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Carisma no mata razones

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sáb 04 enero 1000 11:23 PM

PREGUNTA: ¿Es necesario que un líder tenga carisma?
PETER WENGRYN, MAHWAH, NUEVA JERSEY, EU.

RESPUESTA: Usted formula una vieja pregunta, pero que sigue manteniendo vigencia. De hecho, cuando en nuestros viajes escuchamos esta misma inquietud, con frecuencia viene arropada de pánico. Por lo general la pregunta es hecha por alguien que ha sido acusado de salir adelante gracias a su personalidad. O lo opuesto: una persona que se está quedando detrás porque supuestamente no tiene carisma.

¡Ninguno de éstos puede ser su caso! De hecho, su pregunta intriga a mucha gente, tal vez porque cualquiera que alguna vez haya sido jefe o haya trabajado para alguno, sabe que el nivel de carisma del líder influye en el éxito de una carrera.

¿Cuánto? La respuesta es: mucho. El carisma es fundamental para conseguir que las cosas se hagan.

Ahora bien, obviamente nosotros no estamos hablando del carisma ‘malo’. Es decir, aquel carisma que se basa sólo en el encanto y al que faltan cerebro, visión y carácter. Así, ese rasgo no es útil y es incluso peligroso. En los negocios, a esas personalidades infladas se las denomina “trajes vacíos”, y por muy buenas razones. Muchos de estos individuos se las arreglan para llegar a la cima, incluso hasta la oficina del presidente del directorio. Pero suelen venirse abajo después de unos años de parecer la gran cosa y lograr muy poco.

En una escala más amplia, la historia está plagada con ejemplos de líderes carismáticos cuyos obscuros poderes han sido ruinosos. En realidad, hoy en día hay líderes en la escena mundial que cumplen ese papel. Fíjense en la diatriba polarizante del presidente de Venezuela Hugo Chávez durante la sesión de la Organización de las Naciones Unidas hace unas semanas. Él es un líder carismático ¡pero eso es muy malo! En contraste, en un buen líder, uno con integridad e inteligencia, el carisma hace que el trabajo resulte mucho más fácil.

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No importa el tamaño del equipo, de la división o de la empresa que se está dirigiendo, los líderes tienen que infundir vigor a su gente. Y actualmente, esa tarea es más necesaria que nunca. A raíz de la competitividad del mercado global, los negocios están repletos de “alturas imposibles de alcanzar”. Los líderes tienen que persuadir a su gente de que, contrario a lo que creen, sí pueden escalar hasta esas posiciones. Tienen que hacerles entender a los empleados por qué el cambio es necesario y explicarles qué hay en la cumbre para la empresa y para ellos también.

Todo esto se puede se hacer sin carisma, usando en su lugar “argumentos” meticulosos, razonamientos legales. Pero ese enfoque toma mucho más tiempo, y el tiempo es un recurso del cual las empresas no pueden disponer hoy en día.

Por supuesto, también hay líderes sin carisma que tienen éxito. Alan Greenspan, el ex presidente del Banco de la Reserva Federal, se ganó legiones de seguidores a raíz de la profundidad de su razonamiento. Se puede hacer. Pero no con frecuencia.

Lo más común es que uno encuentre a personas inteligentes, capaces, pero que están atoradas en su carrera porque les falta la innata habilidad para conquistar las mentes y los corazones. Sí, innata, porque el carisma, para bien o para mal, parece ser algo natural. No se puede entrenar a alguien para que tenga esta cualidad. Entonces, ¿dónde se quedan aquellos que no la tienen?

No por carecer de ella se encuentran fuera de la pista del liderazgo. Lo que ocurre es que andan por un sendero más lento, más lleno de desafíos. Pero si usted quiere a toda costa ser un líder, ése no tiene por qué ser un impedimento para intentarlo.

The New York Times Syndicate.

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