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Las 50 mujeres más poderosas de México

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sáb 04 enero 1000 11:23 PM

Hay dos cosas por las que Ana María siente fascinación: llorar y comprar zapatos. Pero Olabuenaga, la publicista, tampoco puede ocultar la atracción que siente por el poder.

Famosa por haber desarrollado la campaña publicitaria del Palacio de Hierro, en la agencia Terán TBWA, hace cinco años decidió dejar la empresa.

“La agencia se llama Terán y ése no es mi apellido. Ya no podía llegar más lejos”, pensó y se fue, con la idea de ser la primera mexicana que encabezara una trasnacional.

Así llegó a Noble D’Arcy, de Publicis Groupe (ahora Olabuenaga Chemistri). En su primer día, preguntó cómo iba a entregar los reportes, cuáles eran los lineamientos y los consejos. Su nuevo jefe, Paulo Salles, sólo le dio tres llaves y le explicó: “Ésta es la llave de la agencia, esta otra es la de tu oficina y esta última es la del baño. No creo que tengas más dudas”. El brasileño se marchó después. “Fue un momento de tanta soledad. Entendí al ‘Pípila’, porque sentí una loza encima”, recuerda esta mujer de 46 años, ojos claros y cabello oscuro.

Aunque la soledad de Olabuenaga era metafórica, también dibuja en un trazo la condición de las mujeres en los cargos directivos de las grandes empresas.

Ese vacío que Ana María sintió, se materializa en un estudio que hizo Expansión, el cual revela que las ejecutivas en las 50 empresas más grandes de México ocupan sólo 4% de las direcciones generales, en contraste, en el listado de la revista Fortune, donde representan 38%.

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Sólo dos, Louise Goeser, de Ford, y Simona Visztova, de Sam’s Club, tienen el mayor cargo en sus empresas. La primera es estadounidense y la segunda eslovaca.

Sin embargo, en compañías de menor calado, hay más directoras generales. Blanca Treviño, en Softtek; en DHL la ex secretaria de Turismo, Leticia Navarro; María Teresa Arnal en Internet Prodigy, y Sandra Sosa, en Afore Inbursa. Figuran además seis directoras de Finanzas, cargo que en algunas firmas es segundo en importancia.

De los principales cargos directivos de las empresas que están en Bolsa, 15% los ocupan mujeres. Esto incluye puestos como direcciones de finanzas, operaciones, sistemas, recursos humanos, mercadotecnia y relaciones públicas.

Hay avances. Hace cinco años, sólo 9% de los cargos más altos estaban encabezados por una mujer, de acuerdo con Gina Zabludovsky, investigadora de la UNAM. Ella descubrió en un estudio que en 1994 sólo 24% de las compañías tenía al menos a una mujer en cargo directivo y ahora es 47%, según la investigación de Expansión.

Con todo, el ritmo con que escalan las mujeres en el organigrama no concuerda con su avance en las aulas y el trabajo. Hace 30 años ocupaban 19% de los pupitres universitarios y eran 20% de la fuerza laboral. Hoy representan 40% de la matrícula y 35% de la población ocupada, apuntan datos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior y el INEGI.

Este ranking determinó el número de ejecutivas en posiciones de mayor importancia en las 300 mayores empresas, y su posición de acuerdo con las ventas de su empresa y la importancia de su cargo.

Aparecen, pues, todas aquellas que están por romper el ‘techo de cristal’, esa barrera invisible creada por convenciones y códigos sociales que inhibe el desarrollo laboral de las mujeres.

La conquista
Teresa Garza hacía sus pininos en la cervecería Femsa, recién egresada de la carrera de ingeniería industrial, cuando le ‘llovió’ por primera vez, hace 17 años. Ella trabajaba los horarios más largos de su equipo, imaginando que así ganaría una plaza en Sistemas, pero fue un compañero quien lo consiguió. “Fui con el director del área para preguntarle por qué no me daba la plaza. Me dijo que ese chico no tenía padre, estaba próximo a casarse y que el principio de la cervecería era ayudar a las familias mexicanas”. También le sugirió que no querían truncar la posibilidad de que ella formara una familia, dándole un cargo así.

