató de ocuparse de Pablo Escobar, que hacía tratos con jueces, mataba, corrompía a los poderes locales. Fue una especie de descentralización. El gobierno animó a los paramilitares a hacer el trabajo.

Lo que hace el Estado mexicano es muy diferente: trata de definir una estrategia para pelear contra el crimen organizado. Esto es algo bueno: no están contratando a los Zetas para combatir al cártel de Sinaloa, como sucedió en Colombia.

Hay un peligro de que los académicos como ustedes tengan propuestas. Luego se convierten en norma, como pasó con el llamado Consenso de Washington.

Mi visión del Consenso de Washington es que hay muchas ideas sensatas, pero no hay una teoría coherente detrás. La independencia del banco central, por ejemplo. ¿Por qué los países tienen mala política monetaria? ¿Es porque son comunistas y creen que imprimiendo moneda y creando superinflación siguen una estrategia? No, imprimen moneda porque hay tensiones en el presupuesto. Y cuando no tienes dinero imprimes moneda, así que es un problema de presupuesto. ¿Qué se resuelve con un banco central independiente? ¿Se arregla el problema presupuestario, que es político? No. Es el problema institucional que está por debajo que hace que las medidas funcionen o no.

El tema de privatización de las empresas públicas es bueno. Pero privatizar cómo, para quién, en qué contexto, con qué regulación. Yo no soy tan crítico del Consenso, pero pienso que no tenía una explicación razonable articulada de cómo funciona. Muchas cosas sólo tuvieron consecuencias técnicas y efectos no deseados.

¿Qué recomendación de gobierno sale de su libro?

No hay recomendaciones tal cual. Sólo que las reformas de políticas públicas tienen que tomar en cuenta cuál es el entramado institucional subyacente y político en las sociedades.

¿Espera alguna consecuencia de su trabajo?

Creo que es pronto para esto. Uno de los problemas del libro es que para desarrollar una teoría social que pueda explicar a la gente, tienes que simplificar, así que hicimos una aproximación muy maquiavélica a la política. Consideramos a los políticos como cínicos y calculadores, gente para la que todo gira en torno al poder. Pero la verdad es que mucha gente se acerca a la política para cambiar las cosas. En un país como México, donde hay mucho que hacer, muchos políticos son corruptos o violentos, pero también hay instituciones que atraen políticos reformistas.

Lo que genera el cambio es la competencia política, la gente comprendiendo lo que no quiere, no quiere a la maestra Elba Esther Gordillo: "Queremos buenas escuelas", dicen. Es la presión del mundo político en México el que trae cambios, igual que en Egipto o en Túnez.

¿El libro puede hacer algo para detonar esto?

Es una pregunta difícil. Eso es fácil en México, es muy difícil hacerlo en África y tengo además dudas éticas sobre si puede cambiarse desde fuera. Lo que hace el cambio en México es la sociedad mexicana.

Comentarios: opinion@expansion.com.mx

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