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El sueño de la industrialización

La apertura comercial que prometía el tan esperado desarrollo del país, se olvidó en el camino. A 15 años del TLCAN tenemos una economía de trasnacionales.
mié 08 julio 2009 01:03 PM
Primero la privatización, después, el auge maquilador, luego un boom de la manufactura trasnacional. Ahora queda pendiente el desarrollo de una industria. (Foto: Sergio Montes)
15aniversario (Foto: Sergio Montes)

El dilema entre dos sueños —el de un estado propietario capaz de desarrollar bienes de capital para no depender nunca más del exterior, liquidado en los 90, y el de una economía abierta que explote exitosamente sus ventajas competitivas para atraer grandes caudales de inversión externa, nacido a la muerte del anterior— a la economía mexicana le han quedado sólo pesadillas.
El estatismo acabó en un conglomerado de empresas insolventes, glotonas e improductivas que costaban anualmente al erario cerca de 4,500 millones de dólares (mdd). El mercado abierto, y las expectativas de la globalización como instancia de combate a la pobreza, por su parte, han mostrado ‘una realidad prosaica', en la cual los estados desarrollados "han sesgado los beneficios" de la apertura a su favor. En ese tránsito, la industria manufacturera mexicana pasó, en los últimos 15 años, de la inmovilidad —en el sector privado— y la inviabilidad —en las empresas públicas—, a un esquema de ‘capitales golondrinos', es decir, de las grandes trasnacionales, que sólo dejan en el país las rentas básicas —agua, energía eléctrica, servicio telefónico, predial, transporte, salarios—, con un mercado productivo interno, propiamente mexicano, prácticamente inexistente.
CAMBIO DE ROSTRO
Aunque no se trata de una etapa remota, las diferencias sustanciales entre la economía de entonces con las condiciones actuales, justifican mirar la fotografía del México de principios de los 90 detrás de una pantalla sepia: apenas en 1986 el país había ingresado al GATT (Acuerdo General de Aranceles y Comercio), lo que le permitía ponerse al día después de décadas de estatismo; al inicio de los 80, el Estado mexicano había llegado a ser dueño de 1,155 empresas que daban servicios y manufacturaban productos de todo orden: desde la fabricación de analgésicos, dulces y pantuflas hasta la manufactura de motores de combustión interna y turborreactores.
En 1983, la administración de Miguel de la Madrid comenzó a ‘desincorporarlas', y, de modo más decidido, el gobierno de Carlos Salinas. En casi una década (1983-1994), la recaudación total de las privatizaciones llegó a 22,500 mdd, según el entonces secretario de Hacienda, Pedro Aspe, de ello da cuenta Enrique Krauze en La presidencia imperial. De la venta de la banca estatal provenía 55% de los ingresos, 25% de la enajenación de Telmex, 10% al Fideicomiso de Cobertura de Riesgos Cambiarios (Ficorca) 3% correspondía a intereses, y 7% procedía de "otras empresas", como dice el documento Desincorporación de empresas paraestatales, publicado por las secretarías de Hacienda y de la entonces Contraloría General de la Federación.
Ese 7% se dividía en 2% de empresas de servicios, y 5% de empresas manufactureras. De modo que se habrían transferido al sector privado manufacturero alrededor de 1,100 mdd en activos, monto que, sin ser espectacular, dinamizó al sector, incentivando la competencia. Todo ello en medio de una atmósfera transformadora: la deuda externa pública del país se renegociaba exitosamente; se restituía la autonomía al Banco de México (Banxico); estaba en marcha un reajuste general de las finanzas públicas y un intenso —e inédito— cabildeo del gobierno mexicano para suscribir un Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Estados Unidos (EU) y Canadá, con el propósito de aprovechar la complementariedad de las economías y potenciar la competitividad de la región frente los bloques europeo y asiático.
Este tratado implicó la cancelación o congelamiento de barreras arancelarias e impulsó un largo proceso de especialización productiva, cuyo reflejo más claro fue el aumento de exportaciones e importaciones por encima del aumento de la demanda interna, según el informe Crecimiento económico, inversión, sector externo y finanzas de los sectores institucionales de México, 1980-1998, del Centro de Estudios de las Finazas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados.
