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La edad media está de moda

Jordi Savall ha ganado éxito gracias a su pasión por la música antigua que viaja por el tiempo; para acercar las notas intenta revalorar el contexto de quienes vivieron entre el siglo XVI y X
vie 17 agosto 2007 01:47 PM
Savall quiere que los músicos recuperen su lugar en la socie

El objetivo es hacer llegar la belleza de la música al mayor número de personas, lo cual es posible a través de los discos. Eso planteaba Jordi Savall (Igualada, Barcelona, 1941) a la publicación Goldberg, hace casi una década, subrayando un curioso deseo de contacto con audiencias masivas, atípico en intérpretes clásicos.

Violagambista, director, investigador y pedagogo, es dueño del sello Alia Vox, bastión desde el cual ha ganado éxito en torno a una pasión que muchos consideraban ‘menor’: la música antigua (Edad Media y Renacimiento). Fue clave su fama tras dirigir e interpretar el soundtrack de la película Todas las mañanas del mundo. Comprobó la tesis de que, a diferencia de las obras compuestas en los últimos 170 años, las partituras antiguas ofrecen signos más cómodos a públicos numerosos.

Miembro de coros y chelista en su niñez, estudió en el Conservatorio Superior de Barcelona y, más tarde, en Suiza para, en la década de los 70, situarse a la vanguardia del rescate y la interpretación de la música europea temprana. Entre sus 160 discos destacan dos álbumes recientes, monumentales, dedicados al Quijote de Cervantes y a Cristóbal Colón.

Sumando el rigor académico a la espontaneidad que suponen sus conciertos (en muchos sentidos, didácticos, pues siempre explica al público), Savall es consciente de que el medio determina la comunicación, por lo que trabaja con instrumentos de época y suena sin la típica parafernalia de micrófonos y bocinas, intentando revalorar el contexto de quienes vivieron entre el siglo XVI e inicios del XIX. Según cree, “la sociedad está cada vez más deshumanizada y esto se refleja en los músicos”.

Savall también ha dicho que los compositores de hoy no son tomados en cuenta para las actividades comunes de la sociedad, porque hay demasiados y porque tienen como meta las grandes orquestas. Para acercar belleza a oídos no  iniciados, su oferta va en tres vías: el grupo Hespèrion XXI (1974), el ensamble de La Capella Reial de Catalunya (1987) y el conjunto Le Concert des Nations (1989), proyectos con los que logra acercarnos a la experiencia de un sutil viaje por el tiempo.

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