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El último hombre que pisó la luna

Eugene Cernan, capitán del Apolo 17 que alunizó en 1972, habla en exclusiva para CNNExpansión; “siempre soñaremos con la luna”, dice el ex astronauta durante su visita a México.
vie 05 octubre 2007 10:13 AM
Eugene Cernan fue el último hombre en la luna, pero también

La huella de Neil Armstrong en la luna quedó para siempre grabada en la memoria colectiva global, igual que aquellas palabras pronunciadas en medio del suceso: “Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad”, una frase que conocemos incluso las generaciones que no contemplamos ese hito científico del 20 de julio de 1969.

“¿Que la imagen de la luna era falsa? Eso es ridículo”. Lo dice en medio de una gran carcajada Eugene Cernan ,  astronauta estadounidense amigo de Armstrong, que no fue el primero en pisar la luna; fue en realidad, ‘el último hombre’ que contempló la tierra desde la superficie de nuestro satélite natural, como tripulante del Apolo 17, la nave que en 1972 cerró una época en la carrera espacial en tiempos de la Guerra Fría.

“Yo sé que parece un sueño, a veces yo mismo me pregunto si fue verdad, pero yo estuve en la luna y esa experiencia nadie me la puede arrebatar”.

Los últimos –dice el dicho bíblico- serán los primeros, y en el caso de Eugene Cernan, la frase es realmente profética.  Su “récord lunar” supera con mucho al de sus antecesores: fue el segundo estadounidense que se unió a la hazaña espacial. Tripuló primero el Géminis 9A en 1966, después el Apolo 10 y, finalmente, comandó el último Apolo, el 17, cuya misión fue la más larga y la más provechosa.

Cernan pasó 75 horas “allá arriba” (tres veces más que la tripulación de Armstrong) y no sólo caminó y estampó sus pisadas sobre los cráteres lunares, sino que además condujo un automóvil especial –un rover de 4 motores eléctricos- que para despejar las dudas terrestres, llevaba una cámara de TV integrada.

La carrera espacial

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El 4 de octubre de 1957 a las 19:12, tiempo terrestre, la antigua Unión Soviética lanzaba el Sputnik I el primer satélite artificial de la historia.  El espacio exterior contempló así, los primeros ensayos humanos por literalmente, alcanzar las estrellas. Y a partir de esa fecha, los intentos no harían más que multiplicarse. Era la época de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS, y la competencia por conquistar el espacio, no quedó fuera de las hostilidades.

“Es cierto, eran los terribles años 60 y fue un periodo duro para todos, pero esa competencia impulsó también la perfección tecnológica y que el ser humano lograra lo que parecía imposible (…) y la carrera espacial era un tipo de competencia que no hacía daño a nadie”.

Han pasado 35 años desde que el Apolo 17 volvió a la Tierra y dejó a la luna en su habitual tranquilidad, sin embargo, ya el presidente George W. Bush ha anunciado que “Estados Unidos volverá a la luna”, probablemente entre 2015 y 2018, con un presupuesto aproximado de 104,000 millones de dólares.

Corren otros tiempos, la Unión Soviética dejó de serlo y la actual Rusia colabora hoy con Estados Unidos y otros países en las misiones espaciales. Sin embargo, la competencia es casi tan vieja como la luna misma y otros actores han entrado a la escena terrestre en su afán por llegar al espacio.

El programa Chang es el nombre de proyecto chino que pretende llegar a la luna ‘por primera vez’ (pues en ese país la mayoría no cree que la hazaña estadounidense sea verdad) entre 2007 y 2008 con un presupuesto mucho menor al de EU, considerando las diferencias “siderales” entre el salario de un técnico chino y sus colegas norteamericanos.  

Fly me to the moon

Por lo pronto, la cooperación entre países va más allá de los gobiernos y dirige sus naves hacia el horizonte de los negocios y el turismo espacial. Este año la empresa estadounidense Space Adventures anunció que realizaría viajes translunares en aproximadamente cinco años.

Space Adventures trabaja en los preparativos con Roskosmos, la agencia espacial rusa, que deberá hacer algunos acondicionamientos, antes de que los “turistas galácticos” puedan visitar la Estación Espacial Internacional (EEI).

Aquí no se requerirá un gran entrenamiento preliminar, sólo es necesario abrocharse el cinturón y contar con 100 millones de dólares, para poder disfrutar de ese paisaje terrestre que sólo puede verse desde luna, a 384,400 kilómetros de distancia. ¿Un precio muy alto? No para el hombre más rico de Rusia, Román Abramovich, que está dispuesto a pagar 300 millones de dólares por ver lo que vieron en su día los tripulantes de los Apolos.

Para Eugene Cernan, estos precios son ‘ridículos’ pero acepta que es una industria que tiene futuro. “Desde que el hombre supo que era capaz de volar, la humanidad quiere llegar cada vez más y más lejos (…) y cuando pisamos los terrenos de lo imposible –como Neil Armstrong lo hizo- eso significa inspirar a las generaciones futuras a creer en los sueños, a creer en imposibles”.

El capitán del último Apolo visitó México invitado por la relojería suiza OMEGA   que celebra también el lanzamiento en 1969 de su ejemplar Speedmaster,   el primer reloj que acompañó a los astronautas en sus odiseas espaciales.

“¿A qué huele el polvo lunar? Huele a pólvora quemada” dijo alguna vez el último hombre que caminó por la luna el 7 de diciembre de 1972.

Hoy a sus 73 años, Eugene Cernan afirma con mirada de niño: “la luna siempre será nuestro sueño", por eso los hombres deben atreverse a soñar, soñar con la luna, pues aún si fallamos el intento, estaremos de cualquier forma “rodeados de estrellas”.

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