Este análisis separa la balanza petrolera —por el abrumador peso que tiene en la economía mexicana— y a la industria maquiladora —por ser el subsector más dinámico de la industria manufacturera— para observar el comportamiento específico del resto de la balanza comercial, incluidas manufacturas no maquiladoras. Los resultados no son alentadores: "Todos los años, incluyendo los que registraron crecimientos negativos —1983, 1986, 1995— presentaron déficit". En cambio, la balanza comercial de la industria maquiladora pasó de 0.4% del Producto Interno Bruto (PIB), en 1980, a 2.5%, en 1995. Su participación en el total de exportaciones también creció de 14.3%, en 1980, a 45%, en 1998, y en las importaciones de 8.5% a 34%, en el mismo periodo.
En realidad, explica Carlos Augusto Colina Rubio, director de Estudios Macroeconómicos y Sectoriales del CEFP, los efectos del TLCAN apenas han comenzado a observarse, y son más bien magros: "En los primeros años las exportaciones crecieron no tanto por el tratado como por el efecto devaluatorio de 1995. Desde entonces se ha mantenido favorable nuestra balanza comercial y manufacturera con EU, aun en periodos recesivos. El tratado comienza a tener un impacto positivo hasta los años recientes, y no en todas las ramas manufactureras, sino en las que participan las grandes trasnacionales, como en el sector automotriz, uno de los mayores beneficiados; también en la industria electrónica, y en la rama de electrodomésticos; pero, incluso, esto responde más al comercio ‘intra-firma', que a la liberalización: con o sin TLCAN las relaciones que se tienen con las grandes trasnacionales se mantienen, es parte de la globalización. El tratado fue apenas una formalización de las condiciones que exigía el mercado".
MAQUILA: BAJO EL FUEGO DEL DRAGÓN
En 1994, la industria maquiladora mexicana era joven, pero no muy tierna. Habían pasado 28 años desde que se instaló en México la primera planta con esa vocación, en Ciudad Juárez, en 1966. Un lustro más tarde (1970), existían ya en esa ciudad 22 plantas con más de 3,000 obreros, que, en 1987, llegaron a 252, con cerca de 96,000 trabajadores, según la Breve Historia de Chihuahua. Hasta finales de los 80, la maquila juarense se concentraba en el sector del vestido, y se caracterizaba por utilizar mayoritariamente mano de obra femenina. Después de Juárez, las maquiladoras comenzaron a esparcirse en Tijuana y Matamoros, explica el documento El comercio México-China, del Centro de Estudios Sociales y Opinión Pública (CESOP), Cámara de Diputados.
Aun sin planeación ni programas oficiales en 20 años, el subsector registró un crecimiento de sus exportaciones de 10% anual entre 1995 y 2001. El Instituto de Crédito Oficial (ICO), agencia financiera del estado español, sí reconoce al TLCAN parte del crédito por el "éxito exportador" mexicano, originado en "el auge de industrias manufactureras intensivas en mano de obra, en especial de la industria maquiladora de exportación tras la firma del TLCAN, la aplicación del Programa de Operación de Maquila —que permite importar temporalmente bienes o insumos para la transformación, elaboración o reparación de mercancías destinadas a la exportación, sin cubrir el Impuesto General de Importación, el Impuesto al Valor Agregado (IVA), ni cuotas compensatorias o de antidumping—; una producción industrial estadounidense por encima de su tendencia, la estabilidad de los salarios mexicanos en niveles inferiores, incluso, a los del periodo 1990-1994, y la devaluación del peso en más de 60% en 1994, lo que favoreció la duplicación del empleo en las maquiladoras".
En efecto, en los primeros seis años del TLCAN, el empleo en las maquiladoras y ensambladoras creció 110%, y las exportaciones 400%. El número de plantas pasó de 1,789 a finales de los 80 a 2,143 en 1993, y a más de 3,700 en 2000, para bajar a 3,200, en 2004, de acuerdo con el Programa de Desarrollo Regional, Frontera Norte 2001-2006, de la Comisión para Asuntos de la Frontera Norte de la Cámara de Diputados.
A partir de 2002, sin embargo, al subsector le afectó la debilidad de la economía estadounidense y la creciente competencia china en ese mercado, potenciada ésta por sus bajos costos laborales, factor dominante sobre las ventajas comparativas de México. De 2002 a mayo de 2005, más de 500 plantas (Sanyo, Phillips, Sara Lee, Fruit of the Loom, etcétera) salieron de México, 35% se fue a China, y 10% a Centroamérica y el Caribe, explica el ICO en el documento La amenaza china.