Femsa sigue hoy entre las empresas que no tienen a mujeres en cargos altos. Lo mismo pasa en Cemex, Alfa, Vitro, Pemex, Bimbo e Hylsa (ahora Ternium) y otras, que representan 53% de las empresas mexicanas. “Miro la realidad de facto: (en el corporativo en México de la trasnacional Ternium) no hay mujeres en mandos medios ni directivos”, señala Miguel Ángel Puente, director de Recursos Humanos de esa siderúrgica.

Algunos expertos apuntan que en Monterrey prevalece la segregación femenina. “Hay una ironía. La ciudad más gringa de México es Monterrey, pero es la más machista”, asegura John Smith, buscador de ejecutivos de la firma Smith Search.

Para Ana Baños, directora de Capital Humano en la consultora Deloitte, esto tiene explicación. Los corporativos del norte comenzaron como empresas familiares y se han institucionalizado de forma más lenta sin necesidad de incluir a las mujeres.

Como pocos, César Muñiz, cazatalentos de Russell Reynolds, admite que algunas empresas dan órdenes específicas sobre el género de los candidatos a reclutar. “Hay quienes nos piden directamente que no quieren mujeres u homosexuales, pero nosotros no podemos trabajar bajo esas condiciones”.

En esto está de acuerdo Teresa Garza, que no logró un cargo directivo en 12 años de carrera en Gamesa, mientras estuvo en posesión de mexicanos. Cuando Pepsi compró esta compañía, en 1990, la trasnacional nombró a una mujer como directora. “Las multinacionales no te etiquetan, (ahí) todos tienen los mismos derechos”, opina Garza, actual directora de Recursos Humanos de Grupo Salinas. El ranking de Expansión encontró más mujeres directivas en multinacionales establecidas en el país (54% del total) que en compañías mexicanas (46%).

Las que desertan
Conciliar el reloj biológico, los afectos y la carrera, es uno de los mayores retos que enfrentan las mujeres profesionistas y hace que algunas desistan de buscar puestos más altos, o que, incluso, deserten. Según Puente, de Ternium, entre 30 y 40% de las mujeres dejan la empresa después de cinco años. “A una mujer, independientemente de cuánto le pueda doler el fracaso (profesional), la sociedad no lo verá mal, pero si fracasa en casa, será todo lo contrario”, afirma por su lado el reclutador César Muñiz.

Este dilema debe ser extendido. Un estudio de la consultora McKinsey encontró en 2005 que 30% de las mujeres trabajan para complementar el sueldo de sus parejas. 25% trabaja por convicción y lleva además el rol de ama de casa. Y sólo una de cada 10 trabaja para desarrollarse, y tiene ayuda doméstica.

Para Louise Goeser, presidenta y directora general de Ford en México, hacer compatibles trabajo y familia es posible si se desarrolla un equipo que tenga claros los objetivos del negocio. “Con eso puedes encontrar un buen balance entre la vida personal y tu trabajo”, dice la estadounidense que programa los lunes juntas internas y el resto de la semana visita el mercado, se reúne con distribuidores y visita las plantas de producción.

Trabajar en un mundo conocido quizá facilita el equilibrio entre vida y carrera. El estudio de Expansión encontró que la mayoría de las mujeres en puestos directivos hicieron carrera en una sola empresa; a diferencia de lo que parece común entre hombres ejecutivos, pocas tienen en su trayectoria varios cambios de camiseta.

“Son más conservadoras, prefieren la estabilidad y les cuesta cambiar de empleo debido a que hacen menos redes de contacto fuera de la oficina”, explica Leticia Narváez, directora de Comunicación de la farmacéutica Merck Sharp & Dohme y ex presidenta de la Asociación Mexicana de Mujeres Ejecutivas.

Otros ven esta falta de movilidad laboral como un defecto. Al cazatalentos John Smith, esto le parece frustrante. Hace poco quiso reclutar a una mujer para un cargo en recursos humanos. Le ofreció 50% más de su sueldo vigente pero ella lo rechazó. Su explicación fue que se encontraba contenta donde estaba. “El hombre arriesga más y el que toma riesgos, triunfa más”, opina.

