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Peter Foyo, el CEO que dejó a la deriva a Nextel

El ex presidente pasó de estar presente y accesible a irse a vivir a Cancún, critican ex empleados; según sus testimonios, el distanciamiento y la desconexión se filtraron al corporativo en el DF.
mar 21 octubre 2014 06:00 AM
Piensa en equipo y controla el estrés, aconseja el presidente y director general de Nextel México. (Foto: Víctor de la Cueva)
Peter Foyo (Foto: Víctor de la Cueva)

(NOTA DEL EDITOR: Ésta es la primera de tres partes del reportaje publicado por la revista Expansión. La segunda parte: Con su jefe en Cancún, Nextel México perdió los reflejos ; y la tercera: Empleados de Nextel México, ‘los Nobles’ del sector )

Ex empleados de Nextel México critican la falta de liderazgo directo del ex presidente de la empresa, Peter Foyo, lo que impidió una reacción a tiempo ante los cambios del sector telefonía en el país y, en consecuencia, la pérdida de clientes, dinero y empleadas.

Aunque el declive financiero de NII Holdings, en Estados Unidos, es público, nadie contó qué sucedió en los últimos años en la filial mexicana, que entró en un brusco declive a partir de 2012.

Ese año ganó más de 560 millones de dólares (mdd). En la primera mitad de 2014 perdió casi 62 mdd. Sus ingresos por cliente, aunque siguen siendo los más altos del sector , se redujeron a casi la mitad entre 2007 y 2013.

En busca de una explicación, la revista Expansión en su edición del 16 de septiembre 2014, entrevistó por separado a 22 ex empleados; casi todos con cargos de responsabilidad: vicepresidentes, directores, subdirectores y gerentes.

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Peter Foyo, en persona

Varias personas cercanas a Peter Foyo coinciden en que su gestión tuvo dos etapas. En la primera, cuando vivía en la Ciudad de México, construyó la empresa desde cero.

“Si un cliente tenía un problema, Foyo tomaba un vuelo e iba a visitarlo”, dice un alto ejecutivo rival a Expansión, cuya suscripción se puede obtener en el Kiosco Digital de Grupo Expansión.

Varios ex empleados lo recuerdan en esa época como un jefe accesible . “Bajaba a las oficinas, platicaba con la gente, era un buen director”, dice un ex auditor.

Y tuvo resultados: en 2006, Nextel México aportaba casi 60% de lo que obtenía NII Holdings.

Nextel México comenzó a operar en 1998, con Foyo como presidente, y creció de la mano de una tecnología única en el país: el teléfono de comunicación por radio, casi como un walkie talkie, que permitía conectarse sin costo adicional a larga distancia.

Símbolo de estatus

“El producto era muy bueno para las empresas”, dice Dennis Saputo, vicepresidente senior de la agencia estadounidense de calificación de riesgo Moody’s.

Nextel logró captar clientes corporativos de alto poder adquisitivo. Por eso, aunque nunca tuvo más de 4% de los suscriptores móviles del país, en 2008 consiguió 17% de la facturación del mercado. Sus usuarios pagaban al mes más del triple que los de América Móvil, Iusacell y Telefónica. Entre 2001 y 2008 multiplicó sus ganancias casi por 48.

“Tener un Nextel era símbolo de estatus”, comenta José Otero, presidente de la consultora Signals Telecom Group.

Distanciamiento inexplicable

La segunda etapa de Foyo empezó hace tres o cuatro años, cuando se mudó a Cancún. Nextel no tiene corporativo en esa ciudad. Era el único presidente de una telefónica que no vivía en el DF.

Los ex ejecutivos dicen que no recibieron explicaciones, pero manejan varias teorías: unos dicen que se marchó por seguridad, después de que intentaron secuestrarlo en la Ciudad de México.

Otros afirman que se fue porque se peleó con la matriz, pues no le dejó implantar algunos cambios. Una persona que trabajó muy cerca de él asegura que su partida coincidió con la salida de NII del director operativo Lodewijk Van Gemert, que lo supervisaba.

Hasta el cierre de su edición (12 de septiembre de 2014), Expansión intentó entrevistar a Foyo a través de un amigo y de la empresa que hoy preside, pero no obtuvo respuesta.

De la prensa de negocios a la prensa rosa

La mayoría de los empleados sólo lo veía en las fiestas de fin de año y en las revistas, donde a menudo era retratado en compañía de modelos en los eventos de Moda Nextel, que durante casi una década la compañía organizó con patrocinadores y gobiernos estatales.

En ellos la compañía gastaba unos 3 mdd anuales, según varios de los ejecutivos entrevistados. Foyo se involucró de cerca en su organización.

“Cuidaba hasta el último detalle”, dice una empresaria que ayudó a organizar seis desfiles. Nextel México siempre buscó posicionarse en el mercado premium. Por eso entró al mundo de la moda.

“Cuando él comenzó, salía en Expansión, en Alto Nivel”, dice un ex empleado. “Pero cuando empezó a salir en Quién y Hola, no hacía sentido de negocios”.

Una empresa desconectada

Aunque Foyo viajaba a la capital casi todas las semanas, y a menudo los vicepresidentes iban a Cancún a reunirse con él, la mayoría de los entrevistados opina que su ausencia transmitía el mensaje incorrecto.

“Parecía como si él fuera el dueño de la compañía, el típico junior que la maneja desde otro lugar paradisiaco”, dice un ex empleado.

Ese distanciamiento se trasladó a las oficinas corporativas de Nextel, en la Ciudad de México. Había desconexión entre los directivos y el resto de los empleados, dice la mayoría de los ex ejecutivos. “No había quién revisara el funcionamiento y operación de la empresa”, afirma un ex empleado.

Foyo salió de Nextel México en diciembre de 2013 para ocupar el cargo de vicepresidente de Desarrollo de Negocios en NII Holdings, que anunció su nombramiento en un comunicado de prensa.

En febrero renunció sin que el conglomerado explicara el motivo. Se llevó una compensación de 1.1 mdd, casi la mitad de lo que había ganado en 2012, entre salario base, bonos y opciones sobre acciones. Así lo estipulaba su contrato. Hoy preside Next Communications, una proveedora de servicios de telecomunicaciones en Miami.

Salvador Álvarez tomó las riendas de la empresa en julio. El nuevo presidente declinó participar en este reportaje.

(Con información de Jessica Bigio, Norma Jiménez, Leonardo Peralta, Edgar Sigler y Darío Laufer en Buenos Aires)

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