En el periodo 2000-2005 —señala ICO— las plantas maquiladoras en México disminuyeron 23%, lo que implicó la desaparición de 250,000 puestos de trabajo —174,000 en los 41 municipios de la zona fronteriza con EU—, es decir, 25% del empleo en el sector, proceso alarmante si se considera que en 2002 las maquiladoras representaban 30% del empleo manufacturero nacional, la mitad de las mercancías exportadas, 35% de las importaciones y 15% de la inversión extranjera directa (IED) en México. Las ciudades más afectadas por la fuga de industrias fueron Juárez y Tijuana. Cuando empezó el declive, México era el décimo tercer exportador mundial y el décimo importador.
El ICO explica la caída por la nula planificación de la economía nacional entre 1970 y 1989; el "déficit en infraestructura y servicios básicos de las ciudades fronterizas donde se ubica la industria manufacturera, totalmente congestionadas", además de la desaceleración económica de EU en el mercado estadounidense. En 1993, la participación mexicana era de 6.9%, y alcanzó su máximo histórico en 2002, con 11.8%, según el documento Reflexiones sobre la relación comercial México-China, de la Secretaría de Economía (SE). Hasta ahora, la ventaja china parece irreversible.
CRISIS GLOBAL: MÉXICO, CAMPEÓN BARATO
Con todo, la producción manufacturera en México registró crecimiento aceptable entre 2005 y 2008. El más bajo ocurrió 2005 con una producción de casi 1,700 mdp y una variación de 6.5% respecto del año anterior, y el más alto en 2006 con una producción cercana a los 1,900 mdd, registrando una variación de 14.4%, según estimaciones del CEFP.
Entre los sectores que resultaron más frágiles está el de insumos textiles, que cerró su producción a la baja en 2005 (-4%), 2007 (-1.8%) y 2008 (-7.3%). También fue negativo el desempeño del sector de productos derivados del petróleo y del carbón, que, en 2005, se contrajo 4%, aunque tuvo una recuperación franca el resto del periodo, hasta crecer 17% en 2008. Otra industria que tuvo altibajos fue la mueblera y de productos relacionados, que terminó retrocediendo en 2008 (-1.4%). Pero el sector más afectado ha sido el de fabricación de equipo de computación, comunicación, medición y de otros componentes electrónicos, para el que prácticamente todo ha sido cuesta abajo desde 2007, con un pésimo 2008 que cerró con una merma de 9.9% en su producción.
En cambio, ha crecido de manera sostenida la producción del sector de bebidas y tabaco; las industrias química, del plástico y hule; metálicas básicas; maquinaria y equipo; la de equipo de transporte y de generación eléctrica y aparatos y accesorios.
Además de las condiciones del mercado deben considerarse, en ciertas áreas manufactureras, elementos como la competencia desleal. Por ejemplo, se estima que 50% de la ropa de confección que circula en México se mueve a través de canales ilegales —cerca 9,000 mdp anuales— y que ocho de cada 10 prendas de ropa interior femenina provienen de contrabando técnico, al igual que 30% de las motocicletas; anualmente, circulan alrededor de 1,200 mdd en juguete de contrabando, y seis de cada 10 piezas son de origen chino; de igual forma, dos de cada tres pares de tenis vendidos tienen origen ilegal, según CESOP.
Otras industrias deberán enfrentar el alcance del destino, como la aeronáutica que, merced a la firma del Acuerdo Bilateral de Seguridad en la Aviación con EU, en 2007, deberá optimizar sus procesos de calidad ante las certificaciones de las autoridades de ese país a las importaciones procedentes del nuestro, in situ.
Más allá de los desempeños sectoriales, no queda claro si el esquema de ‘capitales golondrinos', capaz sólo de competir en momentos de debilidad y abaratamiento de la economía mexicana, es tan deficiente como el estado propietario.
La consultora AlixPartner anunció en los primeros y complicados meses de 2009 que la crisis económica global favorecerá a las manufacturas mexicanas, por ser el sitio más barato de todos.
Dice Colina Rubio, del CEFP: "La industria manufacturera de tecnología de punta en México no es industria mexicana, sino de trasnacionales, para las que sólo somos una plataforma de exportación por nuestra cercanía con EU y por lo barato de nuestros insumos, como electricidad, renta de locales, mano de obra, servicios; y esto es lo único que se queda en México. Han sido desplazadas las industrias mexicanas del vidrio, juguete, vestido, calzado. Se terminó de abortar todo el proyecto de industrialización que se inicio en los años 50, antes de alcanzar el objetivo que era la autosuficiencia en sustitución de bienes de capital para producir bienes de consumo. Los chinos, en cambio, ya no son maquiladores de automóviles, tienen su propia industria. Para nosotros, una industria manufacturera propia y competitiva no está a la vista".

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