Pero muchas buscan otras salidas para realizarse profesionalmente, y lograr el equilibrio con su vida personal. En lugar de complicarse la vida dentro de los corporativos, montan un negocio propio para ser dueñas de su tiempo. Otras de plano retrasan su vida personal para avanzar en su carrera. Así, 49% de las ejecutivas son solteras, de acuerdo con Zabludovsky; un alto contraste con ese 69% de las mexicanas mayores de 25 años que están casadas.

Dueñas de su destino
Florencia levantó la mano para decir: “Yo quiero ser piloto aviador” y su maestra de primaria se burló. Tal disparate no podía decirlo una alumna del Instituto Teresa de Cepeda y Ahumada, escuela sólo para niñas en la Ciudad de México. “Me dejó la espina de saber por qué había trabajos para hombres y mujeres”, recuerda Florencia Serranía, que 10 años más tarde sería una de dos mujeres en la carrera de ingeniería mecánica que se especializó luego en ciencias de los materiales. Esta profesionista, de 43 años, burló todos los estereotipos: como investigadora de la UNAM desarrolló hace unos años un modelo de vehículos de transporte público eléctrico y desde 2004 es la directora general del Metro en la Ciudad de México, un puesto que parecería natural para un varón.

El suyo es un caso excepcional. Expansión encontró que hay pocas mujeres en áreas que saltan al imaginario como varoniles. “Las mujeres sobresalen en actividades que son consideradas femeninas, y las empresas reproducen lo que hay en la sociedad”, explica Zabludovsky.

De acuerdo con la investigación de Expansión, 51% de las altas ejecutivas tienen puestos en la dirección de relaciones públicas, mercadotecnia o recursos humanos. En alto contraste, sólo 8% están en la dirección de finanzas, 6% en el área comercial y 3% en operaciones. “El enfoque profesional de las mujeres se vuelve un ‘techo de cristal’”, refiere Ana Baños, de Deloitte. En su opinión, las mujeres necesitan estudiar más temas de estrategia, finanzas, presupuesto, gobernabilidad y planeación porque son los conocimientos que necesitan para dirigir una empresa.

¿Y cómo hace Florencia Serranía para navegar en ese mundo? Sus técnicas no son tan dulces como su nombre. A su arribo al puesto, descubrió que todos los ingenieros que le reportaban le echaban la culpa a los trabajadores. Y ella cambió la regla: antes de sancionar a un trabajador de base, el funcionario tenía que rendir cuentas. “El día que se sancionó al primer responsable por incumplimiento, sin goce de tres días de sueldo, se acabaron los pretextos”, asegura esta madre de dos pequeñas de 11 y ocho años.

Para ella, la fuente del poder está en dos secretos: la transparencia y el dominio técnico. La autoridad se logra y sostiene mediante la rendición de cuentas, la medición de resultados, y el conocimiento. “Tengo la autoridad moral porque soy técnica. Nadie me echa rollo porque les demuestro lo contrario”.

Selene Ávalos es otra mujer en el ranking que, como Serranía, está en un cargo y en un área que normalmente ocupan hombres. Ella es la directora de Finanzas y consejera de la constructora de vivienda Urbi, con sede en Mexicali, la tercera desarrolladora más grande del país.

A sus 37 años, esta sonorense no entiende de techos ni barreras. “Lo único que necesitas para trabajar es un contacto para el cable de la computadora”, resume. Cuando hace 10 años entró a trabajar a la firma, Julio Hurtado, el tesorero de la empresa le dijo: “A mí no me gusta trabajar con viejas”. Selene se rió, y desechó en el acto el comentario. “Sólo escucho lo que me conviene”, asegura la egresada de ingeniería industrial de la Universidad de Sonora y con dos maestrías, una en Alta Dirección del IPADE y otra en Finanzas Corporativas de Cetys Universidad.

Ávalos es madre de dos niños, y entiende que lo más importante es saber administrar el tiempo. Todo lo demás es posible. “Los límites los tenemos en la cabeza. De niñas, leemos cuentos y pensamos que un príncipe azul nos va a rescatar”, afirma.

Pero otras mujeres opinan que el de los negocios es un mundo masculino. “Hay que pensar y actuar como hombres”, dice la publicista Ana María Olabuenaga. Su estrategia para dirigir la agencia Olabuenaga Chemistri es ser como ellos: agresiva, hacer conquistas constantes y ser fría en las decisiones.

Aunque prefieren modos y estrategias diferentes, Ávalos y Olabuenaga rechazan participar en el mundo que está fuera de la oficina y donde los hombres suelen cerrar muchos tratos: los bares, los campos de golf y hasta el table dance. “Yo no cierro ningún negocio en un ambiente informal”, dice Selene Ávalos, quien lanzó Urbi a la bolsa en 2004 y que fue considerada como la colocación del año.

Con todo, para escalar, las mujeres deben aprender a convivir con sus colegas masculinos. “El estilo debe ser muy inteligente, no de confrontación sino de negociación con el varón”, explica Julieta Manzano, de Mercer

Sin titubeos
Claudia Flores, una diseñadora de 28 años, decidió presentarse en la oficina del dueño de Grupo Autofin, Juan Antonio Hernández. Sólo quería preguntarle por qué en los últimos meses hubo tres cambios de gerencia en su área y qué iba a sucederle a su equipo. “Me temblaban las piernas”, dice Flores. Pero el esfuerzo valió la pena, a los tres meses fue nombrada gerente, posición que ocupó durante cinco años y hace cuatro meses que dirige la mercadotecnia de Banco Autofin.

Para llegar ahí, alzó por años la mano para asignarse todas las tareas voluntarias: desde tomar fotos el fin de semana hasta organizar la inauguración de una feria o la imagen corporativa de una competencia de autos. “Siempre levanto la mano para otros proyectos”, confiesa la ejecutiva más joven del ranking de Expansión.

A Teresa Garza, de Grupo Salinas, esa historia le suena familiar. “Tenemos que hacer más para ser consideradas. Si tú no levantas la mano y dices ‘yo quiero el puesto’ no te toman en cuenta”, dice la ejecutiva, originaria de Sabinas, Coahuila, y cuya familia opera minas de carbón.

Los especialistas coinciden con esta apreciación. “La presión social hace que la mujer sea más productiva”, considera Julieta Manzano, directora comercial de la consultora de Recursos Humanos Mercer de Deloitte. Y Ana Baños ironiza: “Igualdad habrá cuando haya mujeres incapaces en puestos importantes. Porque todavía hay muchos hombres incapaces en cargos altos pero como mujer tienes que ser capaz”.

Por eso, las empresas que tienen mayor presencia femenina en sus cargos más altos son consideradas ‘meritocráticas’. “Nos fijamos en la capacidad de las personas, independientemente de su sexo”, dice Enrique Mendoza, director de Recursos Humanos de El Palacio de Hierro, donde las mujeres están al frente en 33% de los cargos altos.

“Si los altos directivos supieran que la diversidad ayuda a la creatividad y al crecimiento, harían prácticas diferentes”, sostiene Claudia Maya, directora de Recursos Humanos de American Express, en donde 43% de las vicepresidencias y 25% de las direcciones están ocupadas por mujeres. Y es que ellas traen un nuevo tipo de liderazgo. Tienen inteligencia emocional, son menos jerárquicas y se adaptan más al trabajo en equipo, dijeron los entrevistados.

Algo está cambiando. El estudio de Expansión permite inferir que las mexicanas han comenzado a romper el ‘techo de cristal’ y es cuestión de tiempo para que más de una ocupe la cabeza de una empresa. “A muchas mujeres de mi generación les tocó ser la única mujer en la sala de juntas o en la empresa”, dice Olabuenaga, que se casó con un hombre menor y ex subordinado suyo. “No es una relación típica en este país”, reconoce. Su vida profesional es igual de atípica. Al mes de tomar las riendas de Noble D’Arcy, se enteró que la empresa estaba en números rojos. Un año le costó levantarla y dejarla en ceros. En eso estaba cuando recibió la noticia que Publicis Groupe cerraba Noble a nivel mundial.

Tres días se tumbó en el sillón rojo de su oficina. Hasta que pensó: “¿Y por qué voy a aceptarlo?” Ese día, invitó al director mundial del grupo y le pidió una oportunidad para crear un negocio rentable. Cuando logró la cita, hizo la propuesta sin titubeos: convertirse en socios de la agencia Olabuenaga-Chemistri. Por eso, la publicista que desea enfrascar el “olor a nuevo” en un cartel de El Palacio de Hierro, ahora también dice: “Hablemos de negocios”, el lema de la campaña de Nextel.

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