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La gran revolución en miniatura

En tres años México podría contar con dos empresas fabricantes de nanomateriales. Ello implicaría el desarrollo de una manufactura nacional más competitiva.
mié 01 julio 2009 06:05 PM
Entre 1998 y 2004, el Conacyt invirtió 14.4 mdd en proyectos relacionados con nanotecnología. (Foto: Stockxpert)
nanotecnología nanotecnología (Foto: matejmo/Getty Images/iStockphoto)

Hoy se vive una vertiginosa, pero discreta, revolución científica-industrial llamada nanotecnología. Con 50 años de aparecida, está haciendo lo que pocos habían imaginado que llegaría tan pronto: la manipulación de las estructuras moleculares y sus átomos a escala nanométrica (una mil millonésima de metro).
Los científicos están maravillados porque han encontrado en la materia propiedades totalmente nuevas y extraordinarias aplicables en diferentes sectores de relevancia industrial y comercial.
En México pese a no contar con una iniciativa nacional que concentre la información sobre financiamiento, proyectos e industrias que trabajan con nanotecnología, se están haciendo esfuerzos para impulsar el nanoclúster de Nuevo León. Por ahora está integrado por algunas compañías que están desarrollando diversos proyectos, aunque es el primer paso, ya que se espera involucrar a más empresas, universidades y recursos humanos capacitados para este fin.
La historia de la nanotecnología comenzó con el primer registro público en el mundo, el cual data de 1959, cuando el Premio Nobel de Física Richard Feynman, propuso fabricar productos con base en un reordenamiento de átomos y moléculas, y hoy, para sorpresa de muchos, ya se vive con la nanotecnología.
A finales de 2007, la Dirección de Industrias Eléctrica, Electrónica y de Tecnologías de Información, de la Secretaría de Economía (SE), realizó el Diagnóstico y Prospectiva de la Nanotecnología en México, hasta ahora el único, que muestra que 59% de las 94 empresas encuestadas en el país tienen conocimiento nulo e incipiente sobre aplicaciones de la nanotecnología.
Para Francisco Espinosa Magaña, coordinador del Laboratorio Nacional de Nanotecnología del Centro de Investigación en Materiales Avanzados (Cimav), "en el país son inexistentes los programas oficiales de investigación acerca de los posibles impactos sociales, económicos, riesgos ambientales o para la salud, o implicaciones éticas de la nanotecnología, de hecho, han pasado inadvertidas las controversias y movimientos internacionales sobre las ventajas y los posibles efectos negativos de la nanotecnología".
Jaime Parada Ávila, director general del Instituto de Innovación y Transferencia de Tecnología de Nuevo León, coincide en que el desarrollo de esta rama a nivel nacional es mínimo. "En las empresas la mayor parte de los proyectos se encuentran a nivel conceptual, seguido por diseño de experimentos y en algunas empresas están desarrollando pruebas de laboratorio con proyectos piloto", explica quien fuera uno de los promotores del nanoclúster de Nuevo León.
Ante esta falta de desarrollo, los centros de investigación han ido en busca de convenios de cooperación internacional, y participación en redes de investigación de carácter nacional y mundial, entre éstas la Red Internacional de Nanociencia y Nanotecnología, Red de Grupos de Investigación en Nanociencia y Nanotecnología, Red Nacional de Nanociencias y Nuevos Materiales.

UNA VEZ MÁS... LA VINCULACIÓN

En la experiencia de Roberto Zitzumbo Guzmán, investigador en materiales del Centro de Innovación Aplicada en Tecnologías Competitivas (Ciatec), hasta el momento hay un escaso conocimiento de la mayoría de los industriales sobre las ventajas de invertir en investigación y desarrollo para fabricar productos con nanotecnología.
"Falta construir muchos puentes entre centros de investigación e industria; y, cuando los industriales se acercan y llegan a tener interés en esta u otra área, al final lo dejan de lado porque tienen que pagar parte de la investigación; esto no es gratis", enfatiza el investigador.
Pero, ya hay un proyecto nacional -explica Jaime Parada- para la instalación de una incubadora en el Parque de Investigación e Innovación Tecnológica (PIIT) de Monterrey, que contará con plantas piloto para el escalamiento industrial de diferentes plataformas tecnológicas orientado a los principales sectores industriales del país.
"Se piensa que se puede lograr la creación de al menos dos empresas que puedan producir nanomateriales en los siguientes tres años", explica el investigador.
También en materia de recursos humanos se avanza, aunque a paso lento, pues según cifras de la se, en México existen 449 investigadores relacionados con nanotecnología. De ellos, 18% son de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); 8% del Instituto Politécnico Nacional (IPN); 29% están adscritos a centros públicos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y entre las instituciones de investigación sectorizadas, se encuentra el Instituto Mexicano del Petróleo, con 15% del total. El restante 30%, se distribuye en otras 20 instituciones ubicadas en distintos estados del país. Adicionalmente se cuenta con 101 técnicos relacionados con este rubro.
Guillermo Foladori, coordinador de la Red Latinoamericana de Nanotecnología y Sociedad (ReLANS) e investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas (uaz), asegura que la nanotecnología está detonando cambios en el comercio internacional, el rediseño de la división internacional del trabajo y la competitividad.
"Fuentes de empleo se reducirán y otras se abrirán, pero las nuevas ramas, como la nanotecnología, emplean poca fuerza de trabajo, y los efectos podrán ser devastadores para muchas sociedades y países en términos del incremento en el saldo de desempleados", advierte el especialista.
En está convulsión tecnológica existen otras aristas: grupos de industriales que bloquean el desarrollo de este tipo de productos en el mercado nacional, por temor a que sus productos sean desplazados.
Un ejemplo de ello, es el de Gerardo Márquez, director de TEN-PAC, fábrica de calzado industrial desde 1925, quien vivió recientemente un periplo legal de más de un año tras presentar su producto con nanomateriales a futuros compradores. "A pesar de que fui bloqueado por empresas que compiten por el mismo cliente (Pemex) y mercado, seguí invirtiendo -más de dos millones de dólares- en desarrollo, investigación y maquinaria, no sólo pensando en proveer a México, sino a nivel mundial".
Este emprendedor sabe muy bien que es un tema de tiempo y que contra los avances nanotecnológicos no hay argumento ‘legaloide' que pueda. Hoy lleva un fallo a favor (de dos) para echar abajo las argucias de su competencia e introducir su producto conforme a las normas oficiales mexicanas.
"Sería incongruente que, en otros países, vendiera mi calzado industrial con alta tecnología y en México no, al final los industriales nacionales de este sector y de cualquier otro tendrán que invertir en investigación para el desarrollo de alta tecnología en sus productos, si no quedarán fuera del mercado muy pronto", sentencia el empresario.
El grupo industrial utilizó nanotecnología en la fabricación de los cascos no metálicos de su calzado de seguridad; aplicó mejoras en nylon y polipropileno como materiales mucho más viables para cascos y desarrolló un procedimiento de reingeniería inversa para proporcionar propiedades que cumplieran con el marco normativo.
El desarrollo de nanotecnología también es un tema de hacer mejores productos. Joel Gutiérrez, investigador del Instituto de Innovación y Transferencia de Tecnología de Nuevo León, explica que el factor costo-beneficio del desarrollo y aplicación de la nanotecnología hoy en día es una realidad.
Como ejemplo expone los desarrollos de empaques con reducción de 10% de peso, tuberías con mejores propiedades térmicas, textiles para fabricación de ropa con antibactericidas, nuevas aleaciones de aluminio para reducir su peso sin reducir conductividad eléctrica.

CRISIS Y PRESUPUESTOS

Hay otro escenario que golpea al progreso de la nanotecnología en México. En las últimas dos décadas, la inversión en el país para investigación científica y tecnológica no creció al ritmo de la población y sus necesidades. De 1999 a 2008 disminuyó la asignación de fondos públicos a este rubro, pasando de 0.42% a 0.37% del Producto Interno Bruto (PIB).
Entre las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), nuestro país ocupa el último sitio en inversión para investigación y desarrollo, al destinar 0.33% del PIB, en 2009, cuando el organismo recomienda que sea de, al menos, 2.26%.
El Reviews of Innovation Policy: México, informe del mismo organismo, presentado en enero pasado, indica que "en 2007 y 2008, México perdió competitividad en actividades basadas en el conocimiento. Tiene el más bajo nivel de los países miembros de la organización en productividad científica, formación de recursos humanos en ciencia, inversión en ciencia y tecnología, educación de la ciencia y en solicitudes de patentes".
Su recomendación para México es que, antes de 2010, aumente la inversión en investigación e innovación tecnológica, así como el número de doctores en ciencia, de 2,000 a 3,600, y el de científicos, de 15,000 a 20,000.
De ahí que el desarrollo de nanotecnología esté dominado por EU, Japón y Alemania, quienes aportan anualmente casi 52% de la inversión total mundial, equivalente a 12,400 mdd. De ésta, 51% corresponde a los gobiernos, 43% a las empresas y 6% a capital de riesgo.  
En nuestro país, entre 1998 y 2004, el Conacyt invirtió 14.4 mdd en proyectos relacionados con este tema, esto es, menos de 1% de los 1,397 mdd que destina EU; los 1,200 millones de Japón; y 1,100 millones que Corea invierte anualmente en proyectos de nanotecnología.
"Tanto los países desarrollados como muchos en vías de desarrollo han implementado políticas y estrategias dirigidas a fomentar la investigación y desarrollo en nanotecnología como una alternativa de crecimiento económico que permita incrementar su competitividad global. En las economías emergentes de Asia, la nanotecnología ha sido liderada principalmente por las políticas y estrategias gubernamentales", alude Espinosa, del Cimav.  
Aunque las tendencias tecnológicas hacia 2020 apuntan a la transición de los nanomateriales a los nanosistemas, México aún se encuentra en una etapa temprana de investigación y desarrollo. El reto es que no se les haga tarde.
Según una encuesta de la se los principales proveedores de nanomateriales de las industrias mexicanas son de procedencia estadounidense y europea; sin duda, comprar ajeno sale caro, pues, en 2005, México pagó más de 2,000 mdd por la compra de tecnología extranjera; cálculos de la OCDE indican que la inversión en este rubro genera 25% del crecimiento en los países en desarrollo y 50% en los desarrollados.
Un indicador que también refleja la ausencia de desarrollos nanotecnológicos industriales nacionales son los registros y solicitudes de patentes. Datos del Sistema de Información de la Gaceta de la Propiedad Industrial (antes Banco Nacional de Patentes), muestran que, en el tema de nanotecnología, existe un puñado de inventores de origen mexicano, por citar a dos de ellos, el Instituto Mexicano del Petróleo y la empresa TEN-PAC. La mayoría -más de 1,000- de las patentes registradas es de extranjeros que están protegiendo sus inventos nanotecnológicos en México.
Espinosa, del Cimav, explica que la disparidad en la situación de nuestro país con respecto a los países líderes en materia de investigación, desarrollo y aplicación de la nanotecnología es evidente, reflejándose en la escasa participación del país en materia de publicaciones, patentes y proyectos con la industria.
Para los centros de investigación mexicanos el desarrollo de la nanotecnología en la manufactura es una apuesta a mediano plazo. Y se vislumbran tres escenarios: ser un maquilador de nanomateriales por tener mano de obra calificada y por ofrecer costos menores de producción; ser lo primero y además tener investigaciones y patentes nacionales; y, el último, es olvidar los dos anteriores y quedarnos en la perpetua asimilación para depender de la nanotecnología y procesos industriales del exterior.
La mayoría de los investigadores entrevistados coinciden en que es necesaria la difusión y creación de capitales de riesgo que impulsen la creación de empresas de nanotecnología.
Entre las propuestas está la creación de nanoclústers en diferentes regiones del país; apoyo a empresas para uso de la incubadora de nanotecnología con plantas piloto; integrar una asociación estratégica que concilie los intereses y las necesidades de los sectores gubernamentales, académicos y empresariales; promover la canalización de recursos humanos hacia trabajos en nanotecnología y facilitar su movilidad internacional para aumentar la masa crítica de investigadores que trabajan en México.
Lo deseable ahora, según los investigadores, es que crear al más alto nivel político-administrativo, una iniciativa o programa nacional de nanotecnología que contenga las metas, objetivos, estrategias y acciones para el desarrollo de ésta, dotado de un presupuesto. Y para lograrlo se necesita concertar las voluntades políticas, sectoriales, académicas y empresariales.
La SE registró, en 2007, que México cuenta con capacidades básicas de desarrollo nanotecnológico al disponer de 56 instituciones que albergan a 449 investigadores; 87 programas de posgrado en 27 instituciones; 157 laboratorios y 17 plantas piloto. Se desarrollan 340 líneas de investigación y se encuentran en ejecución 191 proyectos. Además, existen algunas redes ya constituidas.
La nanociencia avanza muy rápido. Y hoy existe una nueva realidad tecnológica que ya impacta sobre los tejidos de las economías, industrias y mercados regionales. Se presume que la competitividad económica de un país vendrá en gran medida por su posicionamiento y desarrollo en este tema.
Aun cuando México vive su letargo en investigación y desarrollo, empresas nacionales y hombres de ciencia trabajan a marchas forzadas con lo que tienen porque están seguros que el derrotero que generará competitividad y crecimiento nacional será la nanotecnología